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El álbum de la vida de Inés Luna
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Elogio del Archivo Histórico Provincial

El álbum de la vida de Inés Luna

Actualizado 04/02/2015
Radio Guijuelo

Inés Luna, la mujer adelantada a su tiempo, la hija del hombre que trajo la electricidad a Salamanca

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Allá donde la ciudad se remansa más allá del edificio histórico de la universidad, más allá de la catedral y casi en los límites del río celestinesco, por ahí por donde los de mi generación nos juntábamos con los de ciencias para tomar algo en La Latina ?la combinación de filólogos y físicos era mi favorita y lo sigue siendo- se alza el edificio del Archivo Histórico Provincial de Salamanca. Un espacio acogedor que, en el silencio del legajo, se ha convertido en uno de los centros de investigación más utilizados de la ciudad con una media de 2791 visitas de estudiosos y de 7000 consultas anuales. Números que le sonarán a música a Luis Miguel Rodríguez Alfageme, su director, pero claro, como estamos en una sala de consulta y en un espacio de estudio y recogimiento, el silencio es la norma y la entrega al visitante, la tarea cotidiana.

Yo, que me reconozco una caótica investigadora sin experiencia, he podido comprobar la paciencia y entrega del personal del Archivo, su deseo de colaborar, el interés de su director, su callada eficiencia y su increíble acervo a la disposición de todos. Por eso la visita a su última exposición es una excusa perfecta para conocer este espacio abierto a todos, y sobre todo, porque por fin hace justicia a uno de los personajes más conocidos y legendarios de la pequeña gran historia de nuestra tierra: Inés Luna Terreros, oculta durante muchos años bajo el secreto a voces de una vida inusual, la misma que ella misma relató a través de sus fotografías que muestran las paredes del Archivo.

Inés Luna, la mujer adelantada a su tiempo, la hija del hombre que trajo la electricidad a Salamanca y que tan bien reivindica el profesor Eladio Sanz en sus trabajos de investigación, Carlos Luna, fue una viajera impenitente, una mujer culta y original denostada por sus costumbres modernas. Habitante de un mundo cosmopolita que convirtió su casa del campo charro en un espacio inusual, Inés Luna sufrió en rechazo de quienes no quisieron ver en ella más que a la mujer que no quiso o no supo someterse al matrimonio. Nacida en Francia en 1885, única heredera de una estirpe de militares y terratenientes ?su abuelo senador trajo el ferrocarril al campo charro- su muerte en 1953 la convirtió en un personaje oculto del que siempre se hablaba en sordina, sobre todo porque fue ella quien asistió a la muerte del dictador Miguel Primo de Rivera en París ¿Fue el verdadero amor de una mujer capaz de traer el rito religioso maronita a la muy pía Salamanca de posguerra? ¿La misma que asistía a las matanzas tradicionales y cantaba jotas charras y viajaba al desierto con una inglesa de dama de compañía y los imprescindibles perros? ¿La misma que en la guerra trillaba y hacía queso porque sus hombres habían partido a la contienda? Inés Luna, precursora del arte de contar la vida a través de la fotografía tuvo una vida de leyenda que, durante mucho tiempo, fue silenciada. Es a partir del 2011, cuando la Fundación Inés Luna Terreros entrega el fondo familiar de documentos y fotografías al Archivo Histórico Provincial de Salamanca, cuando se produce el milagro y ahora, con toda libertad, podemos consultar sus cartas, sus documentos, y sobre todo, las imágenes de su vida. Aquellas que ella misma clasificaba, marcaba y guardaba con mimo, el mismo con el que uno de los fotógrafos del Archivo me relató que el álbum de Inés era un prodigio de cuidado, de conservación amorosa. La misma con la que los expertos del Archivo ahora ponen a nuestro alcance toda la documentación que custodian y nos invitan, generosamente, a hacer uso del derecho a consultar nuestra historia, la grande y la pequeña. Como grande era esta mujer irrepetible que, ahora, los salmantinos tenemos la oportunidad de conocer y disfrutar en toda su originalidad, contradicción y belleza.

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