Cuestión de delantera

Lo reconozco, estoy un poco perdida. Anoche, el subidón de fastos infantiles ?los cumpleaños de la niña bonita son un prodigio de azúcar y adultos borrachos de criaturas- acabó hablando de política, y claro, yo últimamente parece que no me preocupo más que de las fotos de las tetas de Madonna, porque uno está en plan revival en todos los sentidos. Será porque no me escandalizan ni la corruptela ni la estupidez imperante. Al de Podemos le han pillado con la trampilla del sueldo en negro los mismos que pagan sedes en billetes opacos y mantienen un contable de esos que hace las cuentas fuera? como algunos deportistas que no sé en qué carajo se van a gastar el dinero que se ahorrarán tributando en Andorra. Los paraísos fiscales son de una cutrez espantosa, el agujero negro del culo del sistema que adoran las brujas y los hijos de puta de un país en el que hay gente que no tiene qué comer. Mientras la cifra de parados sea tan escandalosa, mientras se les niegue el pan y la sal a los que quieren trabajar y no pueden, cualquier corruptela debería ser castigada en público de forma ejemplar, con luz, taquígrafos y hasta castañuelas... Pero claro, como en todas partes cuecen habas y Acebes, pues nada, corremos el estúpido velo y aforados y aforrados ahora se buscan las cosquillas para temer a Podemos por si acaso al personal le da por ponerse castigador en las próximas elecciones.

Yo, con tanto trabajo pendiente, parece que solo puedo atender a un solo frente. O me preocupo de Rajoy, que está muy crecido, o asisto al encumbramiento de Alfonso Alonso como ministro de la gasa y sutura. Y claro, no me da para tanto y me quedo en las tetas de Madonna. Será porque una ya va para abajo, con la ley de la gravedad tirando de todo. A mí que me entrene Ancelotti y nada, a seguir metiendo goles como si no hubiera mañana, total, la borrachera de glucosa de los invitados de mi hija se contagia de mala manera y puestos a ponerse y a poderse, les reformo la constitución en un plis plas. Doctores tiene la santa madre iglesia para cambiar el texto con cualquier pretexto, que la cosa me importa más bien poco al lado de la preocupación que, una y otra vez, me afecta, me aflige y me deja muerta de la impresión ¿Qué hacemos con quien nada tiene y cuya posibilidad de trabajo es inexistente? ¿Qué hacemos? Van a decir ustedes, dilectos lectores, que tengo poco espíritu navideño y sí soy de ideas fijas, pero es que no puedo disfrutar de la abundancia de una mesa puesta sin darle vueltas a quien en estas fechas no puede ni pagar la calefacción. Ya sé que soy una cansina, ya sé que en estos tiempos de liberalismo feroz resulto hasta un poco patética, pero qué le vamos a hacer? una hay ciertas cosas que no cambia así que pase treinta años. Y les aseguro que no saben cuánto me alegro de seguir teniendo las mismas certezas aunque resulte tan incómoda, tan pelma en sociedad y tan roja más allá de Anguita: que hay que hacer algo, que no podemos adocenarnos, que sigues siéndome imprescindible a despecho de todo lo que hayamos vivido por separado?