Remata y vete chaval [Crónica de la Semifinal del Bolsín]

Uno no recuerda una semifinal del Bolsín Taurino con un ambiente tan frio en los tendidos de la plaza de tientas. No sé si por la coincidencia horaria con el partido de fútbol del derbi madrileño o por el frio o por ambas cosas, el caso es que el tentadero lo han presenciado los miembros del Bolsín, los familiares de los toreros, los incondicionales de siempre y poco más. Una tarde fría, triste y gris, más o menos como el panorama que se cierne en el más inmediato futuro novilleril de no cambiar el asunto. La verdad es que todos los muchachos saben torear, y torean bien por cierto, pero no emocionan. De las escuelas han aprendido una notable técnica que quizá oculte un concepto personal y distinto y que en líneas generales les haga parecer a todos salidos del mismo patrón. No se vislumbra un fenómeno que te vaya a sacar las perras siguiéndolo por las plazas del país. Espero equivocarme.

Las vacas de Orive no pusieron en apuros a los aspirantes. Es más, fue un encierro noble y colaborador en la muleta con una vaca excepcional y completa como fue la primera. El único pero que se le puede poner al capítulo ganadero, es que carecieron del trapío y del cuajo que se espera para la semifinal, ya que llegados a este punto donde, a priori, están los chicos más preparados y con mayor oficio, te quedas con las ganas de verles con animales más fuertes y ofensivos que puedan desarrollar unos problemas similares a los que tendrán que enfrentarse los chavales en el futuro. Los tentaderos, en cuanto a presentación del ganado, deberían ser de menos a más. Aunque doctores tiene la iglesia y permita Dios no meterme donde no me llaman.

De los chicos me quedo con el empaque y la torería de un muchacho de Jaén que se llama Daniel García Navarrete, se coloca y torea con cierta majestuosidad aunque es un tanto frio. Al cacereño Juan Carlos Berrocal, que hasta este tentadero ha sido, de largo, el más destacado, no le correspondió el bombón de la tarde, pero tampoco Él estuvo al nivel de otras tardes. De Madrid procede Jaime Casas, un muchacho de dieciséis años al que se le intuye tanta personalidad, clase y buen gusto como bisoñez, torero con futuro para esperar. Condiciones tiene. Es del pueblo de Babilafuente Iván González, un chico con oficio y buenas maneras al que estos concursos ya se le quedan pequeños. Sin duda, preparado para ponerse delante del novillo. Y por lo demás, un grupo de aspirantes que no naufragaron ante la calidad y nobleza de los animales que les correspondieron en suerte pero que tampoco dieron ese paso que marca la distinción.

La final, por primera vez en la historia del Bolsín se decide con novillos. Siete machos siete. Un detalle de agradecer. Será a las cuatro de la tarde y espero que todo vaya bien. De hecho todo va a salir bien. Suerte.

Jesús Cid