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Ruta de Senderismo ‘Puerta de Las Arribes’, un recorrido para valientes
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NOVENA EDICIÓN

Ruta de Senderismo ‘Puerta de Las Arribes’, un recorrido para valientes

Actualizado 11/10/2014
Miguel Corral

VILLARINO DE LOS AIRES | La marcha, de dificultad media-alta, discurrió por algunos de los parajes más bellos que ofrece el Tormes en su último suspiro

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No fueron muchos; para ser honestos, más bien pocos para lo que se ofrecía, pero a ninguno de ellos se le puede negar su valentía. Recorrer 13,5 kilómetros por senderos de herradura, perdidos desde hace décadas entre el monte una buena parte de sus respectivos trazados, aunque limpios de matorrales para la ocasión, ha sido la hazaña de los que participaron en la novena edición de la Ruta de Senderismo 'Puerta de Las Arribes', marcha de dificultad media-alta y que tenía como punto de partida las proximidades del puente del Pasadero y Ambasaguas como meta.

Por el medio, rincones tan místicos como bellos, El Encuentro, El Esbedal, Vendemoro, Fuente los Frailes o El Guindalatero, el Teso de San Cristóbal, La Caldera, Arnales, Zarapallas o el Teso de la Bandera, vigía de Ambasaguas. Cada cual ofreciendo su perspectiva de las arribes de un Tormes que da en este tramo sus últimos suspiros antes de entregarse al Duero, rey de la Meseta y Las Arribes.

La marcha comenzaba pasadas las 10.30 horas por el camino de los Rosales en dirección a los Chiquerinos y más adelante el Encuentro, punto que ofrece una de las estampas más sobrecogedoras de los arribanzos tormeños, una grata sorpresa para quienes conocen al hijo de las cumbres de Gredos únicamente a su paso por la capital salmantina.

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El paisaje en este lugar ya dice de lo que espera al caminante. Tras descender hasta la aceña de Vendemoro, la marcha proseguía río abajo hasta alcanzar el camino del Guindalatero, donde se presenta a los senderistas la grandiosidad del roquedo del Teso de San Cristóbal, una imagen reservada en la actualidad para los más intrépidos y algunos cazadores. A partir de aquí, el primer ascenso para coronar en Las Coronas, valga la redundancia, y nuevamente otro descenso para dar vistas a Los Parisales y la Caldera.

Con la llegada a los bordes del Reventón tenía lugar el avituallamiento, demasiado recorrido sin descanso, lo cual hizo mella en los caminantes, que se disponían desde aquí a partir en dirección a Zarapallas. Tras el descenso, nuevo repecho para alcanzar la 'cuerda' de los Cabriles y bordear su Teso para sorpresa de un bando de perdices que buscaron el refugio de Múncina, unas, y Baldosa, otras.

Ya sobre el asfalto del camino de Ambasaguas, los más atrevidos incluso decidieron recorrer el antiguo 'camino del río' bordeando a media falda el Teso de la Bandera, una decisión que mereció la pena, bien por ver la huida ágil y silenciosa de dos corzos como por presenciar el paisaje del Tormes en su último aliento.

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Y allí, con las casetas de los carabineros mostrando su encalado blanco, les aguardaba una exquisita paella con la que reponer fuerzas de la que a buen seguro es una de las rutas más bellas que puedan recorrerse en Las Arribes, por lo que el esfuerzo, como señaló la gran mayoría, mereció la pena. Tras dar cuenta del arroz, quesos, aceitunas y vinos de la tierra, el sonido de la gaita y el tamboril convirtió la sobremesa en fiesta.

En el debe de esta extraordinaria jornada para auténticos amantes de la naturaleza y Las Arribes, su organización en un sábado, pues ello limita la participación a empleados del comercio y de muchas empresas de servicios, sectores principales en la provincia salmantina y en la comarca. Y a excepción de que el punto de avituallamiento se ubicara en el último tercio del recorrido y no al finalizar el primero (Teso de las Coronas), la organización resultó ejemplar, como el seguimiento que de la ruta realizaron los voluntarios de Protección Civil de Vitigudino.

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