El sobrecargo perdonavidas de la nave abertzale olvida que en democracia el espacio no se ocupa con bravuconadas, sino con victorias electorales.
A la "operación jaque" de la Guardia Civil que llevó a la detención de dieciséis abogados de presos de ETA, ha respondido el presidente de Sortu, Asier Arraiz, proponiendo dar "jaque mate" al Instituto armado en el País Vasco, para que los cuerpos del Cuerpo desaparezcan de Auskal Herria antes de hoy, porque mañana sería ya tarde.
Es decir, que el movimiento de pieza sobre el tablero de ajedrez que ha dado el Gobierno, utilizando la mano de la gendarmería española, ha sido exabruptopeado por el joven independentista vasco en la sede donostiarra de Sortu, dirigida por este gasteiztarra despistado, que parece no enterarse del pacífico espacio que ya ocupa el pueblo donde habita.
Este peón perdonavidas ha tenido la cobarde valentía de amenazar a la Guardia Civil sin darse cuenta que está protegida por la torre de la ley, los alfiles judiciales y la reina histórica que niega a los matones el derecho de admisión en las sociedades democráticas, amparadas por el Derecho y sostenidas por la voluntad popular, que este hombretón ofende con su lenguaje barriobajero, produciendo repulsión en espíritus dialogantes, mentes abiertas y voluntades conciliadoras, porque a la paz social no se llega despertando bajas pasiones, ni proponiendo venganzas y ni enalteciendo rencores.
El licenciado en Filología Románica, don Asier, no solo es mal jugador de ajedrez político, sino que añade un desprecio a las formas más elementales de comunicación y buen gusto social, dando la impresión de no haber pasado por la Universidad, al ver la tosquedad empleada en sus palabras, impropias de quien domina lenguas románicas.
Para pedir no hay que zaherir verbalmente las sensibilidades pacifistas. Para protestar no hay que insultar a las 230 familias de guardias civiles que dieron su vida obedeciendo órdenes de superiores despachos. Para amenazar con arrear, hay que estar dispuestos a recibir. Para dialogar no hay que gritar, porque las voces enturbian los argumentos. Y para ocupar el espacio de la mayoría silenciosa con bravuconadas, hay que ganarse la confianza mayoritaria del pueblo en las urnas.
Oyendo hablar a este sobrecargo de la nave abertzale, echo de menos al comandante encarcelado, porque el padre de Garazi y Hodei hablaba de ocupar las calles para defender los derechos, - como propone el alzista Podemos - apostando por los bataragunes, sin dar jaque mate a nadie, sobre todo si quien lo da puede caer rodando por el suelo.
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