Trampillas

Les voy a decir algo pero que no salga de aquí. Los profesores a veces les hacemos algunas trampillas a los alumnos. Nunca jamás en el rigor de las calificaciones, claro está, pero en aspectos accesorios tomamos muchas decisiones, digamos, discrecionales, que nos parecen adecuadas y que no todas están atadas y bien atadas por los reglamentos escritos. Por ejemplo, cuando hay alguna actividad extraescolar la planificamos en función del horario para que no invite a los chicos a hacer novillos y se produzca una diáspora después del recreo. O tenemos en cuenta si habrá otras clases ese día y los chicos tendrán que cargar con su mochila u optarán por no traerla, etc. También nos hacemos los suecos cuando quieren entregarnos los cuadernos fuera de plazo y se los recogemos. Son decisiones normales y normalmente bien planificadas para que todo vaya bien (desde la perspectiva de los profesores, por supuesto, casi nunca compartida por lo alumnos, me temo). Claro que los alumnos no nos han votado a los profesores.

Donde sí se suele votar es en la elección de Delegado y Subdelegado de clase, responsabilidad que suele estar muy mal vista por los alumnos y que casi ninguno quiere asumir. Del mismo modo, para los tutores, es una elección importante que no quiere que se le escape de las manos. Vamos, que conociendo el percal el profesor planifica el sistema electoral para que salga alguno de los alumnos (generalmente alumnas) más responsables. No lo voy a explicar pero puedes partir de forzar candidaturas o hacer que el segundo más votado sea subdelegado o puedes hacer dos votaciones una para cada puesto, etc, etc. Así quieren evitar que sea elegido el repetidor, de más edad por ende, más conspicuo e incisivo a quien los alumnos se sienten proclives a votar. A veces lo hacen con algún alumno apocado de los que son carne de cañón para el acoso -para ridiculizarle y ridiculizar la misma elección- o con algún inmigrante que acaba de llegar y ni siquiera habla bien aún castellano. Cosillas de la edad.

Pues ahora resulta que el PP quiere hacer lo mismo, una trampilla quiero decir. Un poco mosqueado, y se entiende, por el hecho que se le ha dado recientemente de que si no saca mayorías absolutas le pongan enfrente coaliciones, tripartitos o pentapartitos que le descabalgan de lo que cree merecer quiere asegurarse (que se lo cree) que el cabeza de lista de la ídem más votada sea el futuro alcalde o presidente de lo que sea. Rompiendo el juego democrático de que a la gente le dé por hablar, pactar -lo que implica ceder-, decidir. Otros partidos especularon con ello en otros momentos en que se creían en ventaja y son los mismos que ahora le critican arguyendo el uso del rodillo y lo feo que resulta cambiar las reglas del juego a pocas fechas de las elecciones cuando tus encuestas privadas te anuncian buenos resultados pero no suficientes.

El PP lo quiere enmarcar dentro de la regeneración democrática que, bien confabulados, están perpetrando de mentirijillas todos los partidos ante el desafecto de la afición. Pero lo que hace es utilizar la tan democrática palabra mayoría trampeando sibilinamente con los conceptos de lista más votada y mayoría de ciudadanos del total. A ver si picamos. No voy a estar ni a favor ni en contra -depende demasiado del número de partidos implicados y de los porcentajes- pero me gustaría recordarle al PP que de esta manera quizá facilite la llegada al poder local o autonómico de fulleros archiconocidos que en unos meses estarán declarando como urbanos terrenos rústicos y en unos años declarando en los juzgados.

En el insti a los tutores que creyeron dirigir la elección luego les sale el tiro por la culata y a pesar de diseñar dos vueltas o precisamente por ello en esa clase le salen dos alumnos/as de los que no querría para dele y subdelegado. Por no hablar de que a veces -pocas, todo hay que decirlo- ese alumno indisciplinado al que tanto temías al sentirse investido de un puesto de responsabilidad puede darte una sorpresa en cuanto a comportamiento. A ver si le va a pasar lo mismo al PP.