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Salamanca, la Navidad y los niños
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LA MIRADA EXTERNA

Salamanca, la Navidad y los niños

Actualizado 06/01/2015
Redacción Comarca

El recién llegado pasea por las calles navideñas de la ciudad, una mañana soleada de sábado. Enfrente del Teatro observa un carrusel colorido, compuesto de trenes, coches, globos, que solo con verlo cualquier niño desea probarlo, subirse en ese aparato hecho a su medida, en esta gran ciudad que todo está hecho a medida de los adultos. Está protegido por una valla que lo separa de los peatones. Pero?¡qué raro! El paseante se ha parado unos minutos y el carrusel no se mueve: todo está parado. Y sin embargo hay niños a su alrededor. ¿Qué pasa? ¿Por qué no se monta ningún niño?

Por fin descubre la causa de que el carrusel no esté vivo, en movimiento, con niños disfrutando; dos euros, pone en un cartel. El precio de cada viaje.

Es un carrusel sólo para niños ricos; para niños de padres ricos. Los demás niños, con padres empleados, funcionarios, profesionales, obreros, no pueden montar. En el mejor de los casos quizás un día de estas vacaciones, la madre, el padre, una tía, hizo un esfuerzo, un pequeño cálculo y pagó ocho euros por dos viajes para los dos pequeños. Ese fue el límite. Hay muchos gastos estas navidades: los regalos, los reyes, la lotería, las comilonas?los sueldos no dan para más. Ya no hay más viajes en el tiovivo.

¿Y este carrusel, puesto en mitad de la céntrica calle, es municipal, es una empresa privada el que lo ha instalado y lo "gestiona"?, se pregunta el recién llegado con su obsesiva curiosidad. Y se responde: si fuera municipal ¿quién ha fijado ese precio para niños ricos, olvidándose de la gran mayoría de los niños de Salamanca? Y si es una empresa privada ¿cómo es que ha tomado esa decisión de poner un precio por viaje que hace que el carrusel esté parado casi todo el tiempo, sin beneficios económicos para el empresario y sin disfrute infantil? El paseante decide volver al día siguiente, domingo, a otra hora, por la tarde, para ver qué pasa, económicamente hablando. Vuelve al lugar, se para unos minutos y comprueba que, salvo un viaje con dos niños, el resto del tiempo el carrusel sigue parado. Ni siquiera hay niños mirando alrededor.

Este carrusel navideño parado es la metáfora de la actual economía de este país, opina el paseante. Parada, medio muerta. Unos poquísimos disfrutan, y la gran mayoría están paralizados en el consumo, en el intercambio de bienes, soñando, quizás, con tiempos mejores. "El próximo año la economía en España será de las mejores de toda Europa", repite cada año el Presidente. Ya nadie le cree. Ni sus ministros.

El carrusel está parado. Está hecho para moverse, para el disfrute de los pequeños, para celebrar la Navidad. La economía está estancada. Como en Belén, en el año 1 de nuestra era. Los niños de Judea nacían en pobres pesebres; excepto los romanos ocupantes, todos los demás vivían pobremente.

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