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El cuidado (I)
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El cuidado (I)

Actualizado 24/01/2015
Matilde Garzón

Si hiciéramos una encuesta callejera sobre el significado de esta palabra, la mayoria de la gente la incluirían en frases como: cuidado con el lobo; ten cuidado, no te caigas; el cuidado de los enfermos; esta persona no tiene cuidado; cuidado que eres tonta; cuidados personales; cuidados paliativos ; Cuidado con el perro! (cave canem).

Es difícil saber lo que entraña porque vivmos en una creciente degradación de la casa común, la tierra, que se manifiesta en un malestar difuso y en el fenómeno del descuido, la indiferencia y el abandono, la falta de cuidado:

* descuido por la vida inocente de los niños, explotados, esclavizados, asesinados.

* descuido por el destino de los pobres y marginados de la humanidad.

* descuido por la suerte de los desempleados y jubilados. Hay millones de personas que son ceros.

* Descuido de los ideales de libertad y dignidad.

* Descuido de la sociabilidad en las ciudades, que sólo congrega a las personas al espectáculo, simulacro y entretenimiento.

* Descuido por la dimensión espiritual del ser humano, por la compasión.

* Descuido por la "cosa pública".

* Descuido por el planeta Tierra, nuestra casa común: terrenos envenenados, aire contaminado, aguas enfangadas y sucias, bosques diezmados, especies exterminadas; injusticias, violencia, destrucció; desequilibrio físico, químico y ecológico que acrecienta el peligro de desastre total del planeta.

* Descuido en la planificación de viviendas, de exiguo tamaño y en lugares insalubres e inestables, cuyos derrumbes cobran millones de vidas.

* Aunque estamos abarrotados de aparatos de última tecnología, nos domina la apatía, insensatez, cuando no, la barbarie.

Durante bastante tiempo la palabra cuidado que más que palabra es una actividad, casi genética, parecía olvidada en su primordial sentido, encarcelada y desaparecida en los auswitz de la historia aún reciente y en la levedad del ser contemporánea. Pero ya, como una resucitada, círcula desde hace más de 30 años, tímidamente, pues son escasísimos los tratados que la incluyen en sus títulos, aunque sí bastantes la traten trasversalmente: La estudia especialmente Leonardo Boff en su presioso libro "Saber Cuidar", Heidegguer en "Ser y Tiempo" y recientemente Adela Cortina en "Para qué sirve la Ética"

"Educar para la participación ciudadana en la enseñanza de las Ciencias Sociales" es un amplio estudio dirigido por Nicolás de Alba Fernández, F. García Pérez y Antoni Santisteban Fernández, que dedica bastante espacio al tema de nuestro artículo.

Confieso que no me ha sido fácil encontrar bibliografía sobre El cuidado sin que esta

palabra vaya adjetivada o complementada con otro nombre: enfermedad, paliativo, bebé, etc.

Podíamos adentrarnos en ella con la frase de Benedetti: "Todo es según el dolor con que se mira", porque efectivamnte, para analizar la realidad con voluntad transformadora es absolutamente imprescindible que cambiemos nuestra mirada, que aprendamos a mirar la realidad con una perspectiva nueva para poder así sentir el dolor de todas las otras personas que sufren.

No voy a definir el cuidado, porque no sabría hacerlo, aunque se viene definiendo desde hace siglos, más por la práctica que por la teoría. Los hombres se han servido de fábulas, de mitos para expresar verdades, vivencias, difíciles de definir. Y así ha ocurrido con El Cuidado

Palabra muy antigua y preñada de significados por lo que ha entrado en la urdimbre de las fabula y los mitos. Los mitos no tienen autor, pertenecen a la sabiduria popular común y se conservan en el "insconsciente colectivo", como grandes simbolos, arquetipos, figuras ejemplares que van emergiendo en cada generacion "con mil caras" como reza el título de famoso libro de Joseph Campbell. No han faltado relatores clásicos que han recogido y estructurado esta sabiduria popular: Hesíodo en Grecia (a mediados del siglo VIII a.C), Ovidio en Roma (43 a C ? 17 dC), los Hermanos Grimm en Alemania (1785-1863)?

Sobre el cuidado esencial existe una fábula-mito, parecida al relato bíblico de la creación (Génesis), conocida como "la fábula de Higinio". Aunque lo importante no es el autor que narra el mito sino su significado, es interesante conocer quién fue Higinio y por qué él mismo se transformó en una figura mítica.

Ofrezco la traducción que nos da Leonardo Boff. Recogen también el mito, Heidegguer y Adela Corina en los libros antes citados.

"Cierto día, al atravesar un río, Cuidado vio un montículo de barro. Tuvo entonces una idea iluminada. Tomó un poco del barro y comenzó a darle forma. Mientras contemplaba lo que había hecho, apareció Júpiter.

Cuidado le pidió que le infundiera espíritu a su obra, lo que Júpiter hizo de buen grado.

Sin embargo, cuando Cuidado quiso darle un nombre a la criatura que había modelado, Júpiter se lo prohibió. Exigió que le fuera impuesto su nombre.

Mientras Júpiter y Cuidado discutían, apareció, de improviso, la Tierra. Ella quiso también dar su nombre a la criatura pues había sido hecha de barro, el mismo material que da cuerpo a la Tierra. Se originó, entonces, una discusión generalizada.

De común acuerdo, pidieron a Saturno que actuase como árbitro. Él tomó la siguiente decisión, que pareció justa:

'Tú, Júpiter, que le diste el espíritu, lo recibirás de vuelta cuando esa criatura muera.

Tú, Tierra, que le diste el cuerpo, lo recibirás de vuelta cuando esa criatura muera.

Pero tú, Cuidado, que fuiste el que la modeló, le prodigarás tus cuidados mientras viva.

Y con respecto a la acalorada discusión que mantuvieron entre ustedes acerca del nombre, decido: esta criatura será llamada Hombre, es decir, ser hecho de humus, que significa 'tierra fértil'.

Así pues, resumiendo, con las palabras de Nussbaum: "Sean cuales fueren nuestros vínculos y aspiraciones, deberíamos ser conscientes, independientemente del coste personal o social que ello implicase, de que todo ser humano es humano y que su valor moral es igual al de cualquier otro" (1999, p. 161). Pero un auténtico compromiso a favor del igual valor moral de todos los seres humanos implica costes personales y sociales. Y, porque aspiramos y deseamos en el marco cultural de este capitalismo humanicida el interés propio, la autoafirmación, la autorrealización, que en principio no tienen por qué enfrentarse a la solidaridad y al reconocimiento, en la práctica sí lo hacen. Y en este marco la caridad bien entendida empieza (y, casi siempre, termina) por uno mismo. Es por eso que la tarea fundamental a realizar por los movimientos sociales a favor de la justicia global es una tarea que bien podemos calificar como de educación del deseo.

Por ello, es preciso mostrar en la práctica que desde ahora mismo es posible,para la mayoría de las personas, empezar a vivir de otra manera.

La tarea que hoy nos desafía es la de crear "espacios verdes" en los que se ponga de manifiesto la posibilidad de otro estilo de vida; "nichos ecológicos" en los que pueda sembrarse y madurar una alternativa cultural y de valores a esta sociedad del tener: Zonas liberadas en las que sea realmente posible hacer que florezca lo inédito viable de la realidad. Es la única manera creíble de mostrar en la práctica que nuestras propuestas de transformación son posibles. Esto es lo que defiende Riechmann quién nasegura que "no necesitamos vanguardias omniscientes; pero en cambio son inexcusables las minorías ejemplares". Los "buenos ejemplos", las actitudes y conductas "testimoniales", rompen con la presión social al conformismo, rompen las unanimidades, estimulan actitudes y conductas deseables. Y es que las virtudes

se aprenden con la práctica: "Adquirir una virtud es como aprender a tocar la flauta. Nadie aprende a tocar un instrumento musical por leer un libro o asistir a una clase. Hay que practicar", recuerda Sandel. La práctica de la virtud moral es, esencialmente, un hábito (Sandel, 2011, pp. 223-224)

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