Ciudades inteligentes (II)

Aunque me mantengo en el beneficio de la duda, sigo investigando sobre estas nuevas ciudades que deben ofrecer a todos los mismos favores, si es que no sólo se llaman sino que son de verdad inteligentes. Porque, al decir de los expertos, una ciudad o complejo urbano será "inteligente" si las inversiones que se realicen en educación permanente, distintos niveles de enseñanza-aprendizaje, educación de adultos, Universidad, Investigación; en aspectos sociales; en infraestructuras de energía (electricidad, gas, agua, luz, calefacción), tecnologías de comunicación e infraestructuras de transporte, contemplen y promuevan una calidad de vida elevada, un desarrollo económico-ambiental durable y sostenible, unas formas de gobierno participativas, una gestión prudente y reflexiva de los recursos naturales y un buen aprovechamiento del tiempo de los ciudadanos.

En la práctica y a nivel popular, se concibe una "Smart City" como una ciudad comprometida con su entorno, con elementos arquitectónicos de vanguardia y donde las infraestructuras están dotadas de las soluciones tecnológicas más avanzadas; una ciudad que facilita la interacción del ciudadano con los diversos elementos institucionales, urbanos, y tecnológicos, haciendo que su vida cotidiana sea más fácil, y permitiendo el acceso a una cultura y una educación en relación tanto a los aspectos ambientales, como a los elementos culturales e históricos.

Ger Barón, el primer día del evento "Smart City", celebrado recientemente en Ámsterdam, habló de la colaboración, entre las ciudades, las empresas y el gobierno, pero, sobre todo, entre las personas: "Nuestro primer reto es que la gente vea que estamos haciendo cosas útiles. Tenemos que trabajar más en colaboración: apertura , abrir los datos tanto como sea posible. La clave de todo es ¡la colaboración!". Para Fadela Amara, activista francesa, que llegó a ser Secretaria de Estado, una "ciudad será inteligente" si utiliza todo el abanico de tecnologías disponibles al servicio de los ciudadanos. Igualmente, debe ser capaz de crear empleos, además de tener un sistema de transportes de alta calidad al servicio de los residentes, para así garantizar una buena y cómoda movilidad, hogares saludables y funcionales, un buen sistema sanitario y educativo y facilidades en materia de ocio y diversión.

Para llegar a ser "ciudad inteligente" hace falta por tanto visión y voluntad políticas, liderazgo, participación de todos, buenos recursos económicos e inteligencia colectiva. Por supuesto, una gestión fuerte y disciplinada de los proyectos. En todas se requiere un buen Diseño, Planificación, Construcción y Cumplimiento. La ciudad debe considerar a qué dimensiones inteligentes va a dedicar sus primeros esfuerzos, sin perder la visión global. De acuerdo con este criterio, cada ciudad empieza el proyecto atendiendo a diferentes aspectos, de acuerdo con sus necesidades o posibilidades. Es evidente que con la "sociedad del Bienestar" estaban sentadas las bases para avanzar en la dirección de las "ciudades inteligentes". A Barcelona le favoreció la capitalidad Olímpica, pero no todas las ciudades aprovechan las coyunturas favorables que tienen.

Analizaremos someramente algunas de las ciudades españolas más avanzadas en la dirección hacia las SMART CITIES y las prioridades elegidas.

En la tercera Conferencia anual de Ciudades Inteligentes del Futuro a la que asistieron Chicago, Viena, Helsinki, Ámsterdam, Ciudad del Cabo, Copenhague, Glasgow, Milton Keynes, Sunderland, Bristol y Birmingham, entre otros, Bilbao y Barcelona fueron las únicas invitadas. El punto de partida fue el Análisis de la evolución de Bilbao como ciudad inteligente. Andoni Aldekoa expuso los ejes principales de la tecnología, sostenibilidad y diseño del "proyecto Zorrotzaurre", según en cual, el actual barrio situado al margen derecho de la ría, que da nombre al proyecto, se transformará en una amplia zona residencial. Las viejas fábricas darán paso a un nuevo barrio con más de 5000 viviendas, comercios y muchos espacios verdes.

Este proyecto parece la continuación del plan que empezó a coger forma con la inauguración del Museo Guggenheim de Frank Gehry a finales de 1997. El talante del alcalde Iñaki Altuna, recientemente fallecido, ha hecho posible esta especie de resurrección de Bilbao, tras el desmantelamiento de las Fábricas de Altos Hornos. Que se haya incorporado con este ímpetu a la dinámica de las Smart Cities es una consecuencia del buen hacer de este alcalde que siempre contó con equipos de ciudadanos para pensar y realizar sus proyectos. De esta forma la población sintió como suyas todas las obras que se fueron realizando a partir de unos hechos que podían considerarse negativos para la prosperidad de la ciudad.