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Mons. Osoro: Una persona, un libro (con J. Bastante)
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Mons. Osoro: Una persona, un libro (con J. Bastante)

Actualizado 12/12/2014
Xabier Picaza

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J. Bastante acaba de publicar un libro titulado Carlos Osoro, el peregrino. El hombre del Papa Francisco en España. Es un libro que engancha desde el principio, porque está bien escrito y porque narra de manera ágil y profunda la vida y camino de Osoro, que empieza a ser un hombre clave de la Iglesia de España.

Termina la "era Rouco", empieza una etapa nueva, y será bueno tener alguna orientación para situarse ante ella, como hace este libro. No es demasiado lo que conozco a Osoro, pero me atrevo a presentar algunos datos de mi relación con él, desde el año 1972 en que le conocí, pasando por Torrelavega, por Orense. Después ofreceré un brevísimo juicio sobre (y desde) el libro de Jesús Bastante, con su imagen del Obispo de Madrid, a quien presenta como el hombre del Papa Francisco en España, en la era post-Rouco que empieza.

1. Osoro, el hombre. Un recuerdo

Cuando llegué a enseñar a Salamanca, en otoño de 1972, Carlos Osoro, del último curso de especialidad en teología era ya una leyenda, y así se contaba de boca en boca su historia. Era el delegado de los estudiantes de Teología, y había guiado con su compañero Adolfo G. Montes (hoy obispo de Almería) la gran transformación de la Facultad.

Esa transformación sucedió mientras yo andaba por Roma y Poio, estudiando Biblia, empezando a enseñar. Me había licenciado en doctorado en Salamanca (1964/1965) y siguieron allí, por unos años, los antiguos profesores, representantes de una teología honrada, pero pre-conciliar. Eran hombres buenos, honestos, dignos de todo homenaje, pero les habían educado para otro tipo de enseñanza.

Y entonces, por presiones dirigidas y encauzadas por Osoro y Montes (y por otros), llegaron los delegados de Roma y "jubilaron" (con dolor, quizá con injusticia) a los profesores "antiguos", que se fueron sin decir nada (¡gracias a vosotros, viejos maestros "expulsados", mis maestros Conde y Sobradillo, y otros cuyo nombre no quiero recordar).

Ese gesto determinó el futuro de la Iglesia de España, pues de aquel cambio provienen algunos de los "obispos" hispanos más influyentes hasta el día de hoy (Setién y Sebastián, Rouco y Cañizares, Blázquez y G. Montes etc. etc.). Ese cambio debió suceder entre 1967 y 1970. Yo vine después, cuando el cambio ya se había hecho.

Llegué a Salamanca el año 1972 y me recibieron Setién (al que harían pronto obispo), Sebastián, Rouco, G. de Cardedal? y la nueva hornada de teólogos salmantinos que debían en parte sus cátedras a Osoro y compañeros estudiantes (tras visita académica de las autoridades de Roma).

Llegué el 72, él Osoro siguió todavía un año (un curso)? No sé si vino a las clases sobre Bultmann que yo ofrecí como curso extraordinario a alumnos de todos los años. Pero alguna vez nos vimos, conservo su recuerdo, pero sin mucho más en particular. Él (unos años más joven) era ya una leyenda, yo un profesor novato, un poco mayor.

En el verano del año 1973 se ordenó presbítero y supe pronto que le enviaron a Torrelavega, porque yo tenía allí algunos de mis mejores amigos, alumnos, conocidos. Por ellos conocçi y conozco bien (muy bien) la labor de Osoro en aquel pueblo, donde llegó a ser pronto la figura más conocida de la Iglesia: Hombre para todos, para misas y campamentos, para colegios y agrupaciones, para trabajos y marchas. El libro de Bastante ilumina bien este paso de Osoro por Torrelavega (pag. 113 y ss), cómo le querían, como le siguen queriendo, su gente, a unos kilómetros del pueblo donde nació (junto a una Iglesia que visito casi siempre que paso por allí, junto al camino/carretera que va de Vargas a Liérganes)

Después le hicieron rector del seminario de Corbán y Vicario de la diócesis. Le escribí algunas veces o le llamé, sobre temas concretos de sacerdotes y de conocidos. Siempre tuvo tiempo para responderme con amabilidad y para invitarme a pasar por allí, pero no tuve nunca tiempo para hacerlo. Conozco sin embargo bien sus buenos trabajos en la diócesis cántabra, por curas amigos, por jóvenes y mayores con quienes he seguido teniendo relación.

Le vi por última ven en Ourense, cuando ya era obispo. Yo pasaba de Poio a Salamanca con dos africanos, y me paré con ellos en la ciudad, para dar una vuelta y tomar un bocadillo antes de seguir a Castilla. Creo que era el año 1999. Me conoció de lejos en plena calle, y vino corriendo a saludarnos. Me (nos) invitó a comer: ¡Hay sitio, siempre hay sitio para ti, Xabier, y para vosotros sus amigos?! Pero no pudimos parar, nos esperaban en Salamanca.

2. Osoro obispo, el libro de J. Bastante

Después he seguido menos la vida de Carlos, por cuestión profesional (dejé la Facultad de Teología y los ministerios oficiales) y por cuestión de trabajo, estoy en un pueblo, alejado de los centros de responsabilidad eclesial. Pero he conservado vivo mi cariño por él y mi recuerdo, y doy gracias a Jesús Bastante por haber avivado en este campo mi memoria. Por eso, de ahora en adelante, sigo recogiendo noticias, juicios y evocaciones del libro de Bastante.

Este libro de Jesús no es propaganda a favor de Osoro (ni una biografía oficial), aunque tiene rasgos de eso, pero siempre con humanidad, verdad, objetividad. Se nota el calor humano, la sintonía del periodista con el obispo (algo que resultaba prácticamente imposible con Rouco, al menos en ese tipo de distancia). Todo el libro respira un gran calor evangélico, la simpatía de alguien como Jesús Bastante (¡para distinguirle de Jesús de Nazaret!) que se acerca desde su vertiente profesional a un hombre de Iglesia como Carlos.

Resulta admirable la rapidez con la que Jesús ha escrito y publicado este libro, aunque ya de antes conocía al obispo Osoro. A Osoro le nombraron obispo de Madrid el 28 de agosto del 2014. A los tres meses estaba ya en la calle (a primeros de noviembre del 2014). Ciertamente, es un libro rápido (incluso con fotos?), pero no de circunstancias, para salir del paso, sino porque penetra en la trama más honda de la vida de Osoro, que ha encendido en muchos de nosotros una luz de esperanza en el próximo futuro del episcopado hispano.

Ciertamente, hay cosas en las que quizá no estoy del todo acuerdo con Osoro? pues su figura me sigue pareciendo todavía (quizá) demasiado clerical en el sentido estrecho del término. No veo clara su manera de entender los ministerios, su rechazo a la "ordenación" de las mujeres y otras cosas que ahora quizá no es preciso resaltar. Pero estoy de acuerdo con él en otras muchas cosas (y estoy seguro de que él seguirá cambiando, en sintonía con la Iglesia y con los signos de los tiempos que también nos llevan de la mano, con Jesús de Nazaret y su evangelio.

1. Es precisa una nueva presencia en la vida de los hombres y mujeres, empezando desde la calle y no desde la catedral o el palacio episcopal?Éste es el estilo de Osoro, así le hemos visto con Javier Baeza (¡un abrazo!) en los barros de Vallecas (aunque quizá le sobraba en ese contexto la sotana).

2. Resulta necesaria una nueva evangelización desde la vida concreta, sin apelar a la política del poder, sin intervenir desde arriba (con presión de calle) en los asuntos de la sociedad civil? Éste cambio va a ser fundamental, para retomar algunos aspectos fundamentales de la era Tarancón, para poder realizar esta segunda transición cristiana que está llamando a nuestras puertas.

3. Me parece positiva su forma de entender las familias, de valorar y promover el matrimonio, pero sin condenar a los divorciados, ni cerrarles el camino de los sacramentos?También me resulta valiosa su forma de condenar el aborto, pero sin juzgar y condenar desde arriba a los que abortan, ni querer cambiar la situación a través de un cambio de leyes civiles, sino con humanidad, con formación, con otros medios humanos y cristianos.

4. Me parece positiva su forma de entender la sociedad, de entrar en ella desde abajo (desde el pueblo/pueblo), pero sin excluir a nadie. Estamos ante una Iglesia que debe abandonar toda pretensión de poder, todo pacto con las instituciones imperantes, para entrar de lleno en la vida de las personas.

5. También pienso que es clara su forma de situar el tema de la "presunta" pederastia de algunos miembros del clero, en gesto de radical rechazo, de condena de los abusadores, de ayuda a los abusados? pero abriendo para todos las puertas de un cambio y reconciliación (siempre desde la verdad y la justicia, sin privilegios clericales?.)

6. Y para acabar, me parece, sobre todo, básico su nuevo talante de "escucha", reconociendo un espacio para todos en la vida de la iglesia?

3. Conclusión personal

No puedo pedir nada a Carlos Osoro, sino sólo recordarle? Me gustaría decirle que estoy más empeñado por la teología y la vida de la Iglesia que el año 1972/1973, cuando nos conocimos, de otra forma, pero con más pasión y más entrega. Casi me atrevería a decirle que soy uno de los escasos "liberados" totales que quedan (quedamos) en la teología hispana, un "lujo" de liberación, te lo aseguro, Carlos (esto es algo que se lo debo a gente como él, y a mi mujer, que me permite estar así, al 100% al servicio del pensamiento cristiano.

No quiero pedirte nada, Carlos, sino decirte que me cuentes, si tienes espacio para ello, entre los viejos amigos o, por lo menos, conocidos. Y si algún día nos vemos en la calle de Madrid o Salamanca y tienes (tenemos) un rato libre, nos tomamos un café y conversamos, como querías aquel día en Orense. De todas formas, si un día pasar por cerca de San Morales, con un tiempo libre, te recibiríamos Mabel y yo contentos? y vendría también Juan Pedro, nuestro párroco de aldea, hombre admirable, de tu estilo.

((PD. Me quedaba una cosa en el tintero: Gracias a ti, Jesús Bastante, por este gran libro. Es "demasiado" como algunos dicen, es simplemente tuyo).

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