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Esto es lo que hay
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Esto es lo que hay

Actualizado 08/09/2014
Francisco López Celador

Cuando uno elige las páginas de opinión de un periódico, no tiene más remedio que hacer eso, opinar. Para ello debe ofrecer su punto de vista sobre un tema determinado. Si es de actualidad, caben dos opciones: que sea algo intrascendente ?deporte, ocio, "famoseo", etc.-, o que se trate de lo que a diario nos está llenando de preocupaciones: la difícil situación de un mundo lleno de tensiones políticas, económicas, sociales, sanitarias y, lo que es más grave, casi todas violentas. El primer grupo de opiniones, además de no dominarlas, tienen un campo específico de atracción que no se ajusta claramente al de esta columna. Así pues, hay que optar por lo más serio, lo menos agradable y, también, lo más comprometido.

No hace falta ser un especialista para llegar a la conclusión de que el mundo está atravesando un momento muy delicado. Tenemos la suerte de pertenecer a un continente que, a pesar de todas las calamidades padecidas, disfruta, en general, de un nivel de vida que para sí quisieran muchas otras zonas de nuestro planeta. Quiero decir que hay personas que desconocen la calidad de vida de muchos millones de seres humanos. Estamos oyendo que todos los días mueren muchos miles de niños y adultos por algo tan lejano para nosotros como es el HAMBRE. No tienen NADA que llevarse a la boca. En España hay más de cuatro millones de parados y, muchos de ellos pertenecen hogares que llevan meses sin tener ingresos. Pues bien, a pesar de ello, ¿cuántas personas mueren hoy en España de hambre? Ninguna.

Si hablamos de Sanidad ?algo de lo que tantas veces nos quejamos- ¿qué tendríamos que decir de países, que tenemos a tiro de piedra, en los que se carece de lo más indispensable? Ya no hablo de la triste contingencia que supone la aparición del brote de virus Ébola en algunos países subsaharianos. Este problema nos toca más de lleno a los españoles por ser el primer suelo europeo que pisan los inmigrantes que cruzan el Estrecho de Gibraltar, y por eso somos más sensibles. Pero no. Yo hablo de la Sanidad de a pie. Hablo de hospitales pobremente dotados, de escasez de personal sanitario, de carencia de medicamentos. Por desgracia, hay demasiadas personas, tan dignas como nosotros, que, ante cualquier leve contagio, tienen pocas probabilidades de sobrevivir. Además, la vida es tan cruel que, careciendo de lo más imprescindible, saben que sus carencias no afectan a todos por igual; que hay otras tierras donde la vida es mucho más fácil y mucho más cómoda ¡Cómo nos puede sorprender que quieran saltar las verjas de Melilla, o lo que se les ponga por delante!

Ante esta situación caben dos posturas. Una, la que adoptan los Organismos Internacionales, algunos países, en particular, y muchos de nosotros, en general: no hacer nada efectivo o mirar para otro lado. "El que tenga el problema, que lo solucione" o "No hay que exagerar, la cosa no es para tanto". La otra postura es opinar. Opinar denunciándolo. Porque lo que se ha puesto de moda es opinar "manejándolo".

Con ser triste el injusto desequilibrio entre dos mundos tan próximos, es más grave que se intente sacar provecho de esa situación. De una parte están los grupos o mafias que recaudan cantidades nada despreciables por organizar el paso de un continente a otro. Muchos inmigrantes relatan cómo sus familias han hipotecado su escaso patrimonio para satisfacer el canon exigido por una gestión que, además de mostrarse ineficaz, no asume ningún tipo de responsabilidad. Por otro lado están quienes extienden sus redes en caladeros de gente desesperada para seleccionar activistas dispuestos a combatir a ese mundo occidental, culpable de todos los males, y, de paso, poder establecer un nuevo orden de cosas, en el que no tenga cabida la debilidad y donde el asesinato con publicidad sea el método escogido para tratar de negociar con los adversarios.

El llamado Estado Islamista es en realidad una forma muy suave de apellidar a un movimiento terrorista que, en la actualidad, cuenta con un número nada despreciable de combatientes, fuertemente armados, generosamente apoyados por potencias del mundo árabe y dueños, de facto, de una extensa zona territorial de Siria e Irak en la que no todo el petróleo está bajo control de los gobiernos. Más de un petrolero ha sido "adjudicado" a compradores sin escrúpulos y está constituyendo ?además de los secuestros- una de las principales fuentes de financiación de este ejército clandestino. Porque conviene recordar que, muchos de los mercenarios occidentales que abrazan súbitamente el credo yihadista, lo hacen porque están recibiendo un buen puñado de dólares.

Cuando hay colectivos que sufren un verdadero exterminio por resistirse a un adoctrinamiento basado en el miedo, el mundo civilizado debe unirse para evitarlo. Hoy está de actualidad la Cumbre de Gales donde se ha constituido una coalición de diez países ? España ha quedado fuera- para luchar contra el Estado Islamista que actúa en zonas de Irak y Siria. Hasta este momento, EE. UU. es el único miembro de esa coalición que ha manifestado su intención de continuar con acciones de bombardeos aéreos sobre concentraciones y objetivos diaristas. La realidad, y la experiencia, demuestran que esta clase de acciones militares raramente surten el efecto deseado. En primer lugar, porque el enemigo procura organizarse de forma que nunca constituya un objetivo rentable y, en segundo lugar, porque no se consigue expulsarle de la zona. Y ellos lo saben.

Es muy posible que, a partir de este momento, volvamos a vivir ejecuciones televisadas, secuestros masivos de seres inocentes y, en general, claras provocaciones al mundo occidental, en una carrera por conseguir el comienzo de la Tercera Guerra del Golfo, que, como las dos anteriores, no acabará con un problema en el que tienen mucho que decir los países árabes que se consideran pacíficos. De paso, tampoco hay que olvidarse de los miles de combatientes de ese grupo terrorista que han sido reclutados entre los jóvenes disconformes de nuestro entorno y que, a la vista de algunas grabaciones, están mejorando el grado de crueldad exhibido hasta ahora por los radicales islámicos. Ya no podemos mirar hacia otro lado porque... esto es lo que hay.

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