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Galería de tiro... ¿Cómo?
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Galería de tiro... ¿Cómo?

Actualizado 17/08/2014

Es sabido que la desaparecida Calle de la inexistente Adela Lastra debió su denominación al acaso: tras haberse llamado originalmente, en memoria de la piedra de notables dimensiones que medio emergía del regato, "Arroyo de la Lastra", la falta de fondos municipales determinó que, en la siguiente rotulación viaria las placas tuvieran dimensiones más exiguas, en cuya superficie no cabían tantas letras. El funcionario municipal de turno, fiado en que la memoria colectiva supliría la cicatería consistorial, acortó el nombre inscribiendo únicamente "A. dela Lastra" como rótulo de la calle. No consta si soldar preposición y artículo se debió a incuria gramatical o mengua del espacio, el caso es que así quedó hasta que el siguiente rotulista completó la gestación y dio a luz al personaje que jamás ha existido: Doña Adela de la Lastra.

Otro tanto le ocurrió a la Plaza de la Cruz Verde que, bautizada apropiamente como "De la Cruz Verdadera" (por su proximidad con la iglesia de la Vera Cruz) y habiéndole amputado infantil pedrada las cinco últimas letras del predicado de su autenticidad, en el siguiente remozado de placas pasó a la posteridad trocando su genuina sinonimia por el adjetivo cromático con que la conocemos hoy.

Tan conocidas anécdotas del callejero patrio vienen a cuento de que hace unos días, caminando por lo que yo conozco como Carretera de Madrid (donde se ponía mi hermano a "hacer dedo" para que le llevaran al cuartel) pero veo que es ahora la pomposa Vía Helmántica, torné mis ojos hacia arriba, hacia lo que toda la vida ha venido siendo el "Puente Pradillo". Allí se me fue la vista hacia mi niñez, cuando, colgados de la estructura del puente, apostábamos a ver quién aguantaba más mientras el tren atravesaba lo atravesaba y lo hacía vibrar y temblar cual terremoto y nos sacudía como fruta vareada hasta hacernos caer (¡Santo Dios, ¿cómo no nos mataríamos?!).

Luego mis ojos, derivando a la derecha, me llevaron al Campo de Tiro, a lo que ya en los años setenta era la Galería de Tiro Olímpico, y me vinieron a la memoria recuerdos de entonces, cuando aprendíamos a meter dieces con la carabina del 22 que nos prestaba el Señor Pepe antes de que obtuviéramos cada uno nuestra propia licencia, los consejos de Carlos Vega para hacer buenas puntuaciones, de Emilio Cerdán, de tantos otros de cuando yo fui tirador olímpico. Recuerdo que en la licencia federativa que obligatoriamente debíamos exhibir en la galería y en las competiciones, se hacía constar bajo la fotografía del titular el rótulo de Federación Española de Tiro Olímpico (en acrónimo FETO). Por eso lo dejé. Porque a un servidor, que en verdad nunca ha sido muy agraciado, obligarle a reconocer y pregonar su escasa donosura haciéndole figurar bajo su rostro la inscripción FETO, nunca le pareció una idea llevadera, la verdad. Y por eso lo dejé. Quién sabe si, de haberme yo sobrepuesto a la denuncia oficial de mi fealdad, no habría tenido España algún oro más. No tiraba mal, la verdad.

Ya me perdonarán la digresión, pero todo esto viene a cuento de que al mirar hacia allí, encima de otro de PROYECTO HOMBRE y sobre fondo alusivo, descubrí cartel confuso que reza: GALERÍA DE TIRO OLÍMPICO EL PADRILLO DE SALAMANCA y entonces no sé si PADRILLO está bien escrito, con intención diferencial, o es errata por haber querido pintar PRADILLO que es el topónimo vernáculo y tradicional del paraje.

Y es por eso que me pregunto y exhorto y convoco a los responsables de la Galería de Tiro o a los autores del cartel para que nos aclaren: ¿es errata o no lo es?, ¿cómo se llama en verdad la Galería de Tiro?. Enmiéndelo ahora que están a tiempo, que luego viene el callejero y oficializa invenciones y consagra yerros.

¡No nos dejen en tan angustiosa duda, por favor!.

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