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Yo tampoco soy Charlie
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Yo tampoco soy Charlie

Actualizado 12/01/2015

Estoy en contra de la violencia, de todo tipo de violencia, incluida la institucional y la legal (pena de muerte) porque considero que la violencia solo genera más violencia y porque creo en el valor del diálogo, del uso de la palabra ya sea verbal, escrita o incluso gráfica.

El asesinato, que no interpreto como acto terrorista, de los periodistas del semanario satírico Charlie Hebdo es un acto execrable y condenable por cualquier persona de bien. Alá es grande, Al-lahu àkbar, pero ninguna religión predica la muerte indiscriminada de ningún ser humano, por lo que matar en nombre de Alá es, simplemente, una blasfemia y una ignominia, y sería un profundo error confundir ahora a los musulmanes con los asesinos. Todas las religiones, también la musulmana, predican el amor, la caridad, el perdón y el respeto a la convivencia entre creencias y culturas, salvo aquellos seguidores fanáticos para los que la Verdad solo está en lo que ellos piensan y en lo que ellos creen.

Pero no, yo no soy Charlie porque estoy absolutamente en contra de la línea editorial del semanario. Francia, y también España, tienen magníficos humoristas que nos provocan una sonrisa por sus críticas, cuando no una abierta carcajada, pero lo hacen con respeto a las personas. La revista satírica Charlie Hebdo hace humor (¿lo hace?) hiriendo los sentimientos de millones de personas que creen en los dioses que ellos ridiculizan y así no dudan en tratar de homosexual al papa Benedicto XVI con motivo de su renuncia, en presentar a la Virgen en actitud de parir dejando al Niño sobre el pesebre o en decir, textualmente, que el Corán es una mierda, no para las balas; es cierto que también hace sátira de los políticos, pero con el mundo musulmán tiene fijación malévola. Esto no justifica en absoluto ningún acto de violencia contra el semanario o contra las personas que lo componen. Condeno sin paliativos los exacrables asesinatos cometidos en Francia.

No soy Charlie, y estoy a favor de la libertad de expresión, pero me gustaría saber cuál es la línea delgada que separa esa libertad del insulto, la blasfemia o el delito. Quiero recordar que en España el "ETA mátalos" es un delito, o el manifestarse a favor del asesino que mata a los policías, o twitear que la presidenta de la diputación de León merecía ser asesinada, son delitos; o insultar a la Monarquía, o al Gobierno, ¿o es libertad de expresión? Entonces que ocurre cuando se insulta a Dios si nadie es superior a Él.

No, yo no puedo ser Charlie, no quiero ser Charlie.

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