Ministros de Sanidad

Ante la vacante en la cartera ministerial de Sanidad esta vez me conformaba con que la persona elegida para cubrirla se inquietara si acaso, un día cualquiera, se encontrara un Jaguar en su garaje, así sin venir a cuento? Ha sido Alfonso Alonso el elegido, un perfil político, de hombre de confianza del presidente. El mismo que su predecesora pero sin sombra de sospecha conocida. Que acierte lo que pueda y sepa.

Realmente, en nuestra querida España de finales de 2014, el ministro de Sanidad ya no tiene demasiado margen de maniobra. Existe una cosa llamada Sistema Nacional de Salud y existen diecisiete servicios sanitarios autonómicos. Puedo decir que ya he atendido, al menos en una ocasión, a titulares de las diecisiete clases de tarjeta sanitaria. ¡Ya las he visto todas! Sólo me falta un ejemplar del organismo que cubre la Sanidad de Ceuta y Melilla. Diecisiete tarjetas, diecisiete. Diecisiete sistemas informáticos para "facilitar" la tarea a los profesionales. Diecisiete calendarios de vacunas, porque, como es sabido, la epidemiología riojana difiere muchísimo de la soriana o la navarra. Diecisiete peticiones de fondos y diecisiete exaltaciones de la taifa regional es la cruz para el ministro o la ministra de turno cuando acude a esa otra cosa llamada Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud.

Vacío de contenido una vez transferida la Sanidad a las comunidades autónomas, a su habitual compañero de titulación, "y Consumo", lo han sustituido por Investigación, por Política Social o por Igualdad, que siempre me he preguntado por qué no arrimaban el ascua de la Igualdad a Justicia, a Economía o Hacienda. Un Ministerio de Sanidad de segunda división ha llevado al Paseo del Prado a ministros de tercera, desde Celia Villalobos y su hueso del cocido para combatir las vacas locas hasta la atolondrada gestión de la gripe A por Trinidad Jiménez o la pésima comunicación en el asunto del ébola de Ana Mato. Salgado quiso ascender hasta la cúpula de la OMS, aprovechando la coyuntura, y Pajín se colocó en la Panamericana de Salud esgrimiendo como joya de su currículum una experiencia ministerial que nunca debió tener. El mediático Soria también resultó fallido y a la discreta Ana Pastor la han preferido en despacho más decisivo, que segundas partes nunca fueron buenas. En el recuerdo, una figura respetable, la de Ernest Lluch, víctima de ETA. Algunos licenciados en Derecho, otros economistas, un par de médicos y varios sin oficio ni beneficio, animales de partido. Lo suficiente para que el Ministerio de Sanidad haya puesto alfombra roja a recortes en los derechos, a veces al servicio de un liberalismo económico sin humanidad, y otras entregado a una ideología de género igualmente deshumanizada y deshumanizadora.

Fotografía: salón de retratos del Ministerio de Sanidad (los retratos de los ministros, que no falten)