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Navidad en tienda de campaña
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Navidad en tienda de campaña

Actualizado 29/12/2014
Ferenando Segovia

Hace unos años se me ocurrió montar el Misterio del Nacimiento bajo una tienda de campaña, inspirado por el fabuloso prólogo del Evangelio de Juan ?"la Palabra plantó su tienda de campaña entre las nuestras, acampó entre nosotros"-, pero hace un par de días me avergoncé de mí mismo al ver otro Misterio bajo otra tienda, en este caso en un campamento de refugiados cristianos iraquíes en el Kurdistán. Dice la ONG "Ayuda a la Iglesia necesitada" que hace diez años había 1.600.000 cristianos en Irak, pero que ahora no llegan a 200.000 y se han lanzado a una campaña, a petición de los obispos iraquíes, encaminada a ayudar a los cristianos perseguido por el mal llamado Estado Islámico a ver si, por la ayuda directa y por la presión de la opinión pública, conseguimos que el Cristianismo no desaparezca del Oriente Medio.

Los cristianos están en Siria desde el Siglo I ?recuérdense los Hechos de los Apóstoles y sus referencias a la floreciente comunidad cristiana de Antioquia de Siria- y en Irak desde el siglo III, si no antes. Ciertamente antes del Islam, que fue fundado en el año 610 ó 622 de nuestra era, según se tome como referencia el momento de la revelación de Dios al profeta Mahoma o el de la huida a Medina.

Los cristianos en el Medio Oriente siempre han jugado un papel moderador entre sunitas y chiitas y han dignificado las sociedades árabes y los países de mayoría islámica con su aportación cultural pues siempre han potenciado la educación y la escuela de calidad para todos, no solo para los cristianos.

El Islam es una experiencia religiosa con vocación universal. El Islam es también una organización social y política. Al igual que otras religiones, el Islam experimentó la tentación del poder y de la fuerza. De la época de la revelación a Mahoma procede "la guerra santa" como esfuerzo contra el pecado y camino espiritual, pacífico, de purificación personal y llamada profética a la conversión y al cambio de los corazones para someterse a Dios. De la época de su instauración como sistema sociopolítico procede la tentación a identificar la guerra santa con guerra a secas y a húmedas, húmedas de sangre. El radicalismo ?fundamentalismo, integrismo- islámico no es cosa de ahora, ni ha nacido con los procesos de emancipación de los pueblos árabes de sus colonizadores occidentales durante los siglos XIX y XX, aunque se haya visto potenciado por ellos, sino que viene de muy atrás, casi desde el principio.

Ese fundamentalismo, el recurso a la guerra y a la violencia por parte de algunos musulmanes para imponerse por la fuerza, tiene mucho que ver con las corrientes teológicas dentro del Islam: en el Islam no hay una autoridad religiosa suprema; en principio, nadie es más que nadie y la fe se vive en una relación directa del creyente con Dios. Al no haber autoridad religiosa suprema, el riesgo de que las autoridades de segundo rango se apoyen en el poder de las armas, del estado o, en su caso, en el terrorismo, como se da ahora en Siria, en Irak, Afganistán, partes de Nigeria, Mali, República centroafricana y entre grupos de neoconversos occidentales, es muy grande.

Los occidentales, desde luego los cristianos, pero también los demócratas en general, estamos obligados a dos cosas: no aprovechar el terror para ir contra la fe en general y la fe cristiana en particular y dialogar con los enemigos, aunque sea casi imposible hacerlo. Es un círculo endiablado, porque los fundamentalistas practican ante todo el lenguaje de las armas y del poder totalitario y los demócratas, por más serenidad y diálogo al que nos impulse nuestra conciencia espiritual y la práctica política de la democracia, nos vemos obligados a hacer entrar en razón a los que no quieren razonar. Esto ya ha sucedido otras veces: Batallas de Poitiers, Navas de Tolosa, Lepanto, Asedio de Viena. ¿Se podrá impedir en el futuro otra batalla decisiva, aunque sea librada en una guerra asimétrica? ¿Habrá oportunidades para la razón, el diálogo, la convivencia y una verdadera tolerancia ?no la de reducir a cristianos o musulmanas a ciudadanos de tercera división, que de eso hay secular experiencia-?

Ojalá, es decir, Dios lo quiera. Y nosotros también, que no parecemos estar muy por la labor.

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