El jefe de la ciudad

Tener o asumir responsabilidades no es nada fácil. Quizás por esto la empresa privada pague más y mejor a aquellos cargos que ocupan puestos cuya principal tarea consiste en gestionar estrategias, o coordinar y dirigir personas y equipos. Por esta razón, una de las principales cualidades para ser jefe, o jefa, es tener capacidad de trabajo en equipo y saber tratar y motivar a las personas. Por desgracia esto en muchas ocasiones, más de lo conveniente, es sólo teoría y a la jefatura llega el más cenutrio, que para que no se ofenda nadie significa poco hábil o de corta inteligencia según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, y que suele ser además, servil entre los serviles, y esto no lo dice el diccionario pero lo digo yo.

En toda mi experiencia profesional, tanto en la empresa privada como en la pública, sólo he conocido a tres personas con ese don, me refiero a la capacidad de trabajo en equipo no al de cenutrio, porque el resto de los que conozco se dividen entre los benevolentes, que piensa que dirigen un equipo de fútbol alevín, y los caciques, siempre dispuestos a imponer sí o sí o a doblegar voluntades antes que trabajar juntos.

En esta línea se podría decir, a modo de símil y respetando las diferencias, que el jefe de un Ayuntamiento, y por tanto de un municipio, es el alcalde, y que su equipo son los concejales de gobierno. Ambos, el jefe y el equipo, gestionan estrategias en beneficio de los ciudadanos. Pues bien, en el caso de Salamanca, el jefe Mañueco, no está dotado con el don del trabajo colectivo ni sabe de estrategias para el bien de TODOS los ciudadanos, y cuando se ocupa la jefatura en un despacho público, pagado con el dinero de todos, hay que ser muy cuidadoso y cuando menos justo.

Y es que con estas cosas hay que tener mucho cuidado porque sospecho que no existe el mismo trato con todos los salmantinos, con todos los colectivos, y con todos los barrios. Hay más inversión y servicios en unos barrios en detrimento de otros, más donde menos se necesita y menos donde más carencias existen. Se derrocha y se despilfarra en cosas innecesarias y se escatima o se recorta donde hace falta. Las ayudas dependen del grado de servilismo que se tenga con la jefatura y no de la necesidad. Se contratan servicios públicos municipales a la carta, donde la libertad y la igualdad de concurrencia están limitadas por pliegos de condiciones de adjudicación que parecen llevar el nombre de la empresa con la que se quiere contratar. Los empresarios y autónomos tendrán más o menos facilidades según su afinidad o su colaboración a la causa, algunos pueden abrir sin licencia de apertura, como ha pasado con un famoso restaurante de comida rápida de la carretera de Madrid, mientras a otros se les ponen miles de trabas e impedimentos. A algunos se les pone multas de compromiso o rigor, casi siempre insuficientes, demorando además su notificación hasta casi la prescripción, mientras se sanciona con cuantiosas cantidades inasumibles a una Asociación y a unos vecinos de Tejares por arreglar el desaguisado que el propio Ayuntamiento provocó con el derribo de la Pesquera sobre el Tormes a su paso por el barrio. Podría seguir pero creo que con lo dicho es más que suficiente para que ustedes evalúen si Salamanca tiene o no tiene un buen alcalde? perdón, un buen jefe, o si tiene uno u otro de los dones o cualidades a las que me he referido al principio.