Ponce se fue de vacío y con algunas protestas 'para nada merecidas'
Tarde soleada, a veces nublada; se esperó lluvia pero no llegó, y sí la expectación con muchas y buenas vibraciones después de lo que pasó en esta tarde en la plaza de toros:
El título de esta crónica sería la síntesis de la tarde en la Glorieta; sin embargo, y a pesar de ello, hemos de poner los matices de cuanto ocurrió en esta tarde noche, en este ciclo taurino en Salamanca.
Ficha:
Se han lidiado toros de Garcigrande y Domingo Hernández que viene a ser lo mismo, con distintas divisas y fincas donde pastan ocho nada menos, justos de presencia, nobles y con condiciones suficientes para hacer el toreo. Bajaron el diapasón y se nutrieron de mansedumbre e 4º, 5º, 7º; el resto se empleo al triunfo de los espadas:
Ponce silencio y silencio, el Juli oreja y dos orejas. Perera dos orejas y oreja, Álamo oreja y dos orejas los tres por la puerta grande.
Se presumía una tarde triunfal, casi se llenó la plaza, y daba gusto verla. Ambiente superior en los alrededores, y taquilla para la empresa y para los bares cercanos. Nos dio la noche en la Glorieta pero el gentío salía aplaudiendo. Ya digo, hubo cierto triunfalismo, pero sin pasarse.
Ponce, que después de ocho años por estos pagos, se acercaba de nuevo a esta plaza, sorteó un primer toro sin mucho tono vital. Lo dominó con solvencia de maestro, lo pasó por derechazos y remates de corte elegante; por el izquierdo iguala la situación, todo con aire plástico y técnico; mató de pinchazo y entera caída, faena ferial, que fue silenciada. En su segundo, discreto de capote y de muleta, tomó precauciones ante un desrazado animal que apenas tubo entrega, el manso no merecía más y Ponce, que no vio atisbo de faena lo mato de entera, y hubo algunas protestas para nada merecidas.
Juli con la raza característica toreó variado de capote, con la muleta retuvo al toro en los medios y consintió una faena de buena factura por ambos pitones obligando al animal a seguir el dictado de su muleta, estocada entera algo caída y oreja. En su segundo, puesto y dispuesto de capote a la verónica, el torito se presta al lucimiento y lo aprovecha Julián poderoso, entregado con sintonía natural por ambos lados y remates de ensueño, boyante las embestidas se afianza en naturales de exquisito trazo y dominio, o sea, "tauromaquia made in Juli" lo mata de entera hasta la gamuza y dos orejas.
Perera está en ese momento dulce, fulgurante, expresivo, dominador y majestuoso, por el que pasan algunas veces los toreros. Se estiró con prestancia a la verónica, con seguridad y con la muleta mostró aplomo, seguridad, firmeza y una versión del mejor toreo. Hoy su hegemonía es indiscutible, quietud, en todos los pases, sosiego para estimular las embestidas, pases de técnica depurada, a mayores de exclusivo valor y arte, dos orejas tras la muerte de este animal con estocada entera y muerte fulgurante. En su segundo, un toro que nunca estuvo entregado, manso y descarriado, el pacense lo sobó, lo llevó y lo toreó con armonía. Toreó con asiento, le buscó la salida y lo retuvo hasta matarlo de entera y seguro descabello determinante. Perera cobró una nueva oreja.
El "pobre" de la "película" era nuestro Juan del Álamo, que lleva buena temporada con triunfos malogrados con la espada. No se arredró el salmantino. Logró domeñar la rebrincada embestida de su primer toro y manso oponente, consintió mucho el torero. Le tapó su mala condición y se impuso con mucha solvencia, y convención. Lo mató de entera al encuentro y cobró oreja. Su segundo, más franco y claro, lo toreó con ajustadas chicuelinas de salida, y en la muleta se ajustó con empaque, con series muy bien rematadas por ambos pitones. Corrió bien la mano, se mantuvo en el sitio, conectó con series emocionantes y jaleadas, asiento y frescura sin desentonar de la apabullante carrera de sus compañeros, y Álamo mató marcando los tiempos y cobrando dos orejas con justicia de plaza. Se nos hizo de noche, pero valió la pena.
Así lo vi, así lo cuento-
Fermín González