Joven de 28 años, 'speaker', presentador y natural de Villoruela
Amistad de alquiler
No lo pensó,
ni por un mínimo instante,
eso nunca sucedería
y cuando quiso verlo
ya no tenía manos suficientes
para tapar todas las grietas;
aquello se había inundado
como el Titanic se inundó
en una fría noche de abril.
Jamás lo pensó,
nunca hubiese creído
que toda una vida,
de hazañas, risas, juergas
y otros momentos varios,
se podía tirar por la borda
sin ningún miramiento
o con un precio
que jamás se había valorado.
Vio como se podía alquilar,
como se ponía en el mercado,
como se firmaba un contrato de compra-venta
igual que si vendiera el alma al diablo.
Todo había cambiado.
Las palabras eran balas
que flotaban en el aire
y en un descuido
le habían atravesado
su idea y pensamiento
a bocajarro.
Los hechos eran una batalla
que mantenía a todos en el frente,
atrincherados,
por si tocaba salir
a la primera línea de combate,
después de tantos años.
Nunca lo pensó,
pero con el paso del tiempo
fue entendiendo el porqué de sus cicatrices,
sufrir reproches de quien nunca
tuvo el valor y el talento
de cometer sus errores,
intentar ser bueno con todos
cuando ser bueno en este mundo
es estar muerto.
Ahora huye de la amistad de alquiler
o la amistad en compra-venta,
quedándose con la amistad
que no necesita un manual de cicatrices.
Después de todo,
lo único que pensó fue que
el dolor enseña,
el rencor desorienta y degrada.
Su mano está tendida
a la amistad sin conveniencias.
Rodrigo Del Castillo Medina