ALDEADÁVILA | El gran coloso de hormigón levantado entre 1957 y 1963, también fue capaz de inspirar a los genios
Medio siglo moliendo oro. Ese es el tiempo que lleva la central de Aldeadávila convirtiendo el agua del Duero en energía eléctrica, uno de los recursos más solicitados por la sociedad industrial. El ingenio del hombre hizo posible que las bravas aguas del rey de la meseta, que durante milenios desgarraron el más duro granito para hacerse camino hacia el Atlántico, sirvieran desde hace medio siglo para mover grandes generadores de energía capaces de hacer andar al mundo. Este viernes, 17 de octubre, se cumplen 50 años de la inauguración oficial de la presa de Aldeadávila, el gran coloso de hormigón que también fue capaz de inspirar a los genios.
Construida entre 1957 y 1963, e inaugurada el 17 de octubre de 1964 por el entonces Jefe del Estado Francisco Franco, la puesta en funcionamiento de la central hidroeléctrica de Aldeadávila supuso todo un hito en Europa en lo que a producción eléctrica se refiere. Sus seis grupos generadores Francis con una potencia total de 720 MW y de una producción anual media de 1.500 GWh, llevaron a estas instalaciones, construidas por la empresa Iberduero, a ser consideradas como las más importantes del Viejo Continente, una hegemonía que alcanzaría fama mundial a partir de su llegada al cine.
Respecto a la presa, los principales condicionantes de este proyecto y su construcción, hace cinco décadas, estuvieron relacionados con las características topográficas, geológicas e hidrológicas de su enclave. Situada en medio de la fractura de un macizo granítico, esto perjudicó notablemente el acceso para levantar su bóveda de 140 metros de altura que le permite un volumen de embalse de 115 hectómetros cúbicos, una circunstancia a la que cabe añadir la desmesurada capacidad de avenidas en este tramo del río Duero, que se estima en su punta más alta de 14.000 metros cúbicos por segundo, lo que en el momento de su ejecución obligó a la construcción de dos puentes y varias galerías subterráneas.
Aldeadávila II
Lo destacado de esta ampliación es la optimización de los recursos energéticos que logra Iberdrola, actual propietaria de las instalaciones y que resulta de la fusión ?en 1992? de Iberduero e Hidroeléctrica Española.
La entrada en funcionamiento de los dos grupos reversibles permiten a esta instalación aprovechar los excesos de energía en la red para bombear 266 metros cúbicos por segundo de agua hasta su embalse a un coste inferior del precio que alcanza el Kw en horas 'punta', una circunstancia que tiene su origen en la complejidad de parada y arranque que supone para grupos generadores de centrales nucleares y térmicas, y por el contrario, la excelente maniobrabilidad que presenta en ambas situaciones esta central hidráulica.
Recurso turístico
No hay hijo de Aldeadávila que no tenga un pedazo de su vida, o de la de sus padres, en esa gran bóveda de hormigón que amansa el Duero. Esta gran infraestructura hidráulica forma parte del corazón y la memoria de este pueblo, un pueblo que ahora recoge los frutos del esfuerzo de sus antepasados con la visita de miles de turistas cada año que quieren presenciar la huella de la mano del hombre sobre uno de los paisajes más agrestes de la Península Ibérica.
Pero no solo el turista urbanita queda prendado de la grandiosidad de su paisaje. Miguel de Unamuno, en uno de sus viajes por estas tierras, se quedó exhorto ante lo que sus ojos contemplaron, realizando a partir de ese momento la descripción más bella y sublime de cuantas nadie jamás haya hecho de Las Arribes.
Como a Unamuno, el Duero y sus Arribes han inspirado a muchos otros. También genios del cine como David Lean, se fijaron en este gran coloso de hormigón para filmar en 1965 algunas tomas de la película Doctor Zibago, para la Metro; pasos que seguiría cinco años después el director español Antonio Mercero tras rodar bajo sus galerías varias secuencias de La Cabina, uno de los cortos más importantes que ha dado el cine español, reconocido con un Emmy y que tiene a José Luis López Vázquez como protagonista.
Un recurso económico
La apuesta de un grupo de emprendedores que supieron apreciar las posibilidades de la riqueza paisajística que ofrece el cañón del Duero, han convertido a Aldeadávila en un referente para el sector turístico de la provincia, una localidad que ha ido aumentando su oferta en alojamiento hasta liderar el mercado en todo el espacio protegido de Arribes.
Pero esta presa, además de cambiar el paisaje abrupto de un Duero escondido entre desgarrones graníticos, ha propiciado importantes ingresos a las arcas consistoriales como consecuencia de la producción de energía a través de la central hidroeléctrica propiedad de Iberdrola.
Los ingresos que por esta circunstancia recibe su Ayuntamiento se han traducido, en este medio siglo, en una importante red de servicios e instalaciones lejos del alcance de los pequeños municipios. Ejemplo de esto es su residencia de mayores, su pabellón deportivo cubierto, pistas al aire libre o sus piscinas, instalaciones que además han contribuido a mejorar sensiblemente la calidad de vida de sus vecinos y a aumentar el atractivo de la localidad de cara al visitante.
Es por ello que estos 50 años de producción de energía eléctrica cobran un significado especial, pues además de lo anterior, las obras de mantenimiento y mejora de las instalaciones de producción y distribución eléctrica han constituido desde la construcción de la central un complemento añadido a la actividad empresarial local, bien de forma directa o aquellas que como el comercio o la hostelería se benefician de manera indirecta de este recurso.