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Aquí me quedo
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Aquí me quedo

Actualizado 18/10/2014
Fructuoso Mangas

Lo mejor sería que no los hubiera. Pero si los hay que se repartan con estricta justicia distributiva. De lo contrario, y es lo que está sucediendo, los recortes hacen más ancha y más honda la brecha entre los que sí y los que no, entre los que por trabajo no tienen ni tiempo y los que por falta de trabajo no tienen ni dignidad ni vida normal, entre los que mucho y los que nada, entre los que se pasan y los que no llegan. Hay una creciente exclusión social que antes apenas existía y que ahora es clamorosa. Grita por las calles de cada día y pide justicia a quien corresponde implantarla. Pero aquí no pasa nada? porque a los que pueden hablar alto no les pasa nada.

Y no puedo olvidar, porque me produce un desasosiego insoportable, otros recortes en otras franjas de la vida. Me refiero a cortar, o recortar si se prefiere, en determinados tramos la vida que viene y llega. Es lo que desde siglos se llama aborto. Reconozco que desde mis convicciones me desborda la situación actual en este campo, tanto en cuando a las leyes como a la opinión pública generalizada y publicada. Por eso, sin más reflexiones, prefiero confesar mi total rechazo a lo que me parece una deriva ética y social de enorme magnitud. Y aquí y ahora para mi opinión no entra el evangelio de los cristianos, que podría, por supuesto; ni las declaraciones de los obispos, que también podrían, claro está; ni las opiniones de millones de personas que en una sociedad abierta también piensan así, a las que podría recurrir. Pero no, mi humilde y firme opinión me nace de dentro y de mi pobre verdad personal; eso sí, trabajada y confrontada.

Con una sospecha añadida que algún día, supongo, se confirmará. Eso temo o, para decirlo mejor, lo deseo por la dignidad de la especie humana. Y es que algún día la humanidad, más lúcida que hoy en su devenir, como ha ocurrido una y otra vez en la historia, se llevará las manos a la cabeza repasando el horror del aborto, preguntándose cómo la sociedad de aquellos años (o sea, estos en los que andamos) pudo asistir impasible a decisiones estatales de tanta capacidad de crueldad y de muerte en aras de lo que sea. Una sociedad que no sólo apoyó en silencio las leyes que cortaban la vida (=interrupción de embarazo) para desembarazarse de su peso y de su carga, sino que además en el colmo de la degradación reclamó con violentas proclamas el derecho a cortar-matar-abortar la vida de algunos, cuanto más débiles y menos hechos mejor.

Y aquí me quedo porque de repente me he dado cuenta, con ahogo grande ¡vive Dios!, de que las dos o tres personas que quiero con más afecto y mayor ternura no "debieron" llegar a la vida, según ley. Lo siento mucho, no escribo más.

Y con todo el respeto para cada mujer y su cuerpo, para cada ciudadano y su libertad, para cada no-nacido que nunca podré conocer, para cada persona en la angustia de decidir? Pero no escribo más y aquí me quedo.

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