Callando bocas, [Crónica de la Final del Bolsín]

Unos aficionados que a pesar de las condiciones climatológicas adversas arropan tarde si y tarde también los tentaderos del Bolsín taurino se merecen lo mejor. Una afición que guarda el debido y respetuoso silencio que requiere una tienta de machos, que aplaude de salida la presentación de algunos de los novillos y que trata con tanto respeto y cariño a los jóvenes aspirantes a torero, se merece una plaza cubierta. Al resguardo del frio y la lluvia como lo están los practicantes del tiro con arco, por ejemplo, que cuentan con una suntuosa instalación para demostrar sus habilidades. Ciudad Rodrigo necesita un coso techado.

Por primera vez en su historia la final del Bolsín taurino de Miróbriga se ha celebrado con machos. Y pese a las reticencias, los miedos y cierta desconfianza que había generado el anuncio, la cosa no ha podido resultar mejor. Absolutamente bien organizada, medida en el tiempo y en las formas ha supuesto un paso adelante, un antes y un después, en la historia de esta Asociación.

Los ganaderos saben que en esta ciudad se entiende de toros y han mandado hasta la placita del Hotel Conde Rodrigo siete machetes gordos y serios y con las hechuras propias de su encaste. Dos de ellos, el de Juan Carlos Martín Aparicio y el de Francisco Madrazo ovacionados de salida. Excepto el de Madrazo todos de muy buen juego. Bien por los ganaderos. Bien por el picador, Francisco Cenizo, que cumplió con solvencia la responsabilidad de ahormar las fuerzas y el temperamento de los animales.

Decía ayer que los torerillos saben torear pero que no emocionan. Pues donde dije digo hoy digo Diego y digo que vistos a ellos solos delante de los toritos la cosa cambia. Si emociona Jaime Casas, un imberbe de dieciséis años que tiene "ángel" y un gran futuro. A Luis Miguel Naharro de Cáceres, oficio, firmeza y clase no le faltan. Alberto Alcalá de Santa Marta de Tormes, resolvió bien con el exigente novillo (uf, un toro) de Juan Carlos Martín Aparicio. La experiencia, el mando y las hechuras de torero casi hecho se llama Iván González y viene de Babilafuente. Almorox (Toledo) vio nacer a Juan Antonio Romero un muchacho que va a dar que hablar en el planeta toro porque atesora seguridad, clase, gusto y firmeza .Excepcional. Pero faltaba la guinda del pastel. De un pastel tan rico la guinda ha de ser suprema y lo fue. En realidad han sido dos guindas, una un novillo, el de El Pilar, que peleó en el caballo de la forma que lo hacen los bravos de verdad, sin reservas, con codicia y a más. La otra Daniel García un chico de Jaén que desliza las telas con una naturalidad, un empaque y una profundidad impropias del que está empezando. Que quieren que les diga, creo que estamos ante una promesa del toreo que tiene esas cosas que parecen reservadas para los más grandes.

Todo todo no podía salir a pedir de boca, y un novillo mansito que desarrolló sentido y dificultades, el de Francisco Madrazo, le hizo la vida imposible a uno de los jóvenes toreros que más y mejor había destacado en las anteriores pruebas, se llama Juan Carlos Berrocal es de Cáceres y no pudo demostrar las buenas condiciones que le señalaban como uno de los favoritos. Una pena por el chaval.

Cuando las cosas se hacen bien es probable que salgan bien. Esta final pasará a la historia por tantas cosas. Y de paso calla muchas bocas.

Jesús Cid