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La disidencia literaria lleva el Cervantes a Juan Goytisolo
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MÁXIMO RECONOCIMIENTO DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS

La disidencia literaria lleva el Cervantes a Juan Goytisolo

Actualizado 25/11/2014

El jurado destaca su permanente empeño por explorar la interculturalidad

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Ajeno siempre a lo círculos oficiales, incluso a los premios. Comprometido con una literatura militante a favor de los débiles. El escritor Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) ha sido galardonado con el Premio Cervantes 2014, el máximo reconocimiento de las letras en lengua castellana, según el Ministerio de Cultura. Dotado con 125.000 euros, será el primer Cervantes que entregue el Rey Felipe VI.

El jurado, según recoge el acta, le ha otorgado el premio «por su capacidad indagatoria en el lenguaje y propuestas estilísticas complejas, desarrolladas en diversos géneros literarios; por su voluntad de integrar a las dos orillas, a la tradición heterodoxa española y por su apuesta permanente por el dialogo intercultural».

Vinculado en una primera etapa al realismo social, exploró en su obra posterior un experimentalismo trasgresor en las formas y heterodoxo y disidente en los enfoques y los temas. Hermano del poeta José Agustín Goytisolo y del también novelista Luis Goytisolo cursó la carrera de derecho, y en 1956 abandonó España para establecerse en París, ciudad en la que ejerció de asesor literario en la editorial francesa Gallimard. Posteriormente fijó su residencia en Marruecos.

Sus primeras novelas, inscritas en las tendencias del realismo social de los cincuenta, fueron «Juegos de manos» (1954) y «Duelo en el paraíso» (1955), situada esta última en los días finales de la guerra civil y centrada en la vida de unos muchachos cuya crueldad reproduce la de los mayores. Sus objetivos críticos y políticos, a través de una técnica objetivista influida por la narrativa norteamericana, se exponen en el ensayo «Problemas de la novela» (1959), auténtico manifiesto por una literatura inspirada en los principios del realismo socialista, y se plasman en la trilogía «El pasado efímero», compuesta por las novelas (argumentalmente independientes) «El circo (1957), «Fiestas» (1958), crónica del fariseísmo burgués en el marco del Congreso Eucarístico de Barcelona, y «La resaca» (1958), de carácter obrerista y suburbial.

Complemento de estas obras testimoniales son los reportajes «Campos de Níjar» (1960), relato de un viaje que el autor realizó por las áridas tierras de Almería, en el que describe las trágicas condiciones de vida de sus habitantes, y «La Chanca» (1962), así como otras dos novelas de crítica antiburguesa: «La isla» (1961), sobre un grupo de veraneantes en la Costa del Sol, y los cuatro relatos de «Fin de fiesta» (1962).

Un fecundo silencio, durante el cual Juan Goytisolo se cuestionó con rigor las bases de su narrativa, separa el último título mencionado y el que a la larga (pues no pudo ser publicado en España en su momento) le proporcionaría mayor celebridad, «Señas de identidad (1966). Sin abandonar su visión comprometida con la realidad, Goytisolo renunció al estrecho marco expresivo impuesto por la literatura política en una segunda etapa que se abrió con esta novela, una obra experimental relacionada con el surgimiento de la nueva narrativa sudamericana, el nouveau roman francés y la obra de Luis Martín Santos.«Señas de identidad» entraña el abandono de las modestas propuestas realistas del período anterior y la asimilación de técnicas de la novela moderna (cambios de punto de vista, saltos en el tiempo, relato en segunda persona, monólogo interior, prosa poemática, pasajes en verso y mezcla de diversos géneros), requeridas por la visión más compleja que representa esta nueva fase de su producción.

El protagonista, Álvaro Mendiola, es un español exiliado en Francia (y sin duda «alter ego» del escritor) que realiza un breve viaje profesional a la Península, durante el cual intenta recuperar su pasado, para concluir en una situación que enfatiza el más profundo y dramático desarraigo. Este mismo personaje, encarnación de la frustración y el desarraigo de la generación de posguerra, reaparece en las dos novelas siguientes. En «Reivindicación del Conde don Julián» (1970), desde Tánger y ante la costa española, reclama una nueva destrucción peninsular; con «Juan sin tierra» (1975), que termina con un texto en árabe, culmina el proceso de desenraizamiento emprendido con «Señas de identidad».

Su identificación con el mundo árabe (que entraña, entre otras cosas, una liberación del tema sexual en su escritura) y el radicalismo ideológico y vanguardista se manifiestan en sus ensayos «El furgón de cola» (1967), «Disidencias» (1977), «El problema del Sahara» (1979), «Crónicas sarracinas» (1981) y «Estambul otomano» (1989), y se acentúan en sus últimas novelas: «Makbara» (1980), cuyo texto deliberadamente fragmentario cuestiona el progreso de las sociedades occidentales enfrentándolas a la pureza de lo primigenio, «Paisajes después de la batalla (1982) y «Las virtudes del pájaro solitario» (1988), que versa sobre el misticismo sufí y la poesía de San Juan de la Cruz (fue llevada a la ópera por el compositor José María Sánchez-Verdú, que la estrenó en el Teatro Real en 2007).

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