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Anti cáncer
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Anti cáncer

Actualizado 08/09/2014
Ferenando Segovia

Durante los últimos, digamos, cuarenta y cinco años me he acostumbrado a obedecer a los jóvenes, o sea, a escucharles, que una cosa lleva a la otra. No me va mal, aunque reconozco que no es muy moderno, porque lo moderno es ser des-obediente. Dice un diccionario chileno online que 'obedecer' viene del latín y significa 'saber escuchar', porque el que escucha puede entender y si entiende puede discernir y si discierne tiene más probabilidades de acertar en la vida, hacer las cosas razonablemente bien, empleando la razón, y ser razonablemente feliz, que la felicidad no es solo sentir mucho y agradablemente, sino también hacerlo con orden, mesura y prudencia.

Lo moderno, por definición fundacional -pregúntesele a Descartes-, es oír el pasado pero no escucharlo, sino solo escuchar al propio yo cuando este nos haga ver las cosas claras y distintas. Nos hemos acostumbrado durante casi cuatro siglos a no escuchar el pasado y eso ha contaminado toda nuestra forma de vivir. Tenemos tendencia a no escuchar ni escucharnos y esa actitud adulta, equivocadamente autosuficiente, se contagia a los niños, que son como esponjas copiando a los mayores y, por lo tanto, no escuchan al maestro ?generalmente maestra- a no ser que se los gane por la vía afectiva. Escuchar a priori, no. Luego, si el que habla nos gana el corazón, o nos lo manipula ?siempre PODEMOS caer en las garras espirituales de los trileros del espíritu-, solo entonces escucharemos. Es lo que hay.

Pero yo intento escuchar, o sea, obedecer, a mi sobrina Isabel, que es enfermera especialista en Oncología y me ha recomendado un libro interesante: 'Anti cáncer. Una nueva forma de vida', del Dr. David Servan-Schreiber, psiquiatra y neurólogo francés, aunque afincado en Norteamérica USA, hijo de Jean Jacques Servan-Schreiber, fundador de L'Express, la revista de opinión más importante de Francia en los años sesenta, setenta y ochenta del Siglo pasado, uno de los referentes intelectuales de cuando algunos andábamos despertando a la vida política por afán de dar a luz la democracia en estos pagos.

El autor ha padecido por dos veces un grave cáncer de cerebro del que se encuentra felizmente recuperado. Nos cuenta cuál ha sido su proceso médico y espiritual para superar la enfermedad sin convertirse en uno de esos edulcorados libros de autoayuda de la 'espiritualidad' políticamente correcta que atiborran los escaparates de las librerías. Anima a todos a llevar una vida anti cáncer en la que juega un gran papel la alimentación, el entorno ecológico, el apoyo afectivo y efectivo, la apertura a los demás y, sobre todo, la profundización en la vida interior, la importancia de apaciguar el miedo y las emociones negativas mediante la meditación y otros ejercicios espirituales. Y todo ello con pruebas experimentales y, cuando menos, verosimilitud científica que no reniega en ningún momento, sino que complementa a los tratamientos 'tradicionales' del cáncer (cirugía, quimioterapia y radioterapia).

Pide a los lectores que le enviemos nuestras impresiones y pienso hacerlo indicándole la importancia que tienen para mí, sin renegar de todo lo anterior, dos capítulos que faltan en el libro y que me veo en la obligación de escribir para mí mismo: las dimensiones religiosa y creyente de la vida con cáncer, que me hacen poner mis cimientos en una confianza radical en mi Creador, en su Providencia amorosa, en su misericordia entrañable y en algunas dimensiones prácticas de la fe con eficacia demostrada a lo largo de siglos: meditación, discernimiento de espíritus, actos de fe y esperanza y, sobre todo experiencia de saberse radicalmente amado y aceptado, no sólo por Dios, sino también por los hermanos y compañeros de brega contra el mal. Y, parafraseando a Galileo: Dios nos habla a través de la Sagrada Escritura (Biblia, para los cristianos), pero también a través del trabajo del laboratorio de Hematología del Clínico, por no poner más que un ejemplo entre dos mil catorce posibles.

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