LICENCIAS Y TÍTULOS

Dice Santi RIESCO que se está sacando el carné de moto, y que eso le endemonia porque comprueba, una vez más, que el sistema está montado para aprobar, no para aprender.

Y el caso es que es verdad, en este país hace falta un carné ?un papel, una licencia, un título- para casi todo. Salvo para lo importante.

Pero es que, además, ese carné normalmente no garantiza la suficiencia del portador para lo que le permite hacer. Se trata casi siempre de un permiso que ha costado unas perras obtener pero que no acredita que su titular sepa realizar certeramente la actividad para cuyo ejercicio le habilita el papel.

En otras palabras, cuando uno se saca el carné de conducir, conducir es precisamente lo que no sabe hacer. Podrá haber acertado las respuestas de todos lo test y realizado correctamente determinadas maniobras, giros o aparcamientos. Pero conducir no sabe. Hasta la propia norma así lo reconoce cuando le impone determinadas restricciones temporales a la actividad circulatoria.

Lo mismo ocurre en otros ámbitos de la vida. Por ejemplo, los médicos se licencian sin haber explorado a ningún paciente, ni hecho historias ni puesto inyecciones? no digamos ya cateterismos, escayolas o suturas.

Por su parte los recién licenciados en Derecho ?que jurarán ya pronto; este año teresiano en Alba, por cierto- pocas veces han asistido a juicio alguno, ni hecho demandas, informes de conclusiones, ni propuesto pruebas en el foro, ni interrogado testigos?

Y así los ingenieros, arquitectos, biólogos? En definitiva, cabe colegir que la licencia no asegura la formación, sino que permite cobrar las prácticas.

Pero el papelín habilitante resulta imprescindible y hasta te pueden procesar si te atreves a hacer lo que sea sin que el Estado certifique que te permite hacerlo, aunque sea consciente de que no sabes hacerlo. Pero el papelín que no falte.

Hombre, es lógico: por un lado están las tasas que se ingresan y, por otro, el control que se ejerce. Al Estado le ponen ambas cosas. Lo que sorprende es que, siendo esto una verdad poco discutible, no parece que preocupe ni que se esté haciendo nada por corregirlo. Lo de permitir hacer a la peña lo que se sabe que no sabe hacer quien lo hace, me refiero, Pero, claro, si nos fuéramos a poner exquisitos, y a exigir que la gente sepa hacer aquello por lo que cobra ¿cuántos políticos seguirían en su puesto?

Hay, sin embargo, una actividad para la que no se exige sacar papelín alguno. Una al menos, o tal vez dos. Me refiero a procrear. Para ser padre (o madre, que no se me mosquee el gineceo) no es menester título habilitante, ni carné ni licencia.

¡Qué curioso!, si usted quiere llevar un ciclomotor, barrer una calle, disparar perdigones o lanzar petardos se le va a exigir un algo proporcionado por el Estado permitiéndoselo, y le van a sancionar si no lo tiene.

Pero puede usted ser padre sin la menor formación para serlo. Incluso en el supuesto de que carezca usted absolutamente de cualquier aptitud para la paternidad ?que algún caso hay- podrá usted procrear y, lo que es peor, podrá usted educar (es un decir) a su prole, porque nadie va a controlar cómo lo hace ni qué preparación tiene para intentarlo.

Y así pasa luego: que ve uno cada ejemplar de hijo de padres incompetentes ejerciendo de gilipollas que da susto.

Porque, claro, para conducir se puede exigir un carné pero si hiciera falta otro para conducirSe, ¿cuántos seríamos capaces de superar el examen?

Pero eso es menester dejarlo para otro artículo. Veremos.