CÁRITAS: No tener hogar, significa mucho más que no tener un techo.
Calle por donde transitan nuestros pasos e ilusiones, nuestros recuerdos y esperanzas. Calle que evoca a olores y niñez, a travesuras y correrías; calles de primeras miradas amorosas, de protestas estudiantiles, de copas nocturnas y horas de espera para coger el mejor sitio en el concierto. Luego crecemos y descubrimos que las moralejas enturbian y entristecen a los cuentos y esas mismas calles adquieren otras funciones que, demasiadas veces, conducen a espacios inhóspitos y despersonalizados cuya función principal es la de ir y consumir bienes y servicios, ser invadidos por la prisa y el estrés, visualizar la dureza del asfalto y emprender la búsqueda de un barrio que te acoja en función de lo que se esté dispuesto a pagar por vivir en él.
Y en este "vivir" entra en escena la lotería de la vida, ese maldito sorteo que decide de manera aleatoria quién hará de la calle un lugar efímero, gozoso y transitorio o su propio espacio en el que poder ejercer, injusta e inhumanamente, los designios de la supervivencia. Si en este sorteo te sale "cara" te llamarán normalizado y tendrás más de un buen motivo por el que creas que merece la pena este extraño fragmento de tu existencia, si te sale "cruz" te llamarán inadaptado y se pondrá en tela de juicio tu capacidad de llevar una vida estandarizada. Si te sale "cal" construyes y embelleces un proyecto de vida, si te sale "arena" las esperanzas se verán truncadas por la adaptabilidad a un conte
xto indeseado. Si te sale "blanco" tendrás luz, horizonte, estética y belleza, pero si te sale "negro" será la incertidumbre la que balice tu limitada amplitud de imaginarte una vida mejor.
La deseada y elegida calle que acoge tus decididos pasos por las aceras que llevan rumbo a algún destino que nos ayude a vivir mejor; o la puta calle que nos haga vagar sin esperanza intentando gritar al mundo que yo valgo por lo que soy y no por lo que tengo. Zygmun Bauman en su libro titulado: "Vidas Desperdiciadas. La modernidad y sus parias", nos recuerda que de las fábricas parten a diario dos tipos de camiones que transitan por nuestras calles: un tipo de camiones se dirige a los comercios y a los grandes almacenes; el otro, a los vertederos. Por lo tanto, se podría deducir que aquellas personas que no puedan subirse al primer camión, se verán abocadas a ser tratadas como material de desecho en una economía de mercado que es incapaz de absorber tanta hipocresía.
Ojalá algún día, en todos los pueblos y ciudades, alguna calle lleve por nombre "Techo por derecho" y que en algún rinconcito de esa calle, alguien esté dispuesto a avergonzarse de lo que como sociedad hemos sido capaces de llegar a crear y consentir. Y si además esa persona tiene valor y dotes pedagógicas, que haga esfuerzos por explicárselo a sus hijos sin apartar la mirada de sus ojos.
Toño Villalón, coordinador del programa de personas sin hogar de CÁRITAS DIOCESANA DE SALAMANCA
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