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Je suis Charlie
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Je suis Charlie

Actualizado 11/01/2015

Las armas pueden ganar batallas, pero la Paz se conquista con Diplomacia.

Nos enfrentamos ?todos- a un enemigo formidable: el mal llamado "Estado Islámico"; un Estado sin territorio, sin fronteras, sin policía, sin leyes ? Un Estado cuyos únicos actos son crímenes execrables contra la vida, la libertad y los derechos humanos, especialmente de las mujeres, y cuyos actores más visibles son desequilibrados agrupados en células durmientes que tienen como misión exclusiva el terror. ¿Cómo luchar contra eso?.

Por si fuera poco, parece indudable que el terrorismo yihadista se viene financiando a través del narcotráfico. La ruta del Sahel es ya una rutinaria forma de que la cocaína ?colombiana, mejicana- acceda a Europa, hasta el punto de que ya todo el mundo ?narcos y policías- habla de la Autopista 10 (el paralelo 10 que va desde Colombia hasta las costas de África Occidental) como la forma más común de llegada de cocaína a Europa, a través de países africanos.

Sabemos todos que el narcotráfico es capaz de movilizar recursos tan brutales como para poner a todo un país al borde del fracaso. Ejemplos hay en Centroamérica, África y Asia que no enumeraremos. Sabido es también que las FARC se han venido financiando con narcodólares y, merced a ello, han podido mantener una crudelísima lucha contra el Estado, hasta el punto de llegar casi a derrotarlo haciendo de Colombia un Estado Fallido, durante décadas. Sólo ahora, que la diplomacia ha comenzado a dar sus frutos en forma de conversaciones en La Habana, podemos empezar a hablar de verdadero desarme y progresos hacia la paz. Ese es un buen ejemplo de que no se puede acabar con ninguna violencia organizada y bien financiada sólo con medidas policiales o derrotas militares.

Pues bien, los datos objetivos del terrorismo yihadista no pueden ser menos halagüeños: desequilibrados sin entrañas ni cerebro cuyo único objetivo es hacer daño porque sí, poderosamente financiados y prácticamente indetectables. Da miedo pensarlo.

Ante semejante panorama, ¿qué puede hacer la comunidad internacional?. Frente a ataques de potencias extranjeras se combate a los soldados y se habla con los embajadores, se defiende el territorio mientras se bombardea la capital enemiga, se denuncia internacionalmente la agresión a la vez que se estrangulan los recursos del enemigo, se piden sanciones económicas e intervención de los aliados ? pero en este caso ¿cómo?.

Desde luego, lo que no podemos es creer ?como llegó a decir algún iluminado- que la Tercera Guerra Mundial será una guerra de civilizaciones ni de religiones.

Lo que ocurre es que nos va a tocar pagar ahora las consecuencias de una política egoísta y despiadada, de bloques Norte-Sur. Ahora comenzaremos a sufrir las consecuencias de nuestro modo de vida, profundamente estúpido e insolidario, que nos ha llevado a no querer ver la miseria de África ?o Asia- y a tolerar tiranos en Guinea-Bissau, Sierra Leona, Mauritania o Liberia, negándonos a comprender que la comodidad no puede ser una isla rodeada de miseria, que más temprano que tarde, los abismos económicos ?como las vallas de acero- generan inseguridad por profundamente injustos.

Probablemente habrá que seguir vigilando a los ciudadanos europeos de religión musulmana que viajan a Siria, pero mucho más que eso ?y sin perjuicio de las acciones de inteligencia y policía- contribuirá mejor a la seguridad europea combatir la tiranía de los países africanos que todavía la padecen, ayudándoles a dotarse de instituciones democráticas, y contribuyendo a instalar un verdadero estado moderno donde aún no lo haya.

De tal modo, tal vez no consigamos que Abubakar Sekau recupere una cordura que probablemente nunca tuvo, pero será más difícil que lleguen a manos de los yihadistas 7,5 ?uros de cada diez que gastamos en coca los europeos.

Dejémonos de perseguir fanáticos que se demencian y capturemos a los verdaderos asesinos.

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