Ponga un ídolo en su vida

A lo largo y ancho de la historia, los humanos siempre han tenido necesidad de personajes, ya sean reales o de ficción, que se salgan de la normalidad, personajes que han servido de ejemplo para mejorar nuestro comportamiento, nuestra relación para con los demás? en definitiva para ser mejores personas.

Esta necesidad, es un caldo de cultivo idóneo para inculcar en la buena gente, aquellos ideales o creencias que según el momento histórico interesa inculcar. Para ello, las diferentes culturas, sociedades, religiones? no han tenido el menor reparo en manipular, inventar, interpretar, cambiar, modificar, tergiversar? y todo lo que ustedes quieran, la vida y los hechos del personaje en cuestión. Siempre, claro está, arrimando el ascua a su sardina ideológica, cultural, religiosa?

Este hecho, que visto con esta perspectiva, parece algo reprobable, sin embargo, creo que ha tenido sus consecuencias positivas. En un mundo en el que habita la injusticia por doquier, es preciso que las clases más desfavorecidas tengan, eso que ahora han dado en llamar referentes en los que mirarse, a los que imitar, ejemplos que dejan entreabierta una puerta al éxito, una puerta por la que puedan escapar de la miseria y de la desesperación en la que están sumidos.

A lo largo de los siglos, estas necesidades cambian, los ídolos de antaño, nada o muy poco tiene que ver con los de hogaño. Son muchas las voces que se levantan en contra de los ídolos con pies barro que se imponen en estos tiempos. Ídolos nacidos, muchos de ellos, de programas televisivos, o del hecho de ser más o menos diestro a la hora de dar patadas a un balón? En definitiva, ídolos a los que hay que imitar si queremos triunfar en esta sociedad. Triunfo que se mide en miles o millones de Euros conseguidos en el menor tiempo posible, aunque para ello tengamos que pisar las cabezas de nuestros adversarios.

Todo se justifica si al final conseguimos lo que queremos.

Esto, que a primera vista parece poco honorable (y a las vistas siguientes, efectivamente lo es) si lo vemos desde la perspectiva del que no tiene nada, del que ha perdido toda esperanza de ser algo en esta vida, del que bastante tiene con llegar al día siguiente, del que se deja la piel por conseguir un mendrugo de pan que llevarse a la boca y a las bocas de los suyos? si lo analizamos desde este punto de vista, tal vez nuestra opinión cambie. Son gente que cuando ven o escuchan a estos ídolos, se olvidan de sus males por un momento, se aferran a la imposible posibilidad de que tal vez, ¿por qué no? algún día, se produzca un violento cambio de timón en sus vidas y alcancen ese olimpo, y si no son ellos, tal vez lo consigan sus hijos.

Claro está que este sedante interesa mucho a los gobernantes de turno, porque así, tienen adormecido a un importante núcleo de población, que sin ese opio estaría demasiado despierto con el peligro que conlleva.

No obstante, antes de tomar la decisión de quitarles estos ídolos, hay que hacer algo para que ese lugar se ocupe con realidades alcanzables, realidades que les saque de esa miseria, realidades que les proporcione una vivienda digna, un trabajo estable con cuyo salario puedan mantener dignamente a su familia? Porque a veces, nos llenamos de dignidad y exigimos la desaparición de esos nefastos ídolos, sin pensar con qué podemos ocupar el enorme hueco que quedaría. Si se eliminan sin que nada ocupe ese lugar, solamente habremos conseguido hacer un vacío en sus vidas.

Tal vez, el proceso debería empezar porque a nadie le falte lo más elemental para vivir dignamente, proceso en el que deberíamos involucrarnos todos, no sólo aquellos a quienes les falta, que como ya he dicho, bastante tienen con buscar un mendrugo de pan. Una vez conseguido esto, lo de los ídolos y todo lo demás, se iría desplazando de forma natural y terminaría por ocupar el lugar que le pueda corresponder, es decir, el del entretenimiento racional.

Es muy cruel, que a una persona sólo le quede soñar con estos imposibles, mientras la miseria se apodera de su vida, pero si le quitamos eso, sin darle nada a cambio, lo único que le quedará es la miseria sin esperanza.