Dicen que esta frase fue acuñada por Goebbels, el ministro de propaganda del Tercer Reich. En cualquier caso, ya se decía en la Biblia que los hijos de las tinieblas son más "espabilados" que los hijos de la luz. En el mundo de hoy, la información, la propaganda y la publicidad ?al final, todo es información- llegan al público con mucha más fuerza y rapidez que antes, y, quienes las manejan, ya saben que, más que la realidad, lo que cala en la masa es la repetición, el bombardeo reiterado de los conceptos ? a ser posible, apoyados en palabras, música o imágenes bien estudiadas-. Al final, el mensaje acaba acomodándose en el subconsciente de quien lo recibe, a no ser que esté lo suficientemente formado como para saber que quieren meterle gato por liebre.
Como entiendo que el referéndum previsto por la Generalitat de Cataluña, para el próximo 9 de noviembre, es un tema nada desdeñable, quiero incidir en las raíces de este asunto. Algunos pueden considerar ofensivo que un simple aficionado a la Historia trate de sentar cátedra ante situaciones de sobra conocidas. No es esa, ni mucho menos, mi intención; simplemente quiero recordar, a quienes los desconozcan, datos irrefutables que contrarresten el método que siguen quienes adoptan el que da título a este comentario.
Cuando queda vacante el trono de España por la muerte sin descendencia de Carlos II, lo que está en juego es hacerse cargo de un imperio repartido por medio mundo que, aunque decadente, todavía era codiciado por más de una corte. Para dar cumplimiento al testamento del rey difunto, viene a ocuparlo el Borbón duque de Anjou, con el nombre de Felipe V. Como era de esperar, pronto surgen alianzas que ven más ventajas en la opción de un Austria, el Archiduque Carlos. Así comienza una larga Guerra de Sucesión que, con triunfos y derrotas de ambos bandos, finaliza el 11 de septiembre de 1714 con la rendición de Barcelona, último reducto de los partidarios del Archiduque. Este hecho de armas ha sido escogido por los nacionalistas catalanes como fecha digna de ser considerada el día ? "La Diada"- de la fiesta nacional catalana; ofrenda floral incluida ante la tumba del conseller en cap Rafael de Casanova, que no murió defendiendo heroicamente la plaza de Barcelona, sino treinta años más tarde, después de haber sido amnistiado. Por eso cabría preguntarse por qué se quiere celebrar como final de la Guerra de Secesión lo que, en realidad, fue una Guerra de Sucesión.
Ramón y Cajal, republicano y progresista, hace 80 años, escribía:" A pesar de todo lo dicho, esperamos que en las regiones favorecidas por los Estatutos, prevalezca el buen sentido, sin llegar a situaciones de violencia y desmembraciones fatales para todos. Estamos convencidos de la sensatez catalana, aunque no se nos oculte que en los pueblos envenenados sistemáticamente durante más de tres decenios por la pasión o prejuicios seculares, son difíciles las actitudes ecuánimes y serenas. "..." La sinceridad me obliga a confesar que este movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos. Preciso es recordar ?así lo proclama toda nuestra Historia? que somos incoherentes, indisciplinados, apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores. El todo o nada es nuestra divisa. Nos falta el culto de la Patria Grande. Si España estuviera poblada de franceses e italianos, alemanes o británicos, mis alarmas por el futuro de España se disiparían. Porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho común".
Oyendo las constantes razones que aportan los nacionalistas catalanes para justificar la presunta opresión a que se ve sometido el pueblo catalán por parte de los llamados gobiernos centralistas, si no fuera un asunto muy serio, sería para tomárselo a broma.
Es muy triste contemplar algunas imágenes en las que se utilizan niños de corta edad a quienes se les ha inculcado un verdadero odio a todo lo que huela a español y se les ha educado en unos conocimientos aviesamente sesgados.
El estribillo de "España nos roba", además de que la fría realidad de los números demuestra que es falso, ha resultado ser un boomerang lanzado hace 34 años por quien también sabía que era falso.
Recientemente, oyendo la tertulia nocturna de un programa de deportes, salió a relucir la conveniencia o no de que deportistas catalanes que defienden la camiseta nacional deban manifestarse públicamente partidarios del anunciado referéndum. Curiosamente, entre los tertulianos, había dos periodistas catalanes que sostenían ser partidarios de la consulta, aun siendo contrarios a la independencia, porque, sencillamente, "la gente debe tener derecho a votar". Yo pregunto ¿es que no lo tiene? ¿No les vendría bien que ese mismo referéndum fuera de ámbito nacional?
Antes de dar por consumada ninguna operación de secesión por parte de cualquier región o autonomía españolas, hay que admitir el hecho de que una parte más o menos importante de la población de esos territorios estaría en contra de la nueva situación. Para llegar a ese extremo, partiendo del actual ordenamiento constitucional, habrá que admitir que se habría conseguido a base de haberle menospreciado ?se supone que por la inacción del Gobierno-. Siendo así, los gobernantes de los territorios resultantes ¿estarían en condiciones de autorizar la segregación de los "subterritorios" que pretendieran imitarles?
Una vez celebrado el referéndum en Escocia con victoria de los partidarios de la no secesión, todos los analistas imparciales se congratulan por haberse evitado lo que piensan que habría sido un paso atrás. Pero también ponen de manifiesto que, a pesar de la lección de civismo que ha dado el pueblo escocés, la consulta ha supuesto una cierta fractura en la convivencia del día a día. Cuando las barbas de tu vecino?
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