Profesor de Derecho Penal de la Usal.
Abrir de par en par la ventana que nos conecta con la realidad cotidiana resulta claramente perjudicial para la salud. Por un lado, la corrupción política contamina más que el aire irrespirable que procede de los millones de coches que recorren Madrid cada día y hasta los sectores más pacientes y sumisos de la sociedad están empezando a incomodarse seriamente con la conducta de nuestros gobernantes.
Que el Presidente del Gobierno decida de "motu proprio" acudir al parlamento para impulsar medidas de transparencia en la vida política días después de conocerse que el Juez Ruz deja claro en un Auto que, no sólo la ministra Mato (que ha dimitido por ello), sino también al PP en su conjunto, los considera partícipes a título lucrativo en el caso de la rama de los papeles de Bárcenas en la trama Gürtel, además de no entregar la documentación requerida por el Juez en relación a las obras realizadas en la sede central del PP en la calle Génova de Madrid, suena más a sainete e hipocresía que a arrepentimiento, corrección, enmienda y colaboración con la justicia, expresión esta última con la que se le llena la boca a todos los miembros del PP.
Por otro lado, la semana que ahora termina ha sido fecunda en acontecimientos que ratifican aún más la impresión que los ciudadanos tenemos sobre nuestros gobernantes de que lo único que les interesa es mantener a toda costa su sillón, y para ello utilizan a los medios de comunicación con el fin de que éstos trasladen a la opinión pública mensajes de preocupación permanente por los problemas sociales, cuando esto no es cierto. Un ejemplo paradigmático lo tuvimos el 25 de noviembre, que se celebró el día contra la violencia de género y en el que los gobernantes locales y provinciales de Salamanca convocaron una concentración oficial contra esa lacra social en un horario diferente (aunque en el mismo lugar, la plaza mayor) al que habían convocado las asociaciones ciudadanas que luchan contra ese tipo de delincuencia. Pudimos comprobar que en la concentración de las asociaciones no había ningún representante de los diferentes equipos de gobierno, ni local, ni provincial, ni autonómico, ni central y tan sólo fueron acompañadas por algunos políticos de la oposición. La excusa ya la conocemos y algún miembro de estas Instituciones lo ha dejado caer: "Es que esas asociaciones son un nido de rojos". En cambio, en los titulares de los medios de comunicación escritos y digitales, salvo raras excepciones, tan sólo aparecían reflejadas las concentraciones oficiales en las que, curiosamente, sí estaban estos mandatarios.
Hay que dejar muy claro a la ciudadanía que, mientras los gobiernos en los que habitan esos representantes (local, autonómico y central) han recortado las ayudas a las víctimas de violencia machista (de género y doméstica) un 30 % en los últimos años, las asociaciones ciudadanas son las que proporcionan los recursos personales y materiales (un ejemplo de ello es la asistencia gratuita de letrado a las víctimas en los procedimientos penales de violencia de género y agresiones y abusos sexuales como la que proporciona la asociación ADAVAS).
Menos mal que la semana también ha tenido alguna noticia alentadora que aporta aire fresco a esta contaminación generalizada y que viene de sectores universitarios, intelectuales y de la cultura. Estoy seguro que el premio Cervantes (máximo galardón de las letras hispanas) otorgado al gran Juan Goytisolo, muy crítico con el Gobierno y la Casta, ha sentado como una patada en el estómago (por no ser soez y decir en otro lugar) de éstos, así como cuando manifiesta que, por desgracia, en nuestra sociedad española sigue vigente el "canon nacional-católico". Tampoco debe haber sentado muy bien al ministro Wert que Serrat y Sacristán, muy críticos también, sobre todo con la implantación del 21 % para el IVA cultural (Sacristán llegó a decir que era una "brutalidad y una torpeza"), hayan sido galardonados con sendos premios Ondas.
Ya se sabe, la intelectualidad es incómoda para el poder, porque reflexiona y critica. Ya se lo espetó Millán Astray a Unamuno, y muchos de sus representantes tuvieron que soportar el exilio por no comulgar con aquél "canon nacional-católico". Alberti, León Felipe, Antonio Machado, Picasso, Buñuel, Vicente Aleixandre, Bergamín, Buero Vallejo, Cernuda, Sánchez Albornoz o Jiménez de Asúa, son sólo algunos ejemplos. Otros, como Lorca o Miguel Hernández, ni siquiera pudieron contarlo.
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