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¡Ya llega la Navidad!
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LA MOSCA COJONERA

¡Ya llega la Navidad!

Actualizado 09/12/2014
Emilio Vicente de Paz

Las luces de colores anuncian en nuestras calles que días de paz y amor se acercan, que esos días en los que todos nos hacemos un poco más niños, están ahí, llamando a nuestra puerta. La gente corre por las calles, para espantar el frío y para llegar pronto al centro comercial en el que puedan comprar, antes de que suban excesivamente los precios, las viandas, dulces y algún espumoso con los que celebrar esos días que nos anuncian la llegada del niño dios.

Luces de infinitos colores parpadean con guiños que insinúan días de felicidad. Luces que se reflejan en las brillantes latas de los que sentados en las aceras soportan el frío, abrigados por viejos abrigos, adquiridos en el centro comercial "La caridad", esperando pacientes a que algún alma caritativa repare en ellos y deposite alguna moneda en la lata. Luces que hacen más visibles y llamativos los anuncios de cartón, que estratégicamente colocados al lado de las brillantes latas, anuncian: "Pido para comer".

Pasamos deprisa delante de ellos, no tenemos tiempo para pararnos, no queremos que un andrajoso vago y vicioso nos amargue la noche de compras, cañas y risas.

Dicen, que este año han ampliado los luminosos que adornan la ciudad. Dicen, que incluso han llegado a esos barrios, que habitualmente, viven sumidos en el olvido. Esos barrios, ya no tienen motivo para quejarse, por fin disfrutarán de los arcos, de los papanoel, de las estrellas, de las escarchas?. Como si fueran un barrio más de la ciudad.

Estas navidades, habrá más salmantinos, que al mirar por las ventanas de sus casas vean los luminosos. Más salmantinos podrán irse a la cama felices, con una sonrisa en sus labios, pensando que también han llegado las luces de navidad a su calle.

Para muchos salmantinos eso será lo único que disfruten de la navidad, porque las luces se quedaran fuera, no traspasarán sus puertas.

No soy un amargado que piense que este tipo de gasto en luces, música de villancicos en calles y plazas o que los adornos que vemos por doquier, sea un gasto innecesario. Tampoco soy de los que piensan que habría que gastar ese dinero en cosas mucho más necesarias. Creo en las cosas que aparentemente no sirven para nada, pero que alegran nuestro espíritu, cosas que nos emocionan, que nos hacen sonreír, aunque sólo sea por un momento, cosas que no se pueden medir ni pesar, una mirada, un gesto, la sonrisa de un niño? o las luces de Navidad que nos traen recuerdos de nuestra infancia. No creo que todo tenga que tener un valor material. Hay infinidad de cosas en esta vida, cosas insignificantes, que no sirven para nada, pero que al contemplarla nos emocionan, nos hacen sentir más personas.

Ya sé que son muchas las personas necesitadas de cosas tangibles, y que todo esto para ellas son cantos celestiales que de nada sirven. Pero apagar las luces y silenciar los villancicos no hará que esas personas tengan lo que necesitan. Suprimiendo estas cosas, aparentemente superfluas, perderíamos nuestra faceta más humana, más sensible. Y si perdiéramos esa sensibilidad ¿qué sería de todas estas personas que necesitan del cariño, del amor, de la solidaridad?, que nacen de los corazones sensibles?

Pero tampoco podemos aparcar a las personas, la persona siempre serán lo primero.

Lo que no es de recibo es que haya una gran cantidad de personas a las que les sobra de todo y que no sean más generosas con el prójimo. No es de recibo que empresas, industrias negocios? que ganan y acumulan grandes cantidades de dinero, no sean capaces de repartir parte de sus ganancias entre estas personas que tanto lo necesitan. Lo que no entiendo es que los responsables de gobernar esta sociedad, toda la sociedad, se preocupen tanto de los que más tienen y se olviden de los pobres ciudadanos, que se pasan el día detrás de una lata, con la esperanza de que alguien de buen corazón, deposite, en ella, alguna moneda.

Porque estas personas también son ciudadanos, y lo son con los mismos derechos y deberes que los demás.

Lo que no entiendo, es que habiendo, en esta sociedad bienes de todo tipo: alimentos, casa, ropa, escuelas, sanidad? suficientes para que todos podamos gozar de ellos, haya personas a los que no les llega nada, simplemente porque otros acumulan y acumulan por la avaricia de tener cada día más.

No entiendo la jerarquía de valores de esta sociedad, en la que los bienes materiales están muy por encima de bienes como la solidaridad, la amistad, la generosidad, la caridad, al amor al prójimo?.

Tampoco es bueno meter a todos en el mismo saco. Hay gente buena, muy buena, entre los ricos también. Su ejemplo debe cundir, para que los que aún no han gozado del placer de la generosidad, lo experimenten. Cuando lo hagan, verán que su vida habrá dado un giro de ciento ochenta grados, descubrirán la persona que siempre han llevado dentro y retomarán el rumbo que nunca debieron abandonar, el de la FELICIDAD, así con mayúsculas.

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