Una de las mejores noticias de política internacional que hemos conocido a finales de este 2014 es el comienzo del deshielo entre Estados Unidos y Cuba, primer paso para una normalización de relaciones diplomáticas.
El bloqueo económico y político norteamericano de la isla de Cuba que data de los años 60 ha sido siempre duramente criticado por la mayoría de los países de América Latina y por muchos ciudadanos españoles y europeos. La ingerencia política de Estados Unidos en América Latina desde mediados del siglo XIX ha supuesto una auténtica losa a unas relaciones diplomáticas y culturales normales entre el poderosos vecino del norte y el resto de los países norteamericanos. Una expresión típica mexicana lo reflejaba muy bien "pobre México tan lejos de Dios y tan próximo a Estados Unidos".
Claro que el régimen de Castro ha utilizado también el bloqueo norteamericano para difundir un nacionalismo cubano revolucionario que aceptara sin criticar la política dictatorial del régimen. En realidad, el castrismo se ha beneficiado de ese infame bloqueo, de la misma manera que el aislamiento internacional en los comienzos del régimen de Franco tampoco perjudicó a la dictadura franquista, sino al conjunto de los ciudadanos españoles que tuvieron que soportar grandes penalidades económicas por aquel aislamiento internacional de mediados de los 40 y 50.
Ahora bien, la propuesta del presidente de Estados Unidos de normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba supone un importante desafío para la dictadura cubana que se queda sin la coartada del bloqueo económico para justificar su disparatada política económica y su régimen político dictatorial. Igualmente, deja al descubierto el rancio discurso antiimperialista de algunos regímenes populistas de Latinoamérica como Venezuela, Bolivia o Nicaragua como se ha demostrado estos días en la última reunión de la Organización de Estados Americanos.
Ahora bien, el establecimiento de relaciones diplomáticas y la eliminación de las sanciones económicas norteamericanas a Cuba no va a ser tarea fácil, por dos razones principales, el dominio republicano de las dos Cámaras Legislativas y en segundo lugar, la fuerza política del exilio cubano en Miami.
Los miembros del partido republicano pueden impedir la aprobación de las leyes que acaben con el bloqueo económico como ya han declarado algunos de sus líderes, animados por cierto por el exilio cubano que con el paso dado por el presidente Obama se quedan también fuera de juego. En cualquier caso, 2014 se despide con una esperanzadora noticia, el fin de un símbolo de la guerra fría: el infame bloqueo económico norteamericano de Cuba.
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