Sí, sin violencia

En democracia hemos de admitir todas las posturas o posiciones políticas, incluso aquellas que no creen en el sistema, que buscan liquidar el mismo o están en contra de él, con la única excepción que, todos hemos admitido, es la de aquellas fuerzas que defiendan la violencia como instrumento de acción política y, para eso, nos dimos una Ley de Partidos políticos que impedía el acceso a la vida social de formaciones terroristas.

Con Podemos estaremos, o no, de acuerdo; aceptaremos, o no, su análisis político de la situación; creeremos, o no, en las medidas que puedan proponer para solucionar los problemas; nos gustarán, o no. Pero, lo que sí me resulta preocupante y, como demócrata, me encuentro muy vigilante, es con el hecho de que defiendan, comprendan, acepten, den cobertura o, simplemente, miren para otro lado cuando se practica o defiende la violencia como instrumento de acción política.

Me preocupa que ante la muerte de un policía a manos de un delincuente se comprenda la acción del asesino. Me aterra escuchar frases como "ir de cacería de fachas", o engreírse con que "les di dos hostias a unos de una clase inferior a la mía". Me angustia observar que se admite la agresión y/o acoso del político o del adversario como arma legítima, o como, ante un atentado como el de París, se afirma "Occidente asesina diariamente". Comprendo la indignación y la comparto, pero nadie y menos un dirigente político o personaje público, puede aceptar, alentar y mucho menos intervenir en acciones de amedrantamiento del adversario, de agresividad o de agresión al que no piensa como tú.

Si aceptamos o practicamos ese tipo de acciones, no podemos decir que somos demócratas, ni que respetamos las reglas de juego, ni que creemos en la libertad y, si eso no es así, en la medida que suponga una apología de la violencia o una acción violenta, deberán de soportar todo el peso de la Ley, incluso la declaración de ilegalidad de la formación que actúe así.

Miedo al adversario nunca, diálogo, disputa dialéctica, contraposición de proyectos, programas o visiones las que se quiera; pero, la violencia, venga de donde venga, encubra lo que encubra, o pretenda disculpar lo que se desee, es inadmisible en cualquier Estado de Derecho y, si algunos funcionarios de la educación (incluso aspirantes a ello), venidos a políticos, no lo entienden, que vuelvan a la escuela que a lo mejor no debieron dejar nunca, pues no se lo dejaron claro.

Me importa un pimiento si Podemos en la concurrencia libre, leal y democrática a unas elecciones puede, o no, obtener el poder, no le tengo el más mínimo miedo a eso, pues será fruto de la correcta disputa política en igualdad de condiciones y, por tanto, respetable. Los problemas surgen cuando, desde los medios de comunicación, el PSOE y, fundamentalmente, el PP, fracturan las "Conditions générales de participation", sin permitir a todos difundir su mensaje, cercenando e impidiendo que todos podamos llegar, en igualdad de condiciones, a los ciudadanos? y no pierden la vergüenza, ni se les cae la cara. Y, para colmo de males, estos señores/as de Podemos, de una u otra forma, acepten, ejerciten y permitan la violencia como instrumento de acción política; es decir, la eliminación del adversario y, ahí, surge el problema, sin que el ciudadano sea consciente de ello.

Cualquier opción política es lícita, sí; pero, cumpliendo las reglas del juego y no a cualquier precio