Ya no sopla el viento

Parece ser que esta semana, a los emprendedores y empresarios, la cuesta de enero se nos ha vuelto a poner un poquito más picada hacia arriba.

Mientras a la opinión pública se la tiene hablando de Bárcenas, el embarazo de una mujer, la cadena perpetua, la amenaza yihadista? en definitiva del jeroglífico político propio de la agenda política previa a unas elecciones vital para el Establishment de los últimos 34 años en España, nos han dado una pésima noticia económica. Sube el precio de la electricidad.

En pleno siglo XXI, nuestra dependencia del petróleo ya no es tanta. Ha quedado demostrado que ni los países europeos se colapsaron con la subida ni han quedado liberados con la bajada del precio del barril de petróleo. Sin embargo, hemos vuelto a los siglos X y XII antes de Cristo, sin agua y sin viento no gira la economía y los precios se disparan.

Rotundamente han afirmado nuestras compañías eléctricas del Siglo XXI que la no existencia de viento o agua exigen una subida del 5% de la tarifa de la luz. El Ministerio de Industria y el sumiso carterista del ramo de turno han tragado con la afirmación y la han autorizado. Ahora que el Gobierno lanzaba mensajes de alivio a los bolsillos de los ciudadanos con la bajada de los carburantes, nos clavan el rejón y los que estén por venir, pues las estimaciones de precipitaciones no son halagüeñas y si a las primeras de cambio suponen un 5%, no quiero pensar que nos depara el futuro.

El ingenio humano, y más aún el quijotesco español, nos va a dar capítulos trepidantes. Los ciudadanos mundiales nos coordinamos para poner en marcha un sencillo mecanismo de ahorro en tiempo de lujo petrolero: compartir coche. Con él se ha amortiguado la subida de los precios y la racionalización del uso de los combustibles.

Nuestros responsables en estrategia energética pensaron que crear una red sostenible y ecológica en España de placas solares, molinos eólicos y aprovechamientos hidráulicos serviría para darle la espalda a la dependencia del petróleo. Incluso convencieron a tantos que fueron muchos los que se lanzaron a invertir en esa burbuja energética: huertos solares, hoy inviables sin las subvenciones, parques eólicos y mini-saltos hidráulicos. Incluso llegaron a sacar pecho cuando entre el 1 de noviembre de 2012 y el 31 de enero de 2013 la eólica se convirtió en la principal fuente energética del país. Energía limpia, pero sobretodo, barata decían. Poco se notó con la bajada de la tarifa.

Hoy no sopla el viento y no gira la moneda del dinero eléctrico. Resulta que lo único que han desarrollado, es una nueva dependencia. Y bastante cara por cierto. Si ya es difícil mantenerse en pie cuando hay viento (es decir, cuando la energía entonces era más barata) no quiero pensar cuanto nos costará ahora que no sopla. Si hemos aguantado cuando arreciaba (cuando había agua y por tanto energía más barata) que será de los emprendedores y empresarios ahora que no cae agua. Pero, a pesar de tener un nuevo y caro futuro por delante, mantengo la esperanza en que, entre los nuevos emprendedores, surgirá mente que alumbre la idea de cómo ahorrar en nuestro desarrollo a costa de una energía más barata.

Cómo dijo María Robinson: "Nadie puede volver atrás y empezar un nuevo comienzo, pero cualquiera puede comenzar hoy mismo y hacer un nuevo final"