DIBUJOS Y CARICATURAS: Cuestión de interés

Dibujar lo que es dibujar se me daba relativamente bien, solía pasar horas dibujando los muñecos de la factoría Disney. Pintar la realidad, tener delante un modelo, paisaje o bodegón y pintarlo ya era para mi otra cosa. Pintar y dibujar realidades nos ha permitido a lo largo de la historia tener las pocas notas de color del pasado. Ahora en la época de la fotografía el archivo de la historia será muy prolijo.

Hay quien pinta y dibuja y hay quien hace caricaturas. Éstas no son reales, son la obra de la mente, la interpretación mental que hace el autor de la realidad que tiene delante resaltando rasgos u omitiendo otros en el ejercicio de su libre albedrio y libertad de expresión. Esta obra libre de su autor nada tiene que ver con la realidad como decimos y suele ser fruto de la mente que conforme a su cultura, educación y experiencia interpreta la realidad para obtener la caricatura. Es decir es una obra totalmente subjetiva. De ahí que un dibujo de la Torre de Pisa o una fotografía, incluso una pintura, sean fácilmente reconocibles mientras que la caricatura de la Torre de Pisa puede ser que no sea reconocida por el observar con facilidad.

Para reconocer el sentido de una caricatura, sobre todo el mensaje que el autor quiere trasmitir con su creación, debo tener el mismo mapa mental que él. Entre culturas afines y personas educadas en la misma civilización puede resultar fácil, pero entre personas de diferentes culturas, educación y experiencias el asunto se complica.

La naturalidad ha sido siempre la mejor versión de la vida, pues no se presta a interpretaciones. Las percepciones de la vida generan a veces en nuestra mente caricaturas de la realidad que cuando son compartidas pueden generar extrañeza y perplejidad en quien las escucha, lo que genera un problema de comunicación.

A pocos, o nadie, se le ocurre ser un grosero, impertinente y maleducado, es decir, una caricatura de sí mismo, el día que su novia lo lleva a casa de los suegros para presentar al que será su futuro marido. Intentará comportarse con naturalidad y mesura para dar una buena impresión. Nuestra libertad de expresión queda entonces al servicio de un interés mayor cual es causar una buena impresión, agradar?(suele ser lo común), con el fin de que la novia quede satisfecha. Esta estampa es más real de lo que parece.

Sin embargo por dinero podemos realizar una caricatura de cualquier cosa, para eso nos pagan. Siendo en este caso el interés un digno salario por el trabajo realizado.

Dibujo o caricatura se convierte entonces en un juego de INTERESES. Son los intereses los que mueven el mundo. Viktor Frankl decía que el mundo giraba enamorado y que es el amor el que mueve el mundo. En función de nuestros intereses nos movemos del dibujo a la caricatura haciendo presente en la vida lo que la mente quiera con el fin de cumplir con éxito el fin que el interés suscita.

La libertad de expresión viene entonces condicionada por el interés que subyace detrás de nuestros actos. Si el interés es el AMOR nuestros actos se verán sintonizados con él y este no conoce de caricaturas. Mientras que si el interés es diferente al AMOR podemos encontrar que la mente provoque la aparición de caricaturas de la realidad, pues la mente lo permite y lo justifica.