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No quisieron morir de otra manera
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No quisieron morir de otra manera

Actualizado 02/02/2015
UCM / Dicyt

Aunque no siempre sea posible ejercer la profesión que uno desearía, es cierto que para alguna de ellas se precisa una especial predisposición -yo diría vocación-, por llevar aparejado un claro componente de servicio a los demás, especial dedicación y permanente disponibilidad. Entre otras, podríamos citar el sacerdocio, la medicina, el ejército, etc.

En el caso particular de las Fuerzas Armadas, por su especial razón de ser, a las circunstancias personales de sus componentes, debemos añadir el factor riesgo derivado del material que se maneja y el ambiente en que se actúa. Si las mentes de los pueblos ?y, sobre todo, sus dirigentes- estuvieran regidas por la más elemental lógica, los ejércitos deberían constituir el último recurso para dirimir las diferencias, puesto que todo el mundo conoce los efectos de la guerra. La triste realidad nos demuestra que, desde que el mundo existe, la guerra sigue siendo el fracaso de los políticos.

La semana pasada, por desgracia, ha estado marcada por la pérdida de vidas humanas, en territorio español, de diversos componentes de las FAS que prestan servicio bajo la bandera de Naciones Unidas. Que nadie piense que el militar se encuentra cómodo oliendo a pólvora. Conoce de primera mano los efectos del armamento y el peligro que corre, simplemente con su manejo. A pesar de ello, se esfuerza cada día por estar perfectamente instruido para el día ?lo más lejano posible- que sea necesaria su intervención. Naturalmente, en esta profesión, los accidentes, los fallos y los errores suelen tener consecuencias más graves que en otras. Este ha sido el caso del accidente de la base aérea de Los Llanos, que ha costado una decena de muertos y otra de heridos graves de varias nacionalidades.

Otra cosa distinta es la desgraciada muerte del cabo Francisco J. Soria Toledo, adscrito al contingente que la ONU tiene desplegado en Líbano para inspeccionar el alto el fuego en el conflicto palestino-israelí. Aquí no podemos hablar de terrorismo yihadista porque quienes están enfrentados desde hace años son tropas más o menos regulares de Hizbolá ?facción política que forma parte del gobierno de Líbano- y el potente ejército israelí. A pesar de las evidencias, va a resultar difícil encontrar un culpable; pero conviene dejar claro que ambos bandos tenían conocimiento exacto de la localización de los observatorios de la ONU. Se abrirá una investigación, se emitirán comunicados, se ofrecerán asépticas disculpas, pero los políticos seguirán a lo suyo.

Mientras tanto, una vez más, en cumplimiento de la misión asignada, otro militar ha entregado su vida para que tú y yo podamos vivir en un mundo más seguro. En este caso, el dolor es más cercano porque es uno de los nuestros; pero, nacionalidades aparte, ante estos héroes anónimos sólo nos queda rezar por ellos, acompañar en el dolor a sus familias y despedirles con honores, que es la forma que tienes los estados de dar las gracias a sus servidores.

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