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José Ángel Ávila: “En el Cottolengo aprendemos a valorar lo que es ayudar a aquellos que lo...
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ENTREVISTA AL RECTOR DEL SEMINARIO DIOCESANO DE SALAMANCA

José Ángel Ávila: “En el Cottolengo aprendemos a valorar lo que es ayudar a aquellos que lo...

Actualizado 09/01/2015
Redacción

Un año más la Diócesis de Salamanca oferta a los jóvenes la posibilidad de vivir una experiencia de solidaridad y fraternidad con los enfermos del Cottolengo de las Hurdes, en Cáceres. Una experiencia de servicio a los más pobres

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¿Qué es un Cottolengo, y en que consiste esta experiencia?

Se llama así por el apellido del fundador José Cottolengo. Es una casa dirigida por las Hermanas Servidoras de Jesús en la que atienden a niños y adultos, enfermos, incurables,? que no pueden ser atendidos por sus familiares ni ser acogidos en otros centros e instituciones.

La experiencia que realizamos con los jóvenes de nuestra diócesis en el Cottolengo consiste, en primer lugar, en que los chavales conozcan la labor que realizan las Hermanas en el día a día con los más pobres. Un servicio en el que nuestros jóvenes colaboran también en esas tareas diarias: ayudar en el desayuno y la comida, colaborar en las tareas de cocina y limpieza, así como en el acompañamiento personal. Normalmente cada joven suele estar pendiente de un residente de manera que esté acompañado todo el día. Y en tercer lugar, participamos en las oraciones y en la eucaristía diaria. Por otro lado, se suelen hacer actividades para los residentes que preparan los mismos jóvenes como puede ser alguna obra de teatro o cantar con ellos.

Son varios los años que esta actividad se lleva ofertando en la diócesis. ¿Por qué se suele elegir estas fechas navideñas? ¿Cómo es el ambiente del Cottolengo en estas fechas de la Navidad?

La experiencia se realiza en estas fechas porque es un buen momento para descubrir el auténtico espíritu de la Navidad, que es verdaderamente la celebración del nacimiento de Jesús. Un nacimiento que tiene que ver con la pobreza, la humildad, la providencia de Dios, en una sociedad en la que apenas se celebra ya este nacimiento de Jesús. Con todo el ambiente de consumismo que nos rodea, la experiencia del ir al Cottolengo es vivir el lugar donde nació Jesús, el pesebre, porque allí aprendemos a acoger a ese Niño Dios que va a nacer en los más débiles, en los enfermos que vamos a acompañar.

José Ángel, tú realizaste ya hace unos años esta experiencia. A ti, ¿qué fue lo que más te impresionó?

Son muchas las cosas que sorprenden. En primer lugar, un precioso paraje en el corazón de las Hurdes que te invita al recogimiento y a la contemplación. Me impresionó mucho también la acogida de las Hermanas, su alegría, desprendimiento y su labor exclusiva a los enfermos. Y, sobre todo, el contacto directo con estas personas discapacitadas, algunas profundamente enfermas, que requieren un cuidado total. Destaca el esfuerzo de las Hermanas por desarrollar las capacidades de cada enfermo, para lograr que tengan una vida lo más autónoma posible y también que colaboren cada uno en la medida de lo posible en la buena marcha de la casa como una gran familia.

Lo que más me impactó fue que las Hermanas viven de la providencia. Ellas dicen que es la parte esencial de su carisma, no dependen de subvenciones ni ayudas fijas, sino de lo que les va llegando cada día.

Esta experiencia viene siendo una de las habituales que oferta nuestra Pastoral Juvenil de Salamanca, ¿qué crees tú que aporta a los jóvenes de hoy?

Los jóvenes comentan que es mucho más lo que han recibido que lo que han podido dar. Yo creo que algo muy profundo cambia en sus vidas, por ejemplo valoran mucho más lo que es ayudar a aquellos que lo necesitan, se dan cuenta de que viven muy preocupados por ellos mismos, o se sorprenden de lo mucho que pueden ayudar y lo bien que se sienten cuando se hace el bien.

Algunos se apuntan como voluntarios a alguna residencia de mayores para ayudar o algún servicio de Cáritas. Por otro lado, también comentan que valoran mucho más lo que tienen en casa, su familia, el cariño, su propia salud, pero sin duda, lo que más les impacta es la alegría que se vive en el Cottolengo, el sentido de familia que se crea en medio de ese sufrimiento y la dedicación exclusiva de las religiosas hacia estos enfermos.

Fuente: Diócesis de Salamanca

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