Los puros

Gracias, no fumo ya desde hace más de un año, aunque algunos fumé, incluso unos cuantos, magníficos, importados de contrabando de Cuba, que había que colaborar a financiar el Régimen, de modo que Guillermo Toledo u otros amigos de Fidel están en deuda conmigo. Pero no me refiero a esas hojas de la planta de tabaco liadas a mano, de modo artesanal, con destreza centenaria anterior a la revolución, sino a la revolución misma, o mejor, a las revoluciones, que casi todas pretenden regresar o recrear o inventar un estado de pureza original, no contaminada por corrupción alguna.

Los "puros", en la historia de la humanidad son señores, o señoras, casi siempre varones, que se las dan de puros, justos, sin mancilla alguna de pecado o corrupción, por encima del bien y del mal y que pretenden dar lecciones a los demás, que estamos corrompidos por el pecado, o contaminados por la ideología o corruptos por el poder del dinero. Los puros son también poseedores de la verdad absoluta, desde la que juzgan a los demás, que somos pecadores, alienados o manchados por el dinero que, como todo el mundo sabe, está plagado de bacterias. Claro que ahora, como las transacciones a las islas Caimán son meros destellos electrónicos, no creo que vayan cargados de gérmenes. Y es que, con la modernidad, hasta la corrupción es aséptica.

Las religiones serias, con experiencia, saben del pecado original o personal del que todos debemos estar vigilantes y poner los medios para contrarrestar con oración, humildad, obras de misericordia e ilustración. Los miembros del Estado Islámico (E. I.), por ejemplo, son el último eslabón de una cadena histórica de musulmanes que se han creído poseedores del único Islam verdadero. Como todos los demás somos infieles podemos ser insultados, expulsados de nuestra tierra (cristianos o yasidíes en Siria e Irak), maltratados, torturados o asesinados, conquistados si no nos convertimos al Islam verdadero, el suyo naturalmente.

En nuestra sociedad llamada occidental también gozamos de la presencia de grupos de gente pura, guapa, mediática, sin mancha ni arruga de corrupción o contubernio a la que podemos unirnos y, haciéndolo, podemos también desterrar a la casta y además, podemos construir una sociedad circular y mejor. Y alguna escuela de negocios hay que debe ser garantía de éxito en la vida de sus privilegiados alumnos. No son los únicos ejemplos de pureza de sangre: los judíos de la Biblia, aunque fueron abriéndose a otras culturas, tenían la manía de dividir el mundo entre judíos y gentiles, como los gitanos se distinguen de los payos, o los nazis se afianzaron en la pureza de sangre aria, o el Comité Central del PCUS o del Partido Comunista chino intentaron e intentan cambiar la tozuda realidad.

En el fondo son intentos adolescentes de imponer el propio capricho sobre los demás sin reconocer que ellos, tan puros, tienen también pecado original que, antes que después, les pervertirá si no se dotan de medios espirituales e instituciones sociales o políticas que lo contrarresten. Son tan corruptos como los demás, no lo reconocen y quieren que los demás comulguemos con sus ruedas de molino.