El sueño del poder es congelar la historia.
El artista* alerta a la conciencia colectiva cada vez que se queda prisionera de este sueño.
El artista no cambia el mundo: lo mantiene despierto.
Se inserta en él como la espina en la carne: le produce dolor para señalarle la existencia de la enfermedad.
Esa enfermedad es el silencio.
Zulema Moret
(*) En el caso que nos ocupa el artista sería sinónimo de lector que, no lo olvidemos, siempre re-crea el texto.
Unos amigos terminan de ver una película que les "sujeta" a sus butacas mientras los títulos de crédito desfilan por la pantalla. Uno de ellos propone ir a tomar algo rompiendo de este modo el silencio. Ya en el local, comienza a desgranarla, comenta alguna escena convocando sentimientos e ideas provocados por el film. Se escucha entonces a otro de los presentes que se pregunta otras cuestiones al hilo de lo que acaba de oír. Entonces, un tercero expone argumentos que ya solo se refieren tangencialmente a la cinta pero que son consecuencia de lo que está diciendo; el diálogo fluye entre los tres, las ideas se contrastan: se están "leyendo" unos a otros.
Les resulta familiar la escena, ¿verdad?
No sé qué pensarán al respecto, quizá no estén acuerdo o ni siquiera se lo hayan planteado hasta este momento, pero la lectura (puede que no cualquier cosa y no en todo momento) activa y energiza las ideas, regenera el pensamiento.
El verbo leer tiene una significación "amplia y generosa". Leemos libros, por supuesto, pero también películas, música, conversaciones y hasta miradas. Porque leer es también entrar en diálogo con lo que nos rodea, como ejemplifica la escena que acabamos de contar.
Pueden estar pensando que la lectura de libros no es lo mismo que "leer" películas y no les faltará razón, pero no estamos hablando de dirimir qué es mejor o peor, qué lo bueno o lo malo, porque eso pertenece a otros ámbitos de la vida que no vienen al caso. Y en cambio, sí conviene no olvidar que en su génesis y práctica habitual leer (legere) es escoger y combinar significados que nos aportan una nueva mirada sobre las cosas, como les ocurre a nuestros cinéfilos amigos.
Sirva el ejemplo de la película como reflejo de una situación cotidiana para que, en "modo" presentación, les pueda contar cómo se plantea este diálogo semanal "a tres voces": la de la cita que encabeza el texto con la que pretende dialogar mi escrito, y luego su voz, las suyas, leyéndonos, llegando a sus propias conclusiones y con la invitación a exponerlas también por escrito si les pareciera oportuno.
Creo que la referencia de hoy viene pintiparada en esta mi primera incursión escrita para ustedes, lectores de momento silentes. Se la debo a mi amiga Zulema, a la que imagino en sus talleres de escritura, allá, en "la ciudad de los prodigios".
Sus versos son una declaración de intenciones de lo que me gustaría "perpetrar" semanalmente con la incondicional (perdón), quise decir condicional ayuda de ustedes: porque si no les convence, inquiere o seduce, otros compañeros de opinión sin duda les ofrecerán lo que buscan.
Como ya les vengo avanzado, se trata de que al abrigo de un párrafo, opinión o verso, "tirando a citar" sobre aquello que se publica habitualmente entre nosotros por quienes fecundan nuestros libros, medios de comunicación y redes sociales, quisiera hacerme preguntas con/para/contra ustedes (si también me lo permiten).
El motivo es de peso: hoy, como siempre, o quizá más que nunca, es tiempo de preguntarse, y alguien dijo con razón que en las preguntas suelen encontrarse las respuestas.
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