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Los últimos de la clase o “la pasión del fracaso”
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Los últimos de la clase o “la pasión del fracaso”

Actualizado 07/02/2015
Rafael Muñoz

- ¿Otro libro sobre la escuela? ¿No te parece que ya hay bastantes?

- ¡No sobre la escuela! Todo el mundo se ocupa de la escuela, eterna querella entre antiguos y modernos: sus programas, su papel social, sus fines, la escuela de ayer, la de mañana? No, ¡un libro sobre el zoquete! Sobre el dolor de no comprender y sus daños colaterales.

Mal de escuela | Daniel Pennac

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El curso escolar ya está llegando a su ecuador para miles de alumnos y profesores. Cabe preguntarse si mantendrán vivo, unos y otros, su deseo de que el año resulte provechoso aunque las circunstancias ciertamente no acompañen. Lo que desgraciadamente es seguro es que algunos ya han decidido tirar la toalla, y parecen poner todo su empeño en conseguirlo lo más rápidamente posible.

¿Cómo se explica esto? ¿Qué síntoma señala?

Mal de escuela, de Daniel Pennac, publicado hace ya algunos años pero de punzante actualidad, máxime cuando la educación se ve sometida a todo tipo de vaivenes (siendo benévolo en la elección del término) y sin un horizonte claro, es un ensayo novelado sobre los mal llamados alumnos torpes, inadaptados, zoquetes; término, este último, elegido por el traductor al castellano de esta obra.

Se trata de un texto que reflexiona con cierto humor, aunque a veces resulte lacerante, sobre los problemas de adaptación y aprendizaje de muchos alumnos, incluido el caso del autor, que son habitualmente tachados de vagos, torpes o inútiles.

Sus páginas recogen experiencias noveladas, referidas a alumnos supuestamente incompetentes que Pennac conoció en su trabajo como docente, y su relato ofrece líneas de reflexión al lector, sea docente, padre o estudiante, sobre cómo afrontar y canalizar estas situaciones.

Puedo imaginar lo que están pensando?, pero les pido que por favor lean algunas líneas más sin perder de vista la cita con la que inicia este artículo, cuando el propio texto inquiere a su autor sobre la necesidad de un libro como éste preguntando: ¿otro libro sobre la escuela?

Pennac tiene un gran interés en estar presente en el desarrollo de su propia obra, por ese motivo habla a veces como narrador, interviniendo en su proceso, mientras que otras se involucra como un personaje más, consiguiendo de este modo una mayor proximidad con el lector. No olvida en ningún momento que la construcción de sus argumentos tiene que resultar limpia, diáfana y, como en una buena conversación, estar salpimentada con acertados toques de ironía.

¿Cuál es el resultado?

Una lectura atrayente junto a una floración de testimonios basados en la vida misma de cualquier alumno de nuestros institutos o escuelas. Alegatos que, por la forma en que se cuentan, nos ofrecen la posibilidad de que nuestras cabezas se pongan a cavilar sobre la posible causa de este conflicto.

El libro de Pennac habla de sí mismo, de los problemas que tuvo en la escuela, de su torpeza para entender las explicaciones de sus maestros, de su fracaso para comprender:

Todo nace de una primera incomprensión, de un problema de inhibición, provocado por la timidez, el azar o cualquier otra causa. Y se acumula y se interioriza. Te dices a ti mismo que eres idiota, un cretino, que no hay nada que hacer contigo.

Para continuar con la terrible conclusión del propio alumno, pero a veces también de los padres y los profesores que se enfrentan al problema: Si te consideras idiota entonces quedas liberado de cualquier esfuerzo. Lo tuyo es irreparable.

Muy duro, ¿no les parece?

El autor nos cuenta como superó esta situación gracias a la ayuda de algunos profesores y cómo pasado el tiempo, al convertirse en educador, se encontró con casos similares al suyo que entendió que era necesario afrontar.

Daniel Pennac no incorpora de forma directa al texto explicaciones vinculadas con la pedagogía y la didáctica para hablarnos de sus relaciones con alumnos ¿difíciles? Pero eso no significa que mediante el relato de las historias vividas, incluyendo la suya propia, no ahonde en reflexiones muy útiles para los docentes y padres que viven situaciones similares.

Para conseguirlo, deshace algunos tópicos, propone la forma de enfrentarse a ellos, como en el caso del verdadero sentido de la memorización, haciéndonos comprender que la esencia última de "retener" un texto es comprenderlo.

Defiende el desarrollo de la imaginación en los espacios educativos, y la califica con gran acierto y atinada definición como de una memoria al revés porque, dice el autor, es la ficción la que permite recordar.

Habla también de la importancia de la literatura y la lectura en su formación, y sus palabras nos llevan a otro de sus más populares ensayos, reeditado hasta la saciedad y de lectura muy necesaria: Como una novela; escrito como si fuera un texto novelado, y donde se intenta responder al motivo por el que muchos adultos pierden el gusto por la lectura que tuvieron en su infancia.

Y es al llegar al final de su texto cuando descubrimos el verdadero alcance de la frase con la que se abren las primeras páginas del libro: Estadísticamente todo se explica, personalmente todo se complica.

Cierto es que podemos tener todos los datos que parecen esclarecer el contexto de estas situaciones, pero al final hay que intervenir para intentar solucionarlas. Hay que establecer esa relación personal y diferenciada con el alumno problemático, supuestamente zoquete o torpón. Ayudarle a descubrir su propio camino y acompañarle en él, sería la tesis que invade todo el libro, a pesar de que ese recorrido está plagado de conflictos, pero sin olvidar que asumirlo quizá signifique haber dado ya el primer paso hacia una posible solución.

Sólo un pequeño reparo a esta estimulante reflexión: sobre el texto parece planear que ante el evidente fracaso de los métodos educativos sólo habría respuesta en las heroicas y personales actuaciones de algunos profesores. De ser así, creo que nos equivocamos, pero puede que el confundido sea yo; ¿qué piensan ustedes?

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