¡A la rica educación artística recortada!

Dicen que el hábito no hace al monje, es posible que así sea, y por la misma razón la cámara de fotos tampoco hace al fotógrafo, ni el pincel al pintor, ni la plomada al arquitecto. Esto, que debiera estar aceptado por EL COMÚN sin prejuicios ni reservas, no lo es en el devenir cotidiano, la inmensa mayoría de las personas que conozco no valoran de la misma manera una fotografía que una pintura, por decir dos artes parejas y paralelas, no consideran que la cámara es un instrumento, una herramienta en manos del artista, al igual que lo es un pincel o un cincel. Se suele decir ante un buen cuadro: "qué bien pintado está", se entiende así que la mano del artista doblega al pincel y la misma gente cuando ven una buena cámara piensan y dicen "con una cámara así, cualquiera hace buenas fotos" y los hay, incluso, que se cuestionan si la fotografía es un arte mayor o menor.

No es extraño que haya mucha gente que piense así porque durante muchos decenios las buenas cámaras de fotos estaban al alcance de muy pocos y por consiguiente la fotografía artística también. En los últimos años esta discusión ha cambiado mucho, tanto, que ahora cualquiera se cree un artista de la fotografía, las cámaras se han hecho muchísimo más asequibles y el remate ha sido la inclusión de pequeñísimos objetivos en los llamados dispositivos móviles lo que ha traído consigo una masificación de la hecho fotográfico como nunca se había dado. Hoy, en lo que has leído estas líneas, se han realizado en el mundo entero docenas de millones de imágenes que, a su vez se han compartido entre millones de personas de todos los continentes a la vez. Surgen por todos lados encuentros de gentes que usan las redes sociales para poder sosegarse un poquito en su desenfrenada producción fotográfica y así poder hablar e intercambiar inquietudes, pareceres y fotos con otras personas de las que sólo conoces sus fotos, pero no qué piensan en ellas y menos mal que es así porque desde fuera da la sensación que de esto es un barullo fotográfico donde la cantidad de malas fotos que se hacen al minuto es tan grande que es casi imposible separar el grano de la paja.

A mi me gusta que la gente se exprese con la imagen, que comparta sus inquietudes y, sobre todo, que cualquiera lo pueda hacer, eso debiera llamarse democratización del medio, algo que ya no es exclusivo de las clases sociales pertenecientes al poder y que, afortunadamente, debemos aplaudir. Pero hay algún inconveniente: el afán desmesurado de lucro de las grandes empresas de dispositivos móviles va muy delante del aprendizaje sosegado que se necesita para que esos dispositivos sean sólo instrumentos al servicio de la mente del creador y no un fin en sí mismos y no es casual que así sea. El poder, dios y el dinero, o sea, la santísima trinidad al completo, se han dado cuenta que es un nueva manera de someter al personal si a la par se ahoga la enseñanza artística y si a la vez que todo se embarulla más, se prescinde de dotar a niños y jóvenes de la formación y cultura artística suficientes para poder expresarse libremente y con verdadero conocimiento de las herramientas que se usan. Tras los recortes habidos en la educación pública no es de extrañar que las enseñanzas artísticas queden reducidas a la mínima expresión, ni tampoco que las fotografías que más "me gusta" tienen en las redes sociales sean las que menos compromiso artístico muestran. Que las redes sociales se banalicen y que la semántica de la imagen en esos medios sea "buena, bonita y barata" y casi nunca verdaderamente interesante, muestra a las claras hacia donde nos lleva este desacarreo.

Para muestra este botón en mi Instagram: ¿cómo es posible que estas dos fotografías, en los que solo hay que estar allí, tengan más de 100 "me gustas"?

o que esta y la que encabeza este artículo no pasen de 25 y que las siguientes no lleguen ni a 15?

Paisajes minimalistas, ya sean de interiores o de exteriores, detalles de la naturaleza o autorretratos imaginarios, no parecen ser del gusto de la masa aunque el que suscribe haya puesto casi todo.

Dicho lo cual, no quiero decir que de entre tantísima baratija fotográfica no puedan salir unas cuantas joyas que nos alegren el día. Búsquenlas si tienen tiempo y ganas, que las hay a pesar de todo.