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Fe, religión, fanatismo
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El tema de nuestro tiempo

Fe, religión, fanatismo

Actualizado 17/01/2015
Matilde Garzón

Los recientes acontecimientos de París me han impulsado a tratar este tema tan manido, y al tiempo desconocido, tergiversado u olvidado. Con frecuencia se confunden o se identifican fe, religión y fanatismo. Pero ¿son o no lo mismo? ¿Están relacionados?

Es un hecho, históricamente constatado que, a menudo, las "religiones" no han sido beneficiosas para la humanidad, porque atan y manipulan a las personas, con creencias basadas muchas veces en el miedo, porque han rayado con frecuencia en el fanatismo, deformidad personal y colectiva, tantas veces asesina, y en la convicción de que todos deben aceptar la religión propia como la mejor, y los seguidores se han enzarzado en guerras "religiosas" para conseguirlo, porque casi siempre el poder y el dinero se hacen sus aliados. Cuántas veces, interesadamente, los gobernantes han adoptado determinada religión como Religión de Estado, hasta convertirlo en una Teocracia. Funesto maridaje que aún subsiste.

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Las religiones son construcciones humanas, con puntos de partida parecidos: miedo a lo des-conocido, al nacimiento, a la muerte; admiración o extrañamiento ante fenó-menos de la naturaleza grandiosos, en el pasado inexplicables, y la creencia consecuente en la exis-tencia de un ser o múlti-ples seres superiores a los que hay que mantener favorables, con ritos y relatos míticos sobre su vida y relación con los mortales. Etapas míticas que permanecen en poblaciones alejadas de países civilizados, con modos de produción primitiva; agricola y cazadora.

Más avanzadas son las religiones en cuyo origen está la necesidad sentida profundamente de acercamiento a un SER, que se experimenta como el gran arquitecto de la Creación, el creador y dador de todo bien: belleza, bondad, verdad, amor. Las personas que han experimentado con fuerza la llamada a un encuentro amoroso con este Ser, pertenecen a todos los rincones de la tierra. En general esa experiencia cambió sus vidas, pero sólo algunos han sido capaces de explicar su relación con ese SER, intuido muy cercano y amoroso y la consecuencia que se desprende del cuidado y ayuda a los demás, sentidos como hermanos, en especial los más vulnerables. Estas personas han tenido siempre seguidores más o menos fieles y estables y su experiencia de un Dios cercano y amoroso, se ha considerado más "espiritualidad" o "mística" que "religión". Las religiones surgieron en la historia de la humanidad hace cerca de ocho mil años. La espiritualidad, por el contrario, es tan [Img #203192]

antigua como la propia humanidad.

(Niños en los campos de exterminio Nazi)

A la muerte del "hombre de Dios" ?¿profeta?, ¿santo?, ¿místico?? nace en sus seguidores un doble deseo y movimiento: crear un grupo de imitación y seguimiento y exaltar a la persona a quien siguen, deseo que poco a poco se materializa, se institucionaliza; van creando estructuras complejas: altares, templos, sacerdocios?y acaban deificando al que sólo se quiso seguir e imitar. En la segunda o tercera generación, por olvido de los orígenes y necesidad de seguridad, se produce un salto cualitativo y aparece una construcción, en la que lo primordial empieza a ser la estructura, inicial y simple, que se creó para organizar el grupo; se multiplican las ceremonias, acciones, sacrificios, ofrendas y objetos sagrados; calendarios, fiestas. Todo ello para mantener propicio a ese Dios, experimentado inicialmente como amor y ahora como ser poderoso, lejano, exigente, que castiga o retribuye por los actos buenos o malos que hagamos. Más o menos un trueque o intercambio. Queda también lejos el Dios bíblico de Moisés, de los profetas. Se verbaliza, codifica y sacraliza la relación con Dios en mandatos, escritos con frases lapidarias, y en creencias, estampadas en códigos de fe, llamados dogmas, credos.

Jesús de Nazaret, que se autodenominó muchas veces, "hijo de hombre", que pasó por el mundo humildemente "haciendo el bien", redescubrió al Dios amoroso y gratuito: Abba (papá, mamá), lo más cercano que imaginarse pueda; transgredió los preceptos judíos, cuando cuestionaban la prevalencia de la persona frente a las creencias y preceptos "religiosos"; defendió con su palabra y con su vida la filiación divina y fraternidad universal, dignificó al ser humano poniéndolo en el centro de todo, porque no se puede invocar, adorar, amar a Dios si no se ama al "hombre", y cuestionó los ritos, ceremonias, los numerosos mandatos judios que pesaban como losas sobre las personas: "No es el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre"

Entonces, Jesús ¿vino a instaurar una nueva religión o sencillamente un modo nuevo de entender quién es Dios para el hombre y qué es el hombre para Dios, una espiritualidad de intimidad con ese Dios, Padre amoroso, y de comunión y amor fraterno con sus hijos? Lo que nos escribieron los primeros seguidores, historia o relato catequético, deja claro cómo lo entendieron y vivieron las primeras generaciones de cristianos y también qué abismo nos separa hoy de la vida de Jesús y de lo que él quiso enseñarnos. La cosa empezó a desviarse en el siglo IV, cuando un emperador romano, Constantino, consideró beneficioso dejar libre a un movimiento de FE molesto y después Teodosio lo declaró "religión oficial" . El devenir de la nueva religión ha tenido seguidores excelentes en misoneros que han dado su vida, en verdaderos santos anónimos y de calendario, pero también capítulos tristes e inconcebibles de fanatismo religioso-político que condujo a la Inquisición. El cambio de una Fe llena de amor a una religión de estado ha bañado toda la historia, y se mantiene porque es muy fácil hacer cambios incluso sustanciales, pero muy difícil recuperar lo que se ha perdido.

Frei Betto, de São Paulo, Brasil, en La Agenda Latinoamericana de hace tres años expresó la Fe Cristiana, la verdadera religión, en su auténtico sentido como ación de religarse, relacionarse con Dios:

-Dios no tiene religión. Somos nosotros quienes, al institucionalizar diferentes experiencias espirituales, hemos creado las religiones.

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-Dios es amor. Religión que no lleva al amor no es de Dios. Más vale un ateo que ama, que un creyente que odia, discrimina u oprime. El amor es la raíz y el fruto de la verdadera religión; la experiencia de Dios, de toda auténtica fe.

-Transforma tu creer con tu hacer. Reduce la contradicción entre tu oración y tu acción. Haz por los otros lo que te gustaría que hiciesen por ti.

-Ama como nos ama Dios: incondicionalmente.

-Imprime a tu comunidad un carácter social: combate la miseria; solidaridarízate con los pobres e injusticiados; denuncia las estructuras de muerte; anuncia que "otro mundo es posible", más justo y libre, donde todos puedan vivir con dignidad y felicidad.

Dice Pablo que el objeto de nuestra Fe tiene que ser razonable, que se pueda dar razón de ella. Si se convierte en algo que da seguridad, si pensamos que nuestra forma de vivirla o entenderla es la mejor y la única, si tiene afán proselitista, si hay en ella más prácticas religiosas que entrega a los más débiles, podemos empezar a sospechar que hay en ella tintes de fanatismo.

Al llegar aquí, podríamos concluir que la FE (experiencia profunda del amor que Dios nos tiene y su deseo de "jugar con los hijos de los hombres"), la espiritualidad (vida de relación con Dios, impulsada por el Espíritu), religión (consciencia de estar atados, con lazos de amor a un SER de quien depende nuestra vida), si son auténticas, son modalidades de la misma realidad. No pueden conducir nunca al fanatismo.

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