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No sé quién soy
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No sé quién soy

Actualizado 14/01/2015
Carlos Aganzo

Ante Charlie Hebdo y los muchos que mayoritariamente se han identificado así como los menos que han repudiado tal identificación, yo no sé quién soy. Los hechos acontecidos durante tres días de la semana pasada configuran un escenario en el que la interpretación admite muchos significados. Desde el propio lugar emblemático que supone una ciudad como París a la violencia mortal, pasando por el contencioso generalizado sobre la emigración y la permanente tensión entre integración y diferenciación, así como las conexiones con el conflicto en Oriente Medio. Sin embargo, la gran maquinaria mediática mundial presente desde el primer minuto de los sucesos logra reducir lo extremadamente complejo a un manojo de categorías que en un orden u otro recogen los términos de libertad de expresión, terrorismo, inmigración y fundamentalismo (de la filia a la fobia islámica).

Al unísono, la política busca dar sentido a lo acontecido apropiándose sus gestores de la canalización de las respuestas inmediatas y a largo plazo. Dar sentido a lo complejo en momentos de alta intensidad emocional y que requieren inmediatez en la réplica no es fácil. Por otra parte, la sociedad de masas puede llegar a tener comportamientos inesperados que vayan de la autodestrucción a la alucinación colectiva sin dejar de lado su manipulación. Algunos lo sabemos y otros lo sospechan. Pienso en quienes nos gobiernan porque les hemos elegido y en la forma siempre difícil en que deben abordar estas situaciones y en la inevitable tendencia a querer instrumentalizarlas a menudo no a favor del interés general sino de intereses particulares.

No sé quién soy con respecto a Charlie Hebdo, pero sé que no se puede atentar contra la vida de seres humanos y que tampoco se puede violentar sistemáticamente su dignidad. Sé que la libertad religiosa es un principio básico no solo de la convivencia social sino del auto desarrollo humano y que ésta supone que nadie puede ser obligado a seguir un credo religioso así como que nadie puede mover un dedo para imponerlo. Sé que toda caricatura sobre quien sea y sobre el tema que aborde no sólo es un acto de plena libertad del autor sino que es consustancial con la crítica que además produce risa, aspectos ambos esenciales y necesarios para la vida humana. Me pregunto ahora si quienes encabezaban la manifestación parisina del domingo o aquellos que hicieron patente su indignación saben estas cosas.

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