Tópicos, envoltorios y otros temas navideños

Hace frío. Siluetas que al contraste de las luces de Navidad que adornan calles y plazas, con el rostro oculto en el abrigo que les protege del frío, recorren las calles con frenesí en pos del regalo perfecto intentando no resbalar en la carrera con el suelo helado. De un lado a otro casi sin parar ultiman compras y regalos. Papeles brillantes, lazos de colorines, objetos que no necesitamos ostentosamente envueltos. Da un poco de vergüenza que tenga que ser un anuncio de la tele el que nos recuerde cuál puede ser nuestro mejor regalo para aquellos que de verdad nos importan: un poco de nuestro preciosísimo y escaso tiempo (y tiempo de calidad, no cuenta el tiempo perdido) envuelto primorosamente en nuestra mejor actitud, entrega, sonrisas? cariño y afecto. Pero es así: necesitamos que nos lo recuerden y que lleven al extremo del ridículo los tópicos más manidos de nuestra sociedad estresada para realmente tener la oportunidad de caer en la cuenta a tiempo para rectificar.

Envoltorios. Puede sonar a otro tópico navideño, pero ya hemos comprobado que no están demás los recordatorios. No son regalos lo único que envolvemos de llamativos papeles estampados y adornamos con lazos y moñas de diversos tipos. ¿Cuántos no nos hemos vestido y recubierto de variopintos papeles para aparentar lo que no somos y en general para parecer más y mejor (desde nuestra miope mirada) de lo que somos? Y también, ¿cuántos de los que nos rodean y tenemos cerca son, con su naturalidad no simulada, verdaderos regalos y bendiciones? Y sus vidas, envueltas de esa autenticidad propia y llana, de esa vulnerabilidad no escondida, son el ejemplo de la aspiración más envidiable? Los regalos bien envueltos hacen más ilusión. Y eso no es un tópico es una realidad mil veces comprobada. Pero siempre que el envoltorio recubra en su justa medida y exprese el mimo y dedicación especial que hemos puesto al pensar en el detalle que puede agradar a una persona concreta y no en el papel que trata de cubrir u ocultar nuestra desidia, falta de originalidad o simplemente de detalle, la mecanicidad de regalar "porque toca" y "lo que toca" en vez de aprovechar la ocasión (y toda la que se presente) de mostrar que queremos a los que nos importan tal y como son, con todos sus hobbies y gustos estrafalarios y extraños.

Es tiempo de ilusión. Entre el año nuevo y la Epifanía se gestan los mejores deseos, propósitos e ilusiones de casi todos. Y ya sea en la creencia de las nuevas (y a veces irreales) oportunidades que puede brindarnos el nuevo comienzo o en esos Magos a veces deificados a la categoría de "todopoderosos" que pueden traernos del lejano oriente toda suerte de cambios y bienes, creo que todos necesitamos creer en algo que nos impulse y haga de trampolín para poder empezar de nuevo, emprender nuevos proyectos, regenerarnos, reinventarnos y seguir creciendo. Está bien y es bonito. Ojalá no perdamos nunca la ilusión y la fe de que "todo es posible", porque lo es, todo es posible si se trabaja para construirlo. Hombre, todo, todo no? por el momento ni los cerdos vuelan, ni a las ranas les crece pelo (ni hay ciencia que se acerque a ello), pero siempre hay que hablar de sueños verosímiles, posibles aunque la posibilidad parezca incierta y remota.

Me queda poco por decir sobre este tiempo que no suene a tópico redicho, a deseo sobado para el nuevo año. Ojalá todavía haya muchos a tiempo de parar el frenesí navideño y disfrutar, pasear sin prisas sintiendo cómo las orejas y la punta de la nariz escapan de todo gorro, bufanda y abrigo y enrojecen ateridas por el frío; de sacarse "la foto de moda" esta temporada a contraluz de la gran bola roja en la plaza mayor o de reírse a carcajadas al caer de culo por los efectos de la helada. Y por no acabar sin tradición? ojalá este 2015 traiga consigo un cargamento de oportunidades y experiencias (de todo tipo) para cada uno.