Ese Estado, que nos venden en los telediarios, con noticias de patio de vecinos, de chismorreos y golferías que nos enervan al enterarnos de que el presidente de la comunidad ha cerrado la terraza sin contar con el resto de propietarios, de que los guarros del segundo tiran la basura por la ventana, y de que los del bajo no pagan la comunidad, argumentando que ellos no utilizan ascensor ni ensucian la escalera, por lo que unilateralmente se declaran independientes e 'incontribuyentes'; ese Estado, doméstico y de andar por casa, es el que vivimos día a día, sin darnos cuenta de que el Estado, el que era de la nación, o de lo que va quedando de ella, va de día en día apartándose más de los ciudadanos.
El Estado, el nuestro y muchos otros, van doblegando, rindiendo, soltando, sus competencias a 'otras autoridades', bancos, mercados, multinacionales, organizaciones internacionales, supranacionales; resultando por tanto irónico, por no decir ridículo, observar como nos debatimos entre legalidades o no de consultas ciudadanas, de juntas de vecinos, cuando muchas de estas decisiones pasan por la importancia que, estas 'otras autoridades', den a estos asuntos dependiendo de cómo afectan o no a sus intereses.
El verdadero Estado, el que viene, es ya un estado coordinado y connivente, acordado y amañado, con esas 'otras autoridades', que le dejarán hacer o no, y que manejarán unas variables muy distintas a las que nosotros manejamos del portal hacia adentro.
Nos atiborran las noticias diariamente a Constitución, a Soberanía, y no nos damos cuenta que dejar caer a un país, comenzar una guerra, acabar con el paro, combatir una epidemia o incluso que una región se declare independiente, está en manos de otras hegemonías mucho más globales y mucho menos tangibles.
Ese Estado al que estábamos acostumbrados, se va retirando, ya no por incapacidad o incompetencia, que también; pero ahora más que antes, se va convirtiendo en un estado heliocéntrico que pasa a formar parte de un sistema, en el que los soles del poder y la dominación son el centro alrededor del cual giramos todos.
Podemos tomar dos opciones, entornar los ojos y levantar poco la cabeza para no saber lo que pasa más allá, o declararnos cada uno de nosotros como estado soberano, cosa que ya hicieron muchos antes. Posiblemente sea esa última sea la mejor opción y por la que seamos capaces, en nuestro micro mundo, en nuestro microsistema, de utilizar más y mejor nuestra capacidad de ser 'humanos'.
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