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Al mal tiempo, un buen trench
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Al mal tiempo, un buen trench

Actualizado 03/12/2014
Teresa Herrero

El trench es una prenda básica que nunca pasa de moda. Parece que encaja en cualquier look: desde vaqueros y jersey hasta vestido y botas. Es inevitable escuchar esta palabra y recordar el mítico con el forro estampado de cuadros de Burberry. Parece mentira, pero ya han pasado 100 años desde que el diseñador inglés crease el primero.

Corría el año 1914 cuando Thomas Burberry decidió embarcarse en un nuevo proyecto: la creación de una prenda que por aquel entonces no se imaginaba la cantidad de seguidores que iba a tener. Aunque sea difícil de imaginar, el trench coat fue concebido como un abrigo de trincheras para los oficiales británicos de la Primera Guerra Mundial. El material del que está hecho es gabardina, que aunque prácticamente es conocida por una prenda en sí misma, en realidad es el tejido que diferencia al trench de los demás abrigos de este estilo. Hecha de hilos tejidos en sarga, esta tela fue inventada en 1879 con la finalidad de proteger de la lluvia; hasta ese momento, para resguardarse de los diluvios, se enceraban las telas, lo que implicaba mayor pesadez e incomodidad. Tras la invención de la gabardina, parece ser que todo fueron ventajas, pues se trata de un tejido funcional resistente: impermeable, cómodo, ligero y flexible.

Castleford, un pueblo al norte de Inglaterra perteneciente al condado de Yorkshire del Oeste, es el lugar donde se fabricaban los archiconocidos abrigos. La combinación de técnicas tradicionales y avances tecnológicos hacían que el proceso de confección de cada impermeable durase tres semanas. Y es que, aunque se trata de una prenda básica, nunca ha escatimado en detalles: las distinguidas correas, tanto en los puños como en la cintura, ofrecían el toque más especial del trench. Sus componentes de distinción son la doble abotonadura y las grandes solapas. Asimismo, la terminación en plisado de la espalda otorga a la prenda fluidez y elegancia, un efecto que no ha cambiado en 100 años.

Lucir el trench de una manera u otra aportaba información extra acerca de la persona que lo vestía. Por ejemplo, las hombreras permitían conocer el rango de los oficiales, así como la solapa abotonada al pecho incrementaba la protección en combate. Lo que en un principio fue una prenda masculina, poco a poco fue metiéndose en los vestidores de las mujeres. En la década de los años 50 adquirió su máximo esplendor, pues dotaba a la que lo llevaba de un estilo femenino y naif, con la característica de ceñir la cintura al máximo.

En el séptimo arte, este impermeable también ha contado su propia historia y ha sido el protagonista en varias[Img #162964]

ocasiones. Audrey Hepburn, en su emblemático papel como Holly Golightly en Desayuno con diamantes, lucía un trench sobre un little black dress con la sofisticación que la caracterizaba, al son de Moon River en la escena final de la película protagonizando uno de los besos más románticos de la historia del cine.

Ines de la Fressange, modelo y diseñadora francesa, en su guía de estilo La Parisina propone reconvertir el trench doblando las mangas y arrugando el cuello para que no se vea demasiado rígido. "Es importante no llevarlo bien abrochado, sino anudarse el cinturón al estilo 'se me ha roto la hebilla, pero no pasa nada, ¡he encontrado una solución de emergencia!'. Darle a las cosas un giro sin que se note (como si fuera por una cuestión práctica) forma parte del buen hacer de la parisina."

Versatilidad en estado puro: así es el trench coat. Combinable con vaqueros y camisa, mini vestido y bailarinas, pantalones sastre y zapatos de salón? Infinidad de posibilidades que llevan triunfando ya 100 años.

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