Funeral de Estado para la igualdad

Hoy quiero hacer una pequeña reflexión sobre las declaraciones de Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, quien ha propuesto funerales de Estado para las víctimas de violencia de género si llega a la presidencia del Gobierno. Me asquea y me entristece que un tema tan grave como éste (no hay que olvidar que llevamos 41 asesinadas en 2014) se convierta en una promesa electoral más. Me asquea y me entristece que los políticos hablen sobre la violencia de género cuando se acercan las elecciones, pero no cuando ésta se lleva por delante vidas y vidas de mujeres. Esperaba que al menos Pedro Sánchez hablara de cómo quedará la ley de violencia de género tras la promulgación de la reforma del Código Penal o de cómo las mujeres son asesinadas por falta de medios judiciales y policiales. No dijo ni propuso nada más, no analizó ni las causas ni las consecuencias de esta violencia, simplemente se limitó a realizar propuestas electorales. Lo dicho, me entristece y me asquea.

Como yo sí creo conveniente hablar del marco legal, quiero hablar sobre la Ley Orgánica 1/2004, 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género y la reforma del Código Penal. En primer lugar, porque con la promulgación de esta reforma desaparece del CP el término "violencia de género". Alguien se preguntará cómo queremos tratar los problemas si los invisibilizamos y ni si quiera les damos un nombre. Yo también me lo pregunto. En segundo lugar, porque se pretende introducir la mediación en casos de violencia de género (art. 48 de la reforma). La Ley Orgánica citada anteriormente prohíbe la mediación en los procesos de nulidad, separación y divorcio, relaciones paterno filiales o que tengan por objeto la adopción o modificación de medidas de trascendencia familiar cuando los implicados sean víctima y autor, inductor o cómplice, de actos de violencia machista. Por si alguien no lo sabe, en la mediación son las partes las que llegan a un acuerdo y a una solución, el tercero (el mediador) no interviene ni impone soluciones. Alguien se preguntará cómo es posible llegar a un acuerdo justo en casos de extrema violencia en los que una parte es más fuerte que la otra. Yo también me lo pregunto. Y en tercer lugar, porque la nueva redacción del art. 84 del CP permitirá suspender la ejecución de la condena a cambio de pagar una multa en casos de violencia machista si se acredita que entre víctima y agresor "no existen relaciones económicas derivadas de una relación conyugal, de conveniencia o filiación, o de la existencia de una descendencia común".

Y por último, también me parece importante hablar brevemente sobre las causas de esta violencia. La violencia de género no es una violencia que se produzca en el ámbito familiar privado. La violencia de género no son casos aislados, no son hombres que de la noche a la mañana se vuelven locos y deciden pegar a sus parejas. La violencia de género no son solo los golpes o los asesinatos. La violencia de género es un sistema, es la desigualdad, es la educación, es la falta de derechos. La violencia de género es que las mujeres cobremos menos que los hombres por realizar el mismo trabajo, es que nos encarguemos de los cuidados asistenciales sin plantearnos por qué somos nosotras y no ellos. Violencia de género es que al denunciar una agresión sexual tengamos que soportar sospechas, cuestionamientos y seamos señaladas por la sociedad. Violencia de género es que nos enseñen desde pequeñas que la mujer que se acuesta con quien quiere es una puta. Violencia de género son todas esas mujeres amas de casa que no tienen ni salario ni reconocimiento social y que sufren en silencio. Violencia de género es que las mujeres seamos cuestionadas por no querer ser madres, por querer ser madres solteras, por querer ser madres con 40 años? Y que se excluya a mujeres sin pareja (varón) de la fecundación in vitro.

Y violencia de género es que pudiera nombrar mil desigualdades más y aun así muchos de los que están leyendo este artículo lo cuestionaran y me llamaran loca del coño. Hay una realidad, y es que el sistema patriarcal en el que vivimos no solo da preferencia a los hombres por el hecho de ser hombres, sino que además les da una serie de privilegios frente a las mujeres. Privilegios que se interiorizan y se asumen como naturales. Por ello, cuando una mujer denuncia comportamientos machistas o privilegios deberíamos parar un segundo para pensar sí tiene razón y para replantearnos nuestras propias actitudes. Y para aceptar que no se puede lograr la igualdad si los hombres no renuncian a dichos privilegios.

Tras las declaraciones del señor Pedro Sánchez me viene a la mente una frase: "pegar a una mujer te hace menos hombre". Quizá si dejáramos de distinguir entre cosas "que te hacen más hombre" y cosas "que nos hacen más mujeres" podríamos vislumbrar una solución a esta lacra. Tenemos que potenciar un sistema educativo, político y social basado en la igualdad y en el respeto. Pero esto no se producirá si no asumimos la distinción entre sexo y género (sexo como identidad biológica y género como identidad cultural). Tenemos que educar a nuestros hijos, pero también a nosotros mismos, sobre la base de que no hay cosas de hombres y de mujeres. Que no eres menos hombre por llevar una camisa rosa ni menos mujer por jugar al fútbol. Porque detrás de todas esas identidades culturales que asumimos desde pequeños estamos nosotros mismos, como personas y con características que nos hacen completamente distintos al resto. Y que quizá nos acercan más a una persona del sexo contrario que a una del mismo.