Los efectos de este animal en personas con cualquier tipo de discapacidad son tan positivos que demuestran pequeños avances en su evolución
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Con solo montarse a un caballo y sentir su calor ya se convierte en una terapia, en especial para las personas con algún tipo de discapacidad. Pero la lista de ventajas de la equinoterapia es muy amplia, ya que se ven avances a nivel físico, emocional y sensorial, que es posible en Salamanca gracias a la Asociación Salmantina de Equinoterapia (ASADE), que con un amplio número de voluntarios hace posible cada sesión, para adultos y niños en un Club Deportivo de Pelabravo.
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Los beneficios del caballo
¿Y qué aporta el caballo a una persona con discapacidad? Las responsables de ASADE hablan de independencia, seguridad, movilidad o mejora del equilibrio, pero a todo eso hay que sumar las ventajas a nivel emocional y cognitivo. Este animal aporta su calor corporal, que es superior al del ser humano "y eso hace que se relaje la musculatura, los ligamentos", apuntan. Además, por el impulso rítmico que transmite el caballo en su forma de caminar o trotar "favorece que la musculatura se contraiga para dar tonicidad a los músculos", y también es positivo para el equilibrio y la estabilidad del tronco y la cabeza.
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Ejercicios adaptados a cada usuario
Soraya Martín es la madre de Lidia, que padece una enfermedad rara que le causa un retraso psicomotor, y fue una de las primeras usuarias de esta terapia. Ella destaca que los ejercicios que hacen están adaptados a cada niño y pueden trabajar la psicomotricidad final, o a nivel cognitivo con las letras y canciones. Esta madre ha vivido la evolución de su hija desde que acude a equinoterapia, "ella monta rígida y se va adaptando al caballo y acaba erguida", describe. Y es montar en el caballo y ya notan un cambio, "como empieza a relajar las piernas y cómo se acomoda al caballo".
Otra de las usuarias de esta terapia, María, de 23 años y con parálisis cerebral, no habla, "pero cada vez que se sube a un caballo se ríe a carcajadas", recuerdan las terapeutas. Y los niños autistas que tienen empiezan a dar abrazos al caballo, y en más de una ocasión las propias terapeutas reconocen que se les caen las lágrimas al ver ese tipo de respuestas con estos animales. La conexión de los niños con los caballos es "inmensa", como advierten Inés y Mamen.
Caballos con experiencia en terapias
El caballo sabe perfectamente quién está encima, "y qué puede y no puede hacer", subrayan. No esconden que en las sesiones se caen muchas lágrimas al ver la evolución, "porque ves niños que no controlan el tronco y se les cae el cuerpo, que no son capaces de estar erguidos, y que empiezan la terapia tumbada, se relajan los músculos enseguida y se ponen erguidos", detallan. Y un niño con autismo que tiene estereotipias han notado que encima del caballo no tiene ninguna, "está tan atento al caballo que no se mete con la estereotipia", advierte Inés García.
Cada sesión tiene una duración aproximada de 45 minutos. Lo primero que hacen es saludar al animal, se acercan y le acarician, además de cepillar al caballo, limpiarle los cascos y vestirle. Cuando ya está preparado se baja a la pista. Allí, cuentan con una rampa para facilitar la subida al caballo, y disponen de una grúa para facilitar ese paso y que consiguieron gracias a una subvención de La Caixa. Una vez subidos al caballo lo primero que hacen es una pequeña relajación (de unos diez minutos), para aclimatarse al caballo, con respiraciones profundas, según relata Mamen Hernández. Cada usuario está acompañado de tres personas (por eso la importancia del voluntariado en ASADE), en concreto, una persona que hace de ramal y lleva el caballo, el terapeuta que conduce la sesión y el acompañante que ayuda al terapeuta a pasarle material o aquello que necesite.
Las terapias se adaptan a cada niño porque cada uno necesita una cosa, "y también depende de cómo viene el niño ese día". Siempre abarcan todos los ámbitos, como el físico, el emocional, el cognitivo o el sensorial, como enumera Inés García. Subidos al caballo hacen ejercicios físicos, juegos, canciones, etc. Cuando finalizan estos ejercicios se bajan del caballo y se sube al animal a la cuadra, "donde se hace la despedida para agradecer al caballo, se desviste y se le da un premio, un cachito de pan o una manzana", relatan las terapeutas.
La importancia de los voluntarios
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Becar terapias
Por último, destacar que esta asociación es sensible a la actual situación económica de crisis y no quiere que ningún niño con discapacidad se quede son los beneficios de la equinoterapia porque su familia no pueda permitírselo. En estos casos invitan a las familias a hablar con ellos ya que existe la posibilidad de becar a esos usuarios y la opción de pagar parte de la sesión. Ellos estudiarán y analizarán cada caso. Asimismo, gente externa puede patrocinar las sesiones de equinoterapia a estos niños con escasos recursos.
Eva Cañas
Salud a Diario
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