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Liberalismo, anarquistas, multimillonarios e ignorantes, por Alfredo de Miguel
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OPINIÓN

Liberalismo, anarquistas, multimillonarios e ignorantes, por Alfredo de Miguel

Actualizado 04/02/2015
Redacción Ciudad Rodrigo

Declararse abiertamente liberalista es un "lujo" que muy pocos deberían permitirse

[Img #220502]Con bastante frecuencia se oye en nuestras calles, en nuestros bares, en nuestras oficinas y nuestras tertulias acaloradas, hablar de liberalismo con una soltura digna de paloma blanca sobrevolando el horizonte, en busca de la fraternidad, progreso y bienestar. Mucha gente se vanagloria de ser liberalista como si esto fuera algo para vanagloriarse, y aunque es muy sencillo, en la práctica, desmantelar todos y cada uno de sus argumentos con poco esfuerzo, el termino liberalista cala mucho más hondo de lo que cualquier conversación de mesa, café o copa puede llegar a ahondar. Es una de esas cosas que se siente muy dentro, es una elección moral, personal, que no entiende de valores, de amistades ni de argumentos. El problema radica en que la mayoría de las veces tampoco atiende al sentido común más básico.

En un país como el nuestro, y especialmente en las circunstancias que nos atañen estos últimos años, declararse abiertamente liberalista es un "lujo" que muy pocos deberían permitirse. Pero la realidad es que la mitad de la población se declara sin tapujos liberalista, liberal, libertario... vamos, amante de la libertad, de lo libre y hasta del libre albedrío de San Agustín, aunque haga mucho que no le lance tres palabras al santo.

Esta realidad es fruto de una sencilla confusión, o mejor dicho un sencillo truco de impresionantes resultados. A los aficionados a los documentales de La2, les serán altamente familiares las infames artes de usurpación de identidad del cuco (y me refiero al pájaro de carne y pluma, no al de los relojes y mucho menos a aquel otro infame de cuyo nombre no quiero acordarme), e incluso a los que duermen la siesta con tal programación, les sonarán las tendencias polícromas del camaleón, para mimetizarse con el entorno y no solo llegar hasta su presa con su larga, rápida y pegajosa lengua, sino, lo que para mí es más importante, para pasar desapercibido ante sus depredadores.

El mismísimo San Agustín, allá por el siglo IV escribió "Todo lo que Dios crea es bueno, el mal carece de entidad, es ausencia de bien y fruto indeseable de la libertad del hombre". Pero la frase que para mi mejor relata el concepto que aquí hago por describir es del genial, el loco, el excéntrico Charles Baudelaire, que ya en el siglo XIX, sentenciaba con cierto acierto: "El mayor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía".

En resumen de cuentas, el arte del camuflaje es sinónimo de supervivencia para los que están en desventaja, y de supremacía para los que gozan de la suerte de no estar en tales circunstancias, y de tal manera, se me antoja algo terroríficamente real: Escóndete y resistirás; escóndete y sobrevivirás y te expandirás. Exponte y serás blanco fácil.

Nadie es liberalista.

Miento. Algún anarquista seguro que lo es, si es fiel a sus ideales de acabar con todas y cada una de las normas preimpuestas que rigen la sociedad. Algún multimillonario también. Fervientes convencidos de que las regulaciones estatales, los tratados internacionales de comercio actuales y las legislaciones locales encarecen sus productos, desde su salida en Bangladesh, hasta los armarios mirobrigenses, pero poca gente más debería permitirse el lujo, de denominarse liberalista con corazón y cabeza a la vez.

Liberalismo no significa libertad.

Este es el punto genial del liberalismo. La propia palabra es el engaño de por sí. Como el cuco, ha usurpado la personalidad de la palabra "Libertad" y se ha mimetizado con ella hasta conseguir que gran parte de la población no las distingan. Ha conseguido convencer a la opinión publica de que es eso precisamente, libertad. Menor intromisión del ajeno en lo propio, y en definitiva, hacer lo que uno quiera sin rendir cuentas a nadie y sin remordimiento ninguno.

La realidad no podría ser más alejada. Después de la ley mordaza, que impide a la gente manifestarse sin permisos oficiales, de la humillación ante el oligopolio energético de la nueva reforma energética, para penalizar al pequeño productor de energía renovable en beneficio de las grandes compañías, después de la reforma de la ley de la educación, extirpando cada vez más años de enseñanza pública para regalárselos a la enseñanza de pago... ¿Quién puede pensar que vivimos y nos encaminamos a un mundo de libertades?

Seguramente muchos puedan estar pensando, "¡para eso necesitamos el liberalismo!". Y no podrían estar más equivocados. Estas leyes y reformas, claramente restrictivas de la libertad están redactadas, apoyadas y aprobadas por los mayores liberalistas del país. ¿Cómo puede ser eso cierto?. Pues muy sencillo, ese es el truco genial.

Bajo la apariencia del amor ciego por la libertad, se esconden los grandes capitalistas de este país. Gente que su único interés, es precisamente hacer negocio, generar dinero y no compartirlo con usted, amigo mío, a través de sus impuestos. ¡Viva la libertad! Pero solo la de las grandes corporaciones, las grandes multinacionales, los grandes y acaudalados fondos de inversión y las altas clases sociales. Usted seguirá pagando como siempre y más. Usted se convierte en pagador crónico. Esto es tan real como patente hoy en día en nuestra sociedad, en la que, la misma clase dirigente que se declara abiertamente liberalista, y es la precursora del liberalismo, es la que usa puertas giratorias para dirigir grandes consorcios y empresas de servicios básicos y no tan básicos, a los que previamente les han rebajado las condiciones fiscales, es la que tributa ridículamente a través de las SICAV, es la que guarda sus ahorros en paraísos fiscales para no pagar impuestos, es la que negocia con el presidente de la comisión europea, Jean Claude Junker, el establecimiento de las sedes de las grandes empresas de todo, en Luxemburgo donde tributan en porcentajes irrisorios e irritantes frente al 30% que paga Paco, el del bar de la esquina, aquí en Ciudad Rodrigo. En este país es bien sabido que hacienda no somos todos. Hacienda somos solo los ciudadanos de a pie, con unas condiciones cada vez mas y mas exigentes. A la Duquesa de Alba la declaración de la renta le sale a devolver...

Esto es el liberalismo. ¿Tienes?, puedes, ¿No tienes?, no puedes, y muy difícilmente podrás algún día. ¿Alguno de ustedes tiene empresas en paraísos fiscales? Yo tampoco. Esa es la esencia del liberalismo: Producir allá donde la mano de obra es pseudoesclava, vender acá donde los salarios son elevados, al máximo precio que los estudios de mercado permitan, y hacerlo todo desde su sede en un país que apenas cobra impuestos. Todo esto sin aranceles ni problemas aduaneros. ¿En que creen ustedes que consisten los tratados de libre comercio, que se negocian actualmente con EEUU? ¿Qué creen ustedes que recogen los tratados de libre comercio con América latina o China? ¿Cuál es la principal intención a la hora de crear una Unión Europea? Evitar tener que pagar para importar mercancía.

¿Y eso no es bueno? Rotundamente NO. ¿Fabrican ustedes algo en Birmania? ¿Tienen sus negocios sede en Luxemburgo, Liechtenstein o Gibraltar? Y no quiero entrar en materia de respeto a los derechos humanos, que debería de ser el primer motivo de repulsa de todo este sistema, y sin embargo... nos da igual.

Nos han convencido de que ser liberal es amar la libertad, pero la realidad del término es muy muy distinta. Ser liberalista es amar la libertad de las grandiosas cantidades de dinero de cuatro privilegiados, y usted NO es uno de ellos. Liberalismo es que los textiles vengan desde Bangladesh, donde millones de personas trabajan en condiciones terroríficas de semiesclavitud en detrimento de las industrias locales. Liberalismo es que las conservas de su despensa vengan desde Perú mientras media España está sin empleo y nuestros campos sin cultivar. Liberalismo es que Europa abogue por reducir los salarios en España, Grecia y Portugal para ser mano de obra "algo" competitiva frente

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