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¿Razón o trascendencia?
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¿Razón o trascendencia?

Actualizado 28/01/2015
Andrés Barés

El papa Francisco afirmaba hace unos días que debemos evitar "los estereotipos y los prejuicios" en relación con el Islam y recordó que "el mejor antídoto contra toda forma de violencia" es la concepción de "la diferencia como riqueza y fecundidad".

El pontífice se expresó de este modo durante una audiencia con los participantes en un encuentro promovido por el Pontificio Instituto para los Estudios Árabes e Islámico (PISAI). Francisco defendió esta institución al señalar que "no se limita a aceptar los argumentos superficiales, que dan lugar a estereotipos y prejuicios" sino que "nos aproxima al otro sin levantar el polvo que nubla la vista".

Por el esfuerzo en el camino hacia Dios define el Corán al término "Yihad", en el sentido de "esfuerzo para hacer reinar los derechos de Dios", es decir, para defender el islamismo. Reflexionar sobre culturas ajenas a la nuestra siempre es complicado, más si cabe si lo hacemos desde lo que aparece en fuentes secundarias.

Es importante saber o entender que el islamismo también predica la pasividad y la mansedumbre, pero que en caso necesario no deja de lado la lucha individual y colectiva como vía para lograr la derrota de quién intente agredir al Islam.

En la práctica, la Yihad designa cosas muy distintas como "lucha en un contexto político". Dado que en Occidente la Yihad se ha dado a conocer a través de la faceta combativa y agresiva transmitida por algunos sectores vinculados a diferentes formas de Islam político, es frecuente que muchos musulmanes suelan poner el acento en sus aspectos espirituales y de lucha o activismo no violento (la prédica, por ejemplo). No obstante a lo largo de la historia el término Yihad ha sido usado en uno o en otro sentido.

La defensa del islamismo, de los musulmanes o de sus países frente al enemigo externo puede adquirir el carácter de lucha militar o "guerra santa", y así se halla en el Corán donde se anima a combatir a los infieles si el islamismo resulta atacado- La Yihad entendida como combate tiene su origen, como muchas otras doctrinas del islamismo en el judaísmo concretamente en el concepto de "guerra obligatoria" en defensa de la propia comunidad o miljemet mitzvá. El propio cristianismo tiene abundantes ejemplos de política y religión unidas en defensa de la fe.

El sentido de combate en defensa propia contra el enemigo exterior explica que se haya dado en época contemporánea el nombre de muyahid (plural: muyahidín), literalmente, al que hace la yihad, es decir, a combatientes en contiendas en principio no religiosas como la que enfrentó al FLN argelino contra el poder colonial francés, la resistencia afgana a la ocupación soviética o más recientemente a los milicianos de Hizbullah contra Israel. Ahora parece que se ha puesto de moda el término yihadista para referirnos a los combatientes.

Aunque el primer sentido que le da el Corán al combate en el camino hacia Dios sea el de defensa del islamismo frente a sus enemigos, dicha defensa es susceptible de entenderse como acción ofensiva y en este sentido se entendió desde un primer momento, en Medina donde el término supera el simple sentido moral para incluir la lucha individual y colectiva contra los paganos de La Meca. Modernamente el término se utiliza para justificar acciones bélicas o terroristas dentro o fuera de territorio musulmán. Los protagonistas actuales de la yihad en este momento, sin olvidar a los de Al-Qheda, son los miembros del Estado Islámico. Para éstos se trata de universalizar la yihad a través de un proyecto ideológico y político de conquista e islamización forzada o destrucción del mundo moderno para "conquistar el mundo".

Algunos líderes islamistas rechazan este modo de interpretar la yihad emitiendo incluso fatwa declarando este tipo de yihad ilegal. Pero en el fondo para la gran mayoría sigue teniendo un inequívoco discurso de guerra y incluso se han dado fatwa manifestando la necesidad que la nación musulmana posea armas nucleares.

Los estudiosos o juristas musulmanes clásicos reglamentaron profusamente los medios y los límites de la yihad militar como son el respeto a los ancianos, mujeres, niños, prisioneros, sacerdotes y templos, en la práctica vemos todos los días que dichas reglas son tan flexibles como laxo es el término. Según esa reglamentación clásica no podría darse combates entre musulmanes pero vemos que tampoco es así, pues ahí está el conflicto permanente entre sunís y chíis. Fuera de la casa del Islam se considera legítima la guerra para el sometimiento del infiel.

A parte del aspecto violento, la Yihad es también la predicación pacífica, la defensa dialéctica del Islam, la explicación de la doctrina islámica a los no musulmanes, etc. La teoría clásica, especialmente entre los moralistas y místicos, entiende que lo anterior, es decir, la lucha exterior, por medios pacíficos o violentos, es el "pequeña yihad", mientras que el "gran yihad" sería la defensa del Islam en uno mismo, es decir, el combate espiritual, o dentro de la propia comunidad.

Aunque en la actualidad se usa el término gran yihad para referirse a la lucha contra el subdesarrollo, el hambre, el analfabetismo, al tiempo se añade la lucha por las libertades, la justicia social, etc. Es decir, que siendo el término yihad tan amplio, a menudo es una bandera que puede enarbolarse para dar legitimidad a todo tipo de políticas y disputas.

Los defensores actuales de la idea de una guerra santa o de religión, o de civilización encuentra eco e inspiración en las palabras de Osama Ben Laden que pronunció en un mensaje difundido al mundo entero por Al Jazira el 3 de noviembre de 2001, apenas dos meses después del 11-S, en clara advertencia a las principales autoridades musulmanas: "Quienes intentan ocultar la verdad evidente de que se trata de una guerra de religión engañan a la nación [islámica]".

El gran problema que tiene occidente frente a este peligro amenazante y veraz es el de la desinformación que hace que el conflicto se vea lejano, ya que la gente de la calle desconoce las inquietudes, expectativas y la visión que tienen de nosotros estos grupos islamistas.

El sueño occidental de construir el hábitat humano solamente en base a la razón, repudiando la tradición y rechazando toda trascendencia, ha llegado probablemente a un callejón sin salida. La razón universal no consigue conjuntar los valores de los derechos humanos universales, las ambiciones del progreso y la economía, y las promesas de bienestar para todos, ya que no tiene en cuenta la trascendencia del ser humano. En su irracionalidad, este tipo de razón que se nos impone como buena, construye todos los medios para darse fin a sí misma. El tema da para mucho y para más de una reflexión.

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