Artículo de Alberto Orfao, investigador principal del Centro de Investigación del Cáncer y Premio Castilla y León de Investigación Científica y Técnica 2013
Habitualmente, la relevancia de los resultados de la investigación científica se ve reflejada en el impacto que estos terminan por alcanzar. En general, el investigador no duda en reconocer la importancia de la diseminación de los resultados de la investigación entre la comunidad científica. Entiende que es imprescindible dar a conocer esos resultados a aquellos que puedan entender y utilizar los resultados obtenidos, para que esos resultados tengan verdadero impacto. Para ello, el investigador suele recurrir a conferencias y comunicaciones científicas presentadas en congresos de la especialidad y, sobre todo, a publicaciones en revistas de elevado impacto y difusión entre la comunidad científica del área. Tanto las publicaciones como los otros tipos de comunicaciones científicas, quedan con relativa frecuencia reflejados en textos y soportes audiovisuales que están accesibles a través de la red, en su totalidad o en parte, a la sociedad en general. No obstante, el lenguaje científico altamente especializado empleado en las mismas, y la gran cantidad de información recogida cada día en la red, limitan en la práctica el acceso a los avances descritos. Como consecuencia, el la sociedad suele quedarse fuera de este ámbito de diseminación de los resultados de la investigación a la comunidad científica. Al investigador no suele preocuparle en demasía la difusión limitada, ya que considera que la relevancia de su trabajo está en gran medida reflejada en la importancia y la influencia que los resultados del mismo tengan sobre la comunidad científica que le rodea. De forma casi automática, esto lleva al investigador a centrar todo su esfuerzo de diseminación del conocimiento generado, en su entorno científico. No obstante, para que los resultados de la investigación alcancen un impacto aún mayor si cabe, con frecuencia resulta imprescindible que estos traspasen la frontera de la propia comunidad científica y lleguen a la sociedad. La sociedad es en definitiva, la que terminará por beneficiarse del conocimiento generado, de las innumerables aplicaciones de ese conocimiento o de los avances tecnológicos que este proporciona. Es ella también, la que en última instancia determinará el esfuerzo que hade hacerse en investigación, dotándola de recursos, mediante un amplio abanico de mecanismos de inversión pública o privada. Por todo ello, resulta imprescindible hacer llegar a la sociedad los resultados más importantes de la investigación, no sólo a través de sus aplicaciones finales, sino que, y sobre todo, desde una divulgación activa de los mismos. La comprensión de la rentabilidad y la eficiencia de la investigación científica por parte de la sociedad constituyen la base sobre la que asienta una apuesta decidida por la misma.
La divulgación científica, requiere de un lenguaje especial para informar sobre los avances científicos y tecnológicos de mayor relevancia; además, ese leguaje debe facilitar la transmisión directa o indirecta de los hallazgos más importantes, haciendo especial hincapié en el significado de los mismos, su relevancia y posibles aplicaciones. Desde su creación, hace ahora una década, la Agencia DiCYT viene realizando una labor destacada en esta área, en Castilla y León. Sin retirar rigor a los avances científicos y tecnológicos, viene traduciendo los logros alcanzados a la sociedad, más allá de la comunidad científica. En esa traducción imprime un lenguaje llano y directo a la noticia que, independientemente de las múltiples facetas que pueda tener el lenguaje científico, termina haciendo llegar los resultados más relevantes de la investigación científica y tecnológica, a la sociedad, casi en paralelo con su diseminación entre la comunidad científica. Por este motivo, no he querido dejar pasar esta oportunidad de hacer un homenaje a los que han dedicado una década de trabajo a esta importante labor desde la agencia DiCYT.